Una cueva de película con pinturas prehistóricas descubierta en Los Barrios
Simón Blanco comunica a las autoridades su hallazgo en el abrigo del Pilar, separado varios kilómetros del yacimiento rupestre más cercano
Los nidos de avispas alfareras que colonizan el techo y las paredes de esta pequeña cavidad oscura han alterado los dibujos
Hace cuarenta años que Lothar Bergmann (Fráncfort del Meno, Alemania, 1947–Tarifa, Cádiz, 2009) comenzó a dar visibilidad a la existencia de cientos de cuevas con grabados realizados en la piedra de hace más de 20.000 años en distintas zonas del Campo de Gibraltar, La Janda, la Sierra de Cádiz, la campiña jerezana y el norte del Magreb. Pero aquello que el alemán enamorado de Tarifa llamó Arte Sureño, y que para muchos expertos es la Altamira del sur, todavía esconde bastantes secretos. Uno de ellos acaba de ser desvelado por Simón Blanco Algarín, uno de los grandes especialistas en las representaciones prehistóricas que esta Navidad descubrió durante una de sus incursiones en el Parque de Los Alcornocales un nuevo yacimiento rupestre. Pequeño, pero lleno de curiosidad.
Las pinturas halladas por Simón Blanco se encuentran en un abrigo, llamado del Pilar, ubicado en Los Barrios, en el afloramiento de arenisca más septentrional de una serie de cerros ascendentes situados en el "eje orográfico hacia el puerto del Hombre", en la "línea de cumbres que hacen de horquilla entre la cuenca del río Palmones y la cuenca de la laguna de la Janda, donde destaca el paso de montaña conocido como puerto del Castaño, enclave estratégico que cuenta con una de las mayores concentraciones de yacimientos rupestres de la región".
La pequeña cueva apenas tiene capacidad para dar cobijo a un par de personas. Se encuentra a 250 metros de altitud y con orientación nornoroeste. La entrada es circular, de unos 70 centímetros de diámetro, y un desarrollo horizontal ligeramente ascendente que mantiene el mismo perfil de la entrada pero que apenas supera los dos metros de profundidad, "características que le confieren su aspecto tubular y dota a su interior de un permanente estado de penumbra".
Según explica su descubridor. "la oscuridad interior ha impedido el desarrollo de las nocivas costras liquénicas que son inherentes de este patrimonio tan superficial, fenómeno que se ve potenciado por el imparable desmantelamiento que sufren los abrigos labrados en las areniscas". Sin embargo, advierte, estas son las condiciones ideales para el desarrollo de comunidades de nidos de avispas alfareras, que han colonizado completamente el techo y parte de las paredes, alterando gravemente las superficies y ocultando las propias pinturas.
"A pesar de los condicionantes previos de la vulnerable arenisca, de la degradación que sufre el mercantilizado entorno alcornocal con el que el Arte Sureño se encuentra estrechamente vinculado y de las reducidas dimensiones del abrigo, aún pueden intuirse numerosas manifestaciones pintadas distribuidas tanto en los laterales como el fondo del mismo", relata el espeleólogo.
Los lugares donde aún son visibles las pinturas rupestres, presentan unos conjuntos de ejecución simple, con una temática muy reducida formada por agrupaciones de puntos, barras y manchas. Estas últimas, en algunos casos, aún "pueden identificarse con formas antropomorfas muy elementales, que junto al resto de signos, fueron adaptados de forma ordenada a las discontinuidades de una superficie muy estratificada como es característico de las rocas sedimentarias". "El discurso gráfico resultante posee un significado que nos resulta hermético en la actualidad, pero que sería accesible para el grupo humano por el que fue codificado y que por la insistencia de estos signos que se repiten en todas las descripciones peninsulares de este tipo de arte, podría tipificarse dentro del complejo rupestre esquemático regional", continúa.
Una de las peculiaridades del yacimiento del Pilar es la existencia en el mismo afloramiento rocoso de al menos una docena de tumbas antropomorfas tardoromanas. "Son pequeñas necrópolis de tumbas excavadas en la roca, que se encuentran vinculadas a la ruralización de la sociedad durante el periodo de inestabilidad provocado tras la caída de la provincia Bética romana".
Esta circunstancia, que se repite en el entorno inmediato de la mayoría de los yacimientos rupestres del Campo de Gibraltar y la Janda, se debe a dos fenómenos culturales que aun siendo asincrónicos, responden a un mismo modo de vida campesina con formas de organización social y productiva muy similares, "lo que condujo necesariamente a la ocupación y sacralización de los mismos emplazamientos, constituyéndose como un compromiso práctico de estas sociedades con la delimitación de los ecosistemas que posibilitaban su modo de vida", explica Blanco Algarín.
El abrigo del Pilar fue localizado el 28 de diciembre de 2020 y ha sido comunicado a las autoridades competentes para su reconocimiento como Bien de Interés Cultural (BIC). Su importancia no radica tanto en las propias manifestaciones, muy desvaídas por el paso del tiempo, sino en el hecho de encontrarse separado varios kilómetros del yacimiento rupestre más cercano. "Esta circunstancia viene a rellenar un importante vacío dentro de la dispersión geográfica del Arte Rupestre Prehistórico en la región del estrecho de Gibraltar", explica el descubridor.
Este nuevo hallazgo, subraya, vuelve a incidir en el extraordinario potencial arqueológico de las areniscas del Aljibe pero también muestra, por culpa de la acción de estos insectos que alteran el soporte rocoso, una de las múltiples circunstancias negativas que concurren en la conservación de este frágil patrimonio universal que es el Arte Sureño. Simón Blanco entiende que es "acuciante" la "necesidad de un tutelaje que permita valorar y actuar sobre los daños provocados por la falta de seguimiento que ha habido hasta la actualidad de una simbología milenaria que nos es propia, identitaria de nuestro territorio y que reclama ser reconocida, protegida y promovida antes de su desaparición".
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