Tres personajes santiaguistas frente a la Algeciras musulmana (I)

Instituto de Estudios Campogibraltareños

Debieron ser muchos los freires de la Orden Militar de Santiago que participaron en las acciones militares emprendidas por los reyes de Castilla contra Algeciras

Solo tres de ellos, debido a su categoría dentro de la Orden, fueron sepultados en el interior de la iglesia de Santa María de Tudía (Tentudía)

Gustavo Bacarisas, el pintor de las costumbres

Sobre un plano del siglo XVIII se señala la ubicación de las puertas de Algeciras en el siglo XIV.
Sobre un plano del siglo XVIII se señala la ubicación de las puertas de Algeciras en el siglo XIV.
Manuel López Fernández

29 de enero 2024 - 02:00

El Maestre Pelay Pérez Correa

El maestre santiaguista Pelay Pérez Correa era de origen portugués y alcanzó el maestrazgo de su Orden de Santiago en 1242, cuando todavía no llegaba a los cuarenta años de edad. Por esta razón y por la fama que le precedía, fue colocado por el rey Fernando III de Castilla como asesor militar de su hijo y heredero, el infante don Alfonso.

Juntos participaron en la reconquista del reino de Murcia, llegando a reconocer el infante en un documento el afecto que profesaba al maestre, pero andando el tiempo ambos personajes se distanciaron un poco debido a la intervención militar del infante don Alfonso en el reino de Portugal, lejos del agrado de su padre, más interesado en hacerse con la ciudad de Sevilla, a la que no tardó en poner cerco.

Poco antes de que esta ciudad cayera en manos de Fernando III, el rey envió a Sierra Morena al maestre Pelay Pérez Correa para que eliminara el peligro que la presencia musulmana suponía para las recuas cristianas que, desde el reino de León, abastecían al ejército sitiador.

El maestre y su hueste se desplazaron hasta la encomienda santiaguista de Montemolín en el verano de 1248 para solucionar el problema y, cuando finalizaban aquellas operaciones militares, las tropas cristianas se vieron envueltas en un complicado enfrentamiento el día de la Natividad de Santa María -8 de septiembre-, el cual terminó con la victoria de los santiaguistas después que el maestre implorara la ayuda de Santa María. En acción de gracias, Pelay Pérez Correa fundó en lo alto de la sierra más elevada de la comarca la iglesia de Santa María de Tudía.

Cuando don Alfonso alcanzó el trono de Castilla -allá por 1252- la vieja amistad entre el maestre y el nuevo rey recobró fuerza, pero con el transcurso de los años se deterioró ese vínculo porque el maestre no se ceñía a las pretensiones del monarca. El deseo de imponer el Fuero Real en Castilla llevó al rey a un enfrentamiento con un importante grupo de nobles, algunos muy próximos al monarca. Esta situación interna del reino se mezcló con la político-militar frente a Granada, cuando los benimerines atacaron Vejer en junio de 1272. Entonces Alfonso X ordenó a su hijo Fernando, el heredero del trono, que desde Sevilla emprendiera acciones ofensivas contra Granada.

Los problemas con los nobles fueron en aumento hasta el punto de que estos abandonaron el reino de Castilla y se refugiaron en el de Granada. Aquello fue un duro golpe para el prestigio de Alfonso X, quien preparaba por entonces una visita al papa Gregorio X, con la pretensión de que este le nombrara titular del Imperio Romano Germánico. Por otro lado, temiendo el rey de Castilla la alianza de aquellos nobles rebeldes con el rey granadino y sus consecuencias en las fronteras, reunió un “ayuntamiento” de nobles y concejos en la villa de Almagro (Ciudad Real), en marzo de 1273. De la lectura de la crónica se infiere que una vez terminado este “ayuntamiento”, el rey ordenó a su hijo y heredero, el infante don Fernando de la Cerda, que se desplazara hasta Córdoba y desde aquí vigilara militarmente la frontera al tiempo de negociar la vuelta de los nobles rebeldes a Castilla. El rey envió con el infante toda la gente de armas que pudo, entre los que destacaban importantes señores laicos y fuerzas concejiles, junto a los maestres y fuerzas de las órdenes militares: Santiago -Pelay Pérez Correa-, Calatrava -Juan González- y Alcántara -García Fernández-.

Estando en Córdoba el infante don Fernando, a finales del mes de marzo, fue informado de que el hijo del sultán Abu Yusuf había desembarcado en Algeciras. Temiendo unas consecuencias parecidas, o tal vez peores que las ocurridas el año anterior, tanto el infante como sus consejeros creyeron acertado desplazarse hasta el Estrecho para frenar a los invasores, evitando así que los norteafricanos pudieran aliarse con los granadinos y con los nobles rebeldes. Pero el desembarco de los benimerines en Algeciras resultó un bulo, así que el infante y sus huestes regresaron de nuevo a Córdoba tan rápido como pudieron, por lo que a la operación se le consideró un auténtico fracaso. Así lo califica el rey en una carta dirigida a su hijo, escrita a primeros de junio de 1273, en la que le aconseja ampliamente al infante al tiempo de indicarle que se cuide mucho de los consejos de aquellos nobles que don Fernando tenía en Córdoba. Entre otras muchas cosas, señala el rey a su hijo: “Et escarmentado deuieredes seer del consejo que vos dieron oganno, que en lugar de ir a Granada [….] fizieronvos yr a Algeziras, faciendovos creyente que el fijo de Aben Yusaf era y. E en aquel camino non ouiste pro nin honra”.

Medallón con la imagen del maestre Pelay Pérez Correa en la Plaza Mayor de Salamanca. Siglo XVIII.
Medallón con la imagen del maestre Pelay Pérez Correa en la Plaza Mayor de Salamanca. Siglo XVIII.

Ateniéndonos a las palabras de Alfonso X, fue aquella una operación con escasa trascendencia histórica y más pena que gloria para el infante don Fernando, razón por la que la incursión militar no ha sido tratada por los historiadores. Sin embargo, y a título personal, creo interesante el asunto por tres razones: ser esta la primera incursión cristiana que llega hasta Algeciras, la presencia misma del maestre santiaguista, y la singularidad de aquella expedición. La calificación de singular viene dada por las circunstancias políticas que la rodearon, la rapidez de la misma y el itinerario que pudieron seguir aquellos expedicionarios.

Como de las circunstancias políticas ya he hablado, debo señalar ahora que el punto fuerte más avanzado de la frontera castellana por la zona de Algeciras se situaba entonces en Alcalá -de los Gazules-, así que se imponía llegar al mismo con la mayor rapidez posible con fuerzas provenientes de Sevilla y de Córdoba. Desde esta última, la incursión debía hacerse sin pisar tierra granadina para no despertar alarma, razón por la que me inclino a pensar que el itinerario seguido desde Córdoba pasaba por Écija, Osuna, Morón, el actual Puerto Serrano, y el castillo de Matrera, para cruzar por el desfiladero llamado hoy Boca de Foz, entre las sierras de Cabra y de la Sal, y bajar luego por la cuenca del río Farjas hasta el curso del río Barbate. Era este un buen lugar para reunir los contingentes llegados desde Sevilla y Jerez, por lo que los expedicionarios pudieron seguir luego por el curso del río Palmones hasta alcanzar Algeciras.1 Pero viendo que aquí no se había producido desembarco alguno, las fuerzas cristianas estuvieron poco tiempo frente a las murallas de esta ciudad por falta de víveres.

Dos años más tarde de esta incursión, en 1275 concretamente, moría el maestre Pelay Pérez Correa en Montalbán (Teruel) cuando venía de Lyon (Francia) de entrevistarse con el papa Gregorio X. El maestre fue sepultado en el claustro de la iglesia del Hospital de Talavera de a Reina, pero estando bastante deteriorada esta iglesia a finales del siglo XVI, los visitadores de la Orden solicitaron que se buscara otro lugar más digno para “sepoltura de maestre de tan loable memoria”. Por este motivo el rey Fernando el Católico, administrador de la Orden por entonces, dispuso que los restos mortales del maestre Pérez Correa fuesen trasladados y sepultados en Santa María de Tudía; tal deseo se dio a conocer al cardenal Cisneros y este ordenó a las autoridades civiles y religiosas de Talavera, en noviembre de 1510, que se procediera con toda solemnidad a la exhumación de los huesos del maestre.

Fernán Rodríguez Mexía

En otra crónica real, la de Alfonso XI en este caso, encontramos también a otro santiaguista luchado frente a los musulmanes de Algeciras entre los años 1342 y 1344. Se trata ahora del comendador mayor del reino de León en la Orden de Santiago, Fernán Rodríguez Mexía. Este hombre había sido elegido para tal cargo por el maestre Alonso Méndez de Guzmán en el verano de 1338 y participó en la batalla de Siles al año siguiente, en la del Salado en 1340 y en la toma de Alcalá la Real en 1341.

En agosto de 1342 Alfonso XI inició el cerco de Algeciras con la presencia en el mismo de fuerzas de la Orden de Santiago, bajo e mando del maestre Alfonso Méndez de Guzmán; pero este murió en septiembre y se hizo necesario nombrar otro dirigente en el seno de la institución. Aprovechando tal situación, el rey Alfonso XI dispuso que el consejo elector santiaguista designara al infante don Fadrique, un niño de nueve años que estaba presente en Algeciras al frente de sus vasallos.

La ortogonal figura del santuario mariano se recorta sobre la cima de la sierra de Tentudía, a 1104 m de altitud.
La ortogonal figura del santuario mariano se recorta sobre la cima de la sierra de Tentudía, a 1104 m de altitud.

Atendiendo la petición del monarca el citado consejo designó a don Fadrique, pero dada la edad del nuevo maestre se acordó nombrarle un tutor que actuara como lugarteniente del infante, mientras llegaba de la Santa Sede la aprobación del nombramiento maestral.

En este compás de espera, en el mes de febrero de 1343, el rey de Castilla recibió a una embajada del rey de Granada, y queriendo el monarca castellano que su hijo Fadrique estuviera representado en la recepción, acudió al acto “Don Fernand Rodriguez, Teniente- logar del Maestre”. Buena parte de los historiadores que han tratado estos hechos vienen a decir que el lugarteniente del infante don Fadrique lo era Fernán Rodríguez, señor de Villalobos y ricohombre de Castilla; pero no estoy de acuerdo con esta apreciación al considerar que el lugarteniente del maestre santiaguista lo era Fernán Rodríguez Mexía, comendador mayor de Santiago. Lo creo así porque en el cerco de Algeciras se dieron unas puntuales circunstancias, las cuales no se descubren al menos que se haga una atenta lectura de la crónica de Alfonso XI y se contraste la información obtenida con el terreno que rodea Algeciras.

Una de estas circunstancias fue el adelantamiento de posiciones de los vasallos de don Fadrique -para situarse donde estaba la Orden de Santiago- en el momento mismo que el infante fue nombrado maestre, muy posiblemente en el mes de octubre de 1342; la segunda fue la presencia de Fernán Rodríguez Mexía en la recepción a la embajada del rey de Granada (en el mes de febrero), y la tercera que el señor de Villalobos todavía no había llegado al cerco de Algeciras. La fecha de la llegada de Fernán Rodríguez de Villalobos a Algeciras se produjo bien entrado el mes de marzo, momento en el que el rey le ordena asentar con su hueste junto a Juan de la Cerda -cuñado del señor de Villalobos-, en la vega del río de la Miel. Al hilo de lo anterior, me parece que otros historiadores no han tenido en cuenta que los santiaguistas acampaban en aquellos momentos bastante alejados de la citada vega, ya que lo hacían en el sector del Fonsario, frente a la puerta de Gibraltar.

Artículo publicado en el número 59 de Almoraima, revista de estudios campogibraltareños. Octubre 2023

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