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La pesca en el puerto de Algeciras entre los años 1913 y 1939

Estampas de la historia del Campo de Gibraltar

La construcción del muelle de la Galera y el Protectorado español en Marruecos reavivaron el sector pesquero algecireño

La demanda de los empresarios hizo urgentes la ampliación de las instalaciones

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La pesca en la bahía de Algeciras, Tarifa y Ceuta entre los siglos XII y XV

Barcos de pesca y enseres depositados en el lado norte del muelle de la Galera en el año 1930.

La actividad pesquera había sido, desde la antigüedad, una de las más destacadas en las poblaciones de la bahía de Algeciras como se ha expuesto en artículos anteriores. Después de más de tres siglos de abandono, la ciudad volvió a resurgir a principios del siglo XVIII, iniciándose de nuevo una actividad que había sido la base económica de los habitantes de la zona durante siglos. Aunque a unos niveles artesanales y de autoconsumo, al menos hasta mediados del siglo XIX, a excepción de la instalación para salazón de sardinas que los catalanes tenían en la desembocadura del río Palmones para exportarlas en banastas al Levante y Ceuta. Pero, durante el siglo XVIII, los conflictos bélicos y el contrabando con Gibraltar perjudicaron la actividad pesquera (como se ha expuesto en un artículo anterior). Hasta la construcción del muelle de la Galera, la falta de muelles, dársenas y obras de abrigo obligaba a los faluchos y barcas pescadoras a buscar refugio en el inseguro fondeadero del río de la Miel, vendiendo las capturas realizas durante la noche en la Pescadería que estaba situada en el extremo norte de la Marina.

A partir de la construcción del muelle de la Galera, iniciada en 1913, y con el establecimiento del Protectorado Español en Marruecos, un año antes, se asistió a un largo período de desarrollo de la pesca en el puerto algecireño. Estas dos circunstancias, pero, sobre todo la segunda de ellas, que permitió explotar el rico caladero marroquí y canario-sahariano, posibilitaron que, a partir del año 1920, comenzaran a instalarse empresas de pesca del norte de España en algunos puertos del sur atraídas por la riqueza pesquera de las aguas norteafricanas atlánticas. Desde unos años antes, el agotamiento de los caladeros tradicionales, cercanos al litoral de Galicia, obligó a los empresarios de la pesca norteños a buscar nuevas áreas para el desarrollo de su actividad. Una gran parte de la flota de arrastre se desplazó, en esos años, a nuevas bases situadas en el sur, sobre todo al puerto de Algeciras. El sector pesquero en el puerto algecireño no hizo más que crecer en las décadas siguientes hasta convertirse, en los años treinta y cuarenta, en la principal actividad de este puerto, que llegó a ser uno de los más importantes de España en desembarque y comercialización de pesca fresca.

En agosto de 1923 se hace referencia a la gran actividad desarrollada en el muelle de la Galera por la Sociedad Pesquera Viguesa, que disponía de una flota de barcos de vapor de pesca y que se había instalado en Algeciras unos años antes para centralizar en su puerto la actividad pesquera que realizaba en los caladeros del litoral africano. Desde 1928, como Hijos de J. Barreras, S. A., la empresa viguesa, que poseía un almacén y oficinas en el muelle de la Galera, en el que tenía un depósito de carbón para sus vapores, encabezó el enorme desarrollo que se iba a producir en el puerto de Algeciras en el sector pesquero en las décadas siguientes hasta el año 1960, cuando se iniciaría un lento pero acusado declive de la actividad.

La demanda por parte de los empresarios dedicados a la pesca de locales para el almacenamiento, preparación del pescado y su comercialización, así como la construcción por la Junta de Obras de varios barracones de madera en el muelle para redes y otros útiles, están evidenciando el auge que estaba adquiriendo el sector de la pesca en el puerto algecireño. Este notable incremento de la actividad no pasó desapercibido para las autoridades de Hacienda que, por Real Orden de 17 de marzo de 1930, dispuso que se implantara en el puerto de Algeciras el impuesto sobre el valor de la pesca desembarcada, consistente, en un principio, en un tipo del 0,30 % de dicho valor. También ordenaba que el producto de la recaudación se remitiera trimestralmente a la Junta Central de Puertos. En el tercer trimestre de 1930 el valor total de la pesca comercializada fue de 432.060 pesetas; en el segundo trimestre de 1932 la cantidad ascendió a 711.956 pesetas y en el cuarto trimestre de 1934 a 1.698.163 pesetas.

A mediados de julio de 1932 está documentada la exportación, a través del puerto de Gibraltar, de pescado congelado desembarcado y preparado en el puerto algecireño con destino a América. Por las mismas fechas se menciona la llegada de vagones frigoríficos desde Madrid para cargar pescado. Se trata del famoso Tren Pescadero que, desde las inmediaciones de la estación del muelle de la Galera, partía diariamente con pescado para surtir a los mercados de Madrid.

El gran incremento de la actividad pesquera acontecida entre 1920 y 1939 reclamaba, no obstante, urgentes ampliaciones y mejoras, tanto en las superficies de muelle disponibles en exclusiva para el sector, como en instalaciones dedicadas al tratamiento y preparación del pescado, almacenes, fábrica de hielo, varaderos y oficinas. Desde 1925 serían frecuentes las quejas de los pescadores y de las empresas que se dedicaban a la preparación y exportación de las capturas a la Junta de Obras del Puerto exigiendo la habilitación de superficies donde ellos pudieran realizar sus labores sin los inconvenientes producidos por la presencia de pasajeros en tránsito (para embarcar o desembarcar desde Gibraltar, Ceuta o Tánger) y el almacenamiento de mercancías (sobre todo corcho para exportar) que ocupaban zonas del muelle que, habitualmente, ellos utilizaban. La Sociedad Pesquera Hijos de J. Barreras, conocida popularmente en la ciudad como La Viguesa, venía solicitando, al menos desde el año 1926, que la Junta de Obras del Puerto le proporcionara un espacio en el muelle de la Galera para establecer un depósito de carbón con el que abastecer a sus 110 barcos de pesca que operaban en este puerto.

Así, en junio de 1933 se presentó el proyecto de ampliación de la, ya insuficiente rampa-varadero de la Isla Verde, para atender la demanda de reparaciones de embarcaciones de pesca, y el proyecto de edificación de casetas para pesquerías en el lado norte del muelle de la Galera, en las que se pudieran seleccionar, exponer y comercializar las abundantes capturas desembarcadas cada día. Sin olvidar el proyecto para reparación de artes de pesca en la zona de El Chorruelo presentado en agosto de ese año y el ambicioso proyecto de construcción de un muelle al nordeste del de la Galera dedicado exclusivamente a actividades pesqueras (luego muelle Pesquero) aprobado en abril de 1934.

En lo que se refiere al acuerdo de construcción del citado muelle, la Comisión portuaria lo fundamentaba en "la necesidad de la obra a realizar para que el movimiento adquirido por las industrias pesqueras en el puerto tengan los adecuados medios de desenvolverse y adquiera la importancia que la situación geográfica del mismo le permite tener por su proximidad a las zonas de pesca y como centro apropiado de distribución para los mercados del sur de España y de Madrid". En octubre de 1934 se presentaron a la Comisión dos instancias: una de la Sociedad Anónima que ya regentaba una fábrica de hielo en el muelle y otra de José Ros Pineda, solicitando que les fuera concedida la ocupación del local adosado a las Casetas de Pesquerías para destinarlo a depósito de hielo. En la sesión celebrada el 29 de febrero de 1935, la Comisión quedaba enterada de la Orden de 15 de dicho mes que, en consonancia con el Decreto de 27 de noviembre pasado, se clasificaban los puertos, a los efectos del pago del Impuesto de Pesca, en varias categorías, estando incluido el puerto de Algeciras entre los de primera clase y por tanto gravado con un impuesto del 0,30 % del valor de la pesca, similar al que ya venía soportando la actividad.

La Guerra Civil no truncó el desarrollo que, desde 1920, venía caracterizando a la actividad pesquera, aunque en los meses que siguieron al levantamiento militar del 18 de julio se produjo una breve paralización del sector. Pero, superados los primeros meses de guerra, la flota pesquera y las industrias dedicadas a la preparación y exportación del pescado reemprendieron su labor recuperando, en poco tiempo, los niveles de producción previos al conflicto bélico, incluso con cifras muy superiores a partir de 1938, como evidencian las noticias recogidas en las Actas de la Junta de aquellos años y los estudios estadísticos conservados. La Sociedad de Pesquería Hijos de J. Barreras, a la que se unió a principios de 1939 la Sociedad Lloret y Llinares, continuaban ejerciendo su labor extractiva en aguas canario-saharianas durante los años de la guerra, y otras empresas ocupadas en la preparación y exportación de pescado solicitaron locales para poder desarrollar su actividad en el mismo período de tiempo, como fue el caso de Antonio Moya Beltrán, industrial dedicado a la preparación de pescado, que solicitó el 9 de agosto de 1938 un edificio en el Saladillo para tratamiento de pescado, a lo que la Junta accedió a concedérselo durante un año prorrogable y el pago de 1.000 pesetas de canon al año. La demostración de que el sector pesquero no sufrió merma alguna durante los años de guerra la ofrece, sobre todo, el análisis de las cantidades recaudadas en las anualidades de 1937, 1938 y 1939 por el impuesto sobre el valor de la pesca desembarcada, que indican incrementos muy significativos. Entre los meses de abril y octubre de 1937 se recaudaron 234.309 pesetas, pero, a lo largo del año 1938, fueron 8.583.570 pesetas y entre los meses de febrero y octubre de 1939, 10.983.135 pesetas.

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