Pompeyo en Carteia. Relaciones de la colonia libertinorum con la gens pompeia (I)
Instituto de Estudios Campogibraltareños
El papel jugado por Carteia durante las guerras civiles a finales de la República romana ha hecho que numerosos autores den por hecho que tomó partido por la facción pompeyana

Uno de los periodos más atractivos de la historia de Roma es el transcurrido durante la segunda mitad del siglo I a. C. A tiempos excepcionales les corresponden personas excepcionales y de entre todos los personajes que protagonizaron de una u otra forma los avatares políticos de este convulso siglo I a. C. si tuviéramos que elegir a tres de ellos, uno sería sin ninguna duda Gneo Pompeyo.
Orosio se refirió a él como homo romanorum modetarissimus y Plutarco lo describe como una persona bastante afable y sobria, de costumbres templadas. Había nacido en 106 a. C. hijo en una familia perteneciente a la aristocracia romana. Desde muy joven se vio inmiscuido en los asuntos políticos como el juicio que se celebró tras la muerte de su padre y del que salió absuelto. Hacia el año 89 a. C. comenzó su carrera militar, de la mano de Sila, pacificando la región del Piceno, donde su familia poseía numerosas propiedades. Esta campaña le valió el reconocimiento por parte de Sila como imperator. Este prestigio, que fue ganándose poco a poco, le valió para que Sila lo denominase Magno, aunque es el mismo autor quien afirma, en otro lugar de su obra, que fueron los propios soldados en África los que le dieron el apelativo. Tras esto, los acontecimientos no hicieron sino profundizar en la construcción de un gran líder: revuelta de Lépido en 78 a.C., el episodio sertoriano (74 a 71 a. C.), la sofocación de la rebelión de los gladiadores (73 a 71 a. C.), lo cual le valió el ascenso al consulado en el año 70 a. C. teniendo como colega a Marco Licinio Craso.
Es ahora cuando comenzará una frenética actividad, sobre todo después de la concesión del Imperium marítimo por la Lex Gabinia del año 67 a. C. Este le permitía operar en toda la costa mediterránea, lo cual puso a su disposición ingentes recursos y toda la flota romana. Igualmente, el periodo comprendido entre los años 74 a 63 a. C. lo ocupó en la llamada Tercera Guerra contra Mitrídates, rey del Ponto cuya victoria le procuró la anexión de Bitinia y Siria además de del reino de Judea y Fenicia. Estos éxitos se verían empañados por los acontecimientos que comenzaban a perfilarse en Roma; por un lado, estaba la facción de Marco Licinio Craso que contaba con ingentes recursos debido a su gran patrimonio y por otro emergía la figura de Cayo Julio César. No obstante, Pompeyo era quien se presentaba como el gran caudillo vencedor en Oriente.
Desde el año 59 a. C. funcionaba un acuerdo conocido como primer triunvirato entre Craso, César y Pompeyo. Para evitar un conflicto que se avecinaba, tuvo lugar la entrevista de Lucca en 56 a. C. donde los triunviros acordaron el consulado de Craso y Pompeyo. y más tarde pasaría a manos de César. Esto le valió a Pompeyo hacerse cargo de las provincias de Hispania —Citerior y Ulterior— y el sistemático envío de clientes y adeptos a su causa.
La muerte de Craso en la batalla de Carras en 53 a. C. dejó frente a frente a estos dos grandes personajes. Podemos decir que fue a partir del año 50 a. C. cuando la situación política entre Pompeyo y César comenzó a deteriorarse, máxime desde el éxito logrado por el último con la incorporación de las Galias. El enfrentamiento estaba servido, lo cual provocó una cruenta guerra civil que terminó en 48 a. C. con la muerte de Pompeyo.
Pompeyo en Hispania
La campaña hispana de Pompeyo se inició en el año 49 a. C., aunque, dos décadas antes, su poder en Hispania ya se había establecido. La muerte de Sertorio no hizo sino incrementarlo. Desde el año 72 a. C., algunas resistencias en la Hispania Citerior fueron sofocadas por Pompeyo, no sin ciertos problemas. César recordaba que muchas ciudades de la Celtiberia temían al nombre de Pompeyo.
No solamente fue por medio del terror como ganó Hispania a su causa. Pompeyo llevó a cabo un importante programa de atracción de las poblaciones autóctonas, suscribiendo pactos de hospitalidad e incluso la creación de núcleos urbanos como Pompaelo. Utilizó la Lex Gellia-Cornelia para conceder la ciudadanía romana a muchos habitantes del valle del Ebro y del levante. Pero no solamente actuó en la Citerior, sino que en la Ulterior llevó a cabo similares políticas. En Gades, contactó y ayudó a la promoción de la familia de los Balbos. Esto le facilitaría, años más tarde, el reclutamiento de varias legiones en estos territorios.
Pompeyo abandonó Hispania el año 71 a. C. no sin antes levantar en los Pirineos un trofeo donde personificar la pacificación de las provincias lo que le valió la concesión por parte del Senado de un triunfo. Tras la proclamación en el año 49 a. C. de César como dictador y la expulsión de Pompeyo de Italia, este último decidió traer la guerra a Hispania, donde le esperaban siete legiones fieles a su causa. La guerra, llevada, hasta la presencia de César por los distintos lugartenientes de ambos bandos, fue cruel e intensa. La desarticulación de las siete legiones pompeyanas fue cuestión prioritaria para César una vez consolidado su poder en Roma. Estas legiones estaban comandadas tres por Afranio que guardaba la Citerior; Varrón con dos defendía la Ulterior y Petreio con otras dos la Lusitania. Pero veamos cómo lo vio el propio César, quien describió la situación del siguiente modo:
A la llegada de Lucio Vibulio Rufo, que había sido enviado a Hispania por Pompeyo, los tres legados de éste, Afranio, Petreio y Varrón (de los cuales el primero ocupaba con tres legiones la Hispania Citerior; el segundo con dos legiones la Ulterior desde la sierra de Castulo hasta el río Anas, y el tercero, a partir del Anas, la región de los vettones y la Lusitania, también con dos legiones) se repartieron entre sí los cometidos.
Petreio desde la Lusitania, atravesando el país de los Vettones, se reuniría con Afranio con todas sus fuerzas y Varrón con las legiones que tenía aseguraría la defensa de la Hispania Ulterior. Tras la victoria cesariana en Ilerda, Petreio se dirigió a la Ulterior, donde le esperaba Varrón. Sin embargo, el nefasto gobierno de éste con continuos saqueos y expolios a la población y la acertada política de concordia con las ciudades de la que hizo gala César hizo que importantes ciudades como Corduba, Carmo o Gades le cerrasen las puertas a Varrón lo que le obligó a entregarse a César sin lucha. César llevó a cabo una política de apaciguamiento, restituyendo los bienes confiscados por Varrón, devolviendo el tesoro del Heracleion gaditano a sus legítimos poseedores, promoviendo a municipio a la ciudad de Gades y poniendo al frente de la provincia a su legado, Quinto Cornificio, con cuatro legiones bajo su mando.
Los hijos de Pompeyo y su presencia en el Estrecho de Gibraltar: Carteia
Sin embargo, la situación en Hispania nunca estuvo del todo controlada por César, debido a la gran fuerza que todavía mantenía el partido pompeyano, la nefasta gestión de sus legados, en especial de Casio Longino, y la capacidad de lucha de los hijos de Pompeyo. Además, tras la finalización de la campaña de Ilerda, César había licenciado las tropas de Pompeyo, de las que gran parte eran terratenientes con fuertes intereses en Hispania. Pompeyo, igualmente, contaba con el respaldo de la población civil, especialmente en la Hispania Ulterior y en sus grandes ciudades, de las que Carteia formaba parte importante; así, podemos decir que la causa pompeyana en Hispania no estaba, ni mucho menos, finiquitada.
El valle del Guadalquivir y las costas mediterránea y atlántica, actualmente andaluzas, estaban poblados por gentes de alto poder adquisitivo que compartían intereses con el partido aristocrático respaldado por los pompeyos. Se correspondían con las clases más altas de las ciudades, miembros de las élites municipales que veían en César y el partido popular reformas que entendían contrarias a sus intereses. Terratenientes y ricos comerciantes, por tanto, se vieron obligados a tomar partido por el bando aristocrático representado por los pompeyos.
No es de extrañar que Carteia, ciudad con fuertes lazos comerciales y una industria pesquera bastante poderosa, se inclinara por el partido de los optimates. Eso no quiere decir que la ciudad en bloque fuese partidaria de uno u otro bando. Indudablemente habría facciones que, en vista del curso de los acontecimientos, se harían notar en mayor o menor medida.
Fue en el año 48 a. C. cuando, siendo gobernador Quinto Casio Longino, en la Ulterior, ante lo que consideraban un expolio continuado de sus patrimonios, los munícipes de las ciudades más importantes se rebelaron. César le ordenó que pasase con su ejército a África para combatir la resistencia pompeyana, apoyadas por el rey númida Juba, por lo que Casio Longino ordenó nuevas levas militares que exacerbaron, más si cabe, a las, ya de por sí, enemistadas poblaciones de la Ulterior. Estableció su campamento en Corduba y a punto estuvo de morir merced a una conspiración urdida contra el propio gobernador.
La derrota en Farsalia, acaecida el 9 de agosto del 48 a. C. y la posterior muerte de Pompeyo el 28 de septiembre no acabó con el ímpetu del partido senatorial. Tito Torio se levantó contra Longino lo cual obligó a éste a pedir auxilio a Marco Emilio Lépido, gobernador de la Citerior y al rey mautitano Bogud. Longino fue sustituido por Trebonio. Sin embargo, la revuelta había tomado gran importancia, hasta el punto de que los principales dirigentes del partido senatorial, que se encontraban en África, Catón el Joven y Quinto Cecilio Metelo Escipión, mediaron para que el mayor de los hijos de Pompeyo, Gneo, prosiguiera la guerra en Hispania, donde no le sería difícil reclutar un ejército.
Así comenzó la aventura hispana de Gneo Pompeyo el Joven, con la conquista de las islas baleares y su llegada a Hispania, donde le esperaban ansiosos Tito Escápula y Quinto Apronio, que lograron que toda la Ulterior se levantase. En África, la causa pompeyana estaba próxima a su desaparición, por lo que el segundo de los hijos, Sexto, junto con Labieno y Atio Varo, se unieron al hermano mayor en la Ulterior.
Las fuentes que transmiten estos hechos, el Bellum Alexandrinum y el Bellum Hispaniense, no destacan precisamente por su objetividad siendo claramente partidarias de César. Esto hace pensar que César puso un especial empeño en mostrarnos un ambiente de la Ulterior proclive a su causa que, quizás no fuese del todo cierto y verdaderamente la provincia estuviese del lado de los hijos de Pompeyo. La manifiesta crueldad de Casio Longino, al que los autores procesarianos colocan como el causante del levantamiento de la provincia y el envío apresurado de dos legiones reclutadas en Italia, inducen a pensar que los apoyos de César en la provincia eran más bien escasos.
Sin embargo, ¿qué hacía proclive para la causa pompeyana a la Ulterior? Por un lado, desde el reparto de Lucca del año 55 a. C., la provincia había estado en manos de Pompeyo y su influencia se dejó sentir no solamente en las aristocracias locales sino incluso en las clientelas militares. La Legio Vernacula, como su nombre indica, fue reclutada por Pompeyo allí y si bien fue la primera en desertar, tras el desastre de Ilerda, quizás fuera por motivos provocados por la pésima gestión al mando de Varrón. Prueba de esto es que, apenas los hijos de Pompeyo llegaron a la Provincia, fue de las primeras en mantenerse fiel a su causa hasta que, prácticamente, desapareció en la batalla de Munda.
Igualmente, vimos en líneas anteriores como los licenciados por César tras el episodio de Ilerda, retomaron su compromiso con Pompeyo. Por otro, la población civil, en especial la residente en los núcleos urbanos formada por cives romani, era claramente partidaria de la facción aristocrática, debido a sus fuertes intereses económicos como latifundistas y grandes comerciantes. Estos señores no formaban parte de un proletariado urbano sino de numerosos latifundistas en el valle del Guadalquivir y grandes comerciantes en las ciudades costeras que lógicamente veían en el partido senatorial sus aspiraciones a conservar su estatus social.
Un ejemplo de esto podemos verlo en el miedo que desató, en su día, el desembarco de Sertorio en las ciudades y el posterior júbilo, tras su derrota a manos de Metelo. La guerra comenzó con la llegada de los legados cesarianos Quinto Pedio y Quinto Fabio Máximo; pero, ante la incapacidad de estos, el propio César, en 46 a. C., llegó a la provincia para hacerse cargo personalmente de las operaciones. La estrategia de ambos bandos estaba clara: César quería una batalla decisiva, pues contaba con mayor contingente de tropas; en cambio, los hijos de Pompeyo preferían una guerra larga amparada en la adhesión de las ciudades a su causa. El 17 de marzo del año 45 a. C. César consiguió su objetivo y en Munda logró infligir una aplastante derrota a los pompeyanos. Cneo logró huir a Carteia, perseguido por Cayo Didio, para morir semanas más tarde. César, entonces, se dirigió contra Corduba, a la que sometió a un duro castigo y más tarde, viró hacia el sur, hacia Gades y Carteia. Solamente Sexto pudo huir a través de la Celtiberia.
Artículo publicado en el número 58 de Almoraima. Revista de Estudios Campogibraltareños. Abril de 2023.
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