Los primeros españoles fotografiados en color

Sarah Angelina Acland llegó a Gibraltar en mayo de 1903 y retrató a dos gitanos canasteros con el método Sanger Shepherd

Las fotos son únicas

Los primeros españoles fotografiados en color
Los primeros españoles fotografiados en color
Juan Carlos Pardo

07 de octubre 2018 - 01:36

A mediados de este mes de octubre se presenta el próximo número de la revista Almoraima, que publica el Instituto de Estudios Campogibraltareños. En ella se recogen las actas de las XIII Jornadas de Historia del Campo de Gibraltar, que se celebraron en Gibraltar hace dos años. En ellas presenté la comunicación Sarah Angelina Acland: una pionera de la fotografía en color en Gibraltar. En ese artículo doy a conocer algunas de las más tempranas tomas de fotografías en color realizadas en la Península Ibérica.

Durante el periodo de investigación que estuve realizando en los últimos años sobre un tema vinculado con la fotografía en Gibraltar en el siglo XIX, que se ha publicado recientemente (Gibraltar 1888. Fotografía y usos militares. Trama editorial), me topé casualmente con un edificio singular que se alzaba en las laderas del Peñón: The Mount. Dejando a un lado las singularidades de la construcción, me sorprendí al descubrir que en ese espacio se habían realizado algunas de las más tempranas tomas de fotografías en color. Además el hecho de que una mujer fuera la autora de estas fotografías, en una época de tan difícil acceso para las mujeres a cualquier protagonismo profesional, hizo que se redoblara mi interés. La autora de esas fotografías fue la británica Sarah Angelina Acland, que llegó a Gibraltar en mayo de 1903 para ver a su hermano el almirante William Alison Dyke Acland, quien había sido nombrado superintendente del astillero de Gibraltar el año anterior.

Antes de venir a Gibraltar, Sarah Angelina había estado experimentando con un novedoso procedimiento para realizar fotos en color, el método Sanger Shepherd, un complejo sistema que obligaba a realizar tres negativos distintos de cada tema, con lo cual el tiempo necesario para fotografiar un motivo se incrementaba hasta los dos minutos. Sarah Angelina Acland había realizado algunas tomas de bodegones y paisajes, ninguna de personas, con este procedimiento en su Oxford natal.

Venir a Gibraltar fue determinante en su obra. Su hermano tenía asignada como residencia uno de los lugares más bellos de Gibraltar, The Mount, un lugar que había merecido los elogios del viajero romántico Richard Ford, que lo describió como "una villa mediterránea llevada a la perfección". Sarah Angelina debió recibir alguna información previa por parte de su hermano sobre cómo era este lugar, porque obviamente vino predispuesta y pertrechada con el material necesario para realizar el reportaje de su vida. La innegable belleza del lugar y las buenas condiciones de luminosidad, en comparación con las que tenía habitualmente en Oxford, se conjugaron para crear una obra que no tiene parangón con lo que se estaba haciendo en ese momento de orígenes fotográficos del color.

En las fotografías que toma en este lugar, Acland cambia su mentalidad y se introduce totalmente en el lenguaje del color: la descripción del momento visual va más allá de la descripción formal y la luz y los colores dan lugar a una impresión muy poderosa. Estas fotografías están realizadas con un criterio estético que ya no tiene nada que ver con sus fotografías monócromas. El protagonismo y el predominio del color están por encima de todo lo demás y la pone en contacto directo con la estética impresionista.

Además, las buenas condiciones lumínicas del Peñón hacen que se atreva a fotografiar personas. Lógicamente, dado el prolongado tiempo de la toma, todas aparecían sentadas, lo cual hizo que tuviera un elevado porcentaje de éxito.

Entre los fotografíados están su hermano el almirante Acland y también el que fuera gobernador de Gibraltar en ese momento, Sir George White. De este último realiza otra toma con su hija Georgina, que tenía seis años en ese momento. La niña no debió permanecer lo suficientemente quieta durante el tiempo de la toma, por lo que su rostro aparece desenfocado. Asimismo, poniendo de manifiesto su interés antropológico, realiza varias tomas de Conda, el jardinero magrebí de la residencia, y de su hermano Mustafa, al que no duda en disfrazar de niña para así tener el repertorio completo del vestuario del norte de África.

Probablemente el retrato de mayor interés es el de William Willoughby Cole Verner, uno de los personajes más interesantes entre los que deambularon por Gibraltar y sus alrededores a principios del siglo XX. Debió existir alguna sintonía entre ambos, dado su mutuo interés por la fotografía y la naturaleza. El Coronel Verner aparece sentado con una distinguida pose sobre un sillón traído desde algún rincón del imperio colonial. El detalle de la red cazamariposas que sostiene con su mano izquierda pone de manifiesto su interés por las ciencias naturales. Algunos años después de este encuentro Verner adquirió una propiedad en Algeciras, El Águila, situada en la esquina sur de la confluencia del paseo de la Conferencia con la avenida Victoria Eugenia y lamentablemente derruida en los últimos años del siglo XX. El acceso a la magnífica vivienda, diseñada por el mismo arquitecto del Hotel Reina Cristina, estaba decorado por una escultura metálica de un águila, que señalaba bien a las claras el interés ornitológico de su propietario.

Unos años después de esta toma, el Coronel Verner publicó su gran obra: My Life among the Wild Birds in Spain (su traducción fue publicada el pasado año por el Instituto de Estudios Campogibraltareños). Sus excursiones por las sierras del sur de España, muchas de ellas motivadas por interés ornitológico, hicieron que tuviese noticias de una cueva que había sido descubierta por José Bullón en 1905 cuando buscaba abono de murciélago. Verner exploró la cueva y dio a conocer el hallazgo en el Saturday Review mediante una serie de artículos, lo que pone de manifiesto otra faceta de su interesantísima personalidad. Este hecho lo puso en contacto con el abate Breuil, lo cual llevó a la consolidación y difusión internacional del hallazgo de la Cueva de la Pileta de Benaoján.

Siendo muy interesantes todas estas fotos, quiero concentrarme ahora en las que precisamente dan título a este artículo. Sarah Angelina Acland realizó dos fotografías, tituladas como Spanish Gipsies, que seguirían participando de ese interés antropológico que antes he comentado. En esta ocasión el objeto de su toma es una pareja de gitanos canasteros españoles, una de las tantas que deambulaban por Gibraltar tratando de vender su género. La pareja está sentada en un poyete, de los que se utilizaban para subirse al caballo más fácilmente, situado junto a la entrada de The Mount. Los gitanos fueron, al parecer, excepcionalmente pacientes y aguantaron dos tomas de un minuto y medio. En una de ellas la gitana mueve un poco la cabeza por lo que aparece algo desenfocada. Miss Acland, aunque estaba contenta con la paciencia y tranquilidad de la pareja, no lo estaba tanto con la composición, pues al no hablar ella español ni los gitanos inglés, la comunicación fue complicada: "Como era necesario usar un intérprete, era difícil colocarlos para obtener una fotografía artística", dejó escrito en sus diarios. El resultado de estas fotos de Acland carece totalmente de intencionalidad dramática o denuncia social, pues el propio lenguaje del color hace que se desdramatice cualquier tema. Asimismo, el color y la preparada pose consiguen suavizar y disimular los evidentes rasgos de pobreza. Se observan detalles, como el hecho de que el gitano esconde sus pies descalzos detrás de un canasto en una de las tomas, que intentan que el carácter amable sea el aspecto predominante de la escena.

Como detalle importante hay que señalar que, hasta donde llegan mis conocimientos, estos desconocidos y humildes gitanos canasteros son los primeros españoles en ser fotografiados en color en mayo de 1903. Las siguientes tomas en color realizadas en España son placas autócromas de las desarrolladas por los hermanos Lumière y, curiosamente, el Premio Nobel de Medicina Santiago Ramón y Cajal fue uno de los primeros que experimentó con ellas y quien las dio a conocer en un artículo publicado en octubre de 1907 en la revista Fotografía titulado Las placas autócromas Lumière y el problema de la copias múltiples. Así pues no fueron grandes prohombres, científicos, políticos o militares los primeros españoles fotografiados en color, sino que ese honor correspondió a estas humildes personas que sin duda pertenecían al estrato más bajo de la sociedad.

Probablemente el problema de que la obra de Sarah Angelina Acland no haya trascendido demasiado es que el procedimiento Sanger Shepherd tuvo un desarrollo muy limitado en el tiempo. Esta técnica, aunque obtenía resultados visuales muchísimo mejores que las placas autócromas, era un proceso muy complicado, por lo que casi quedó en el olvido cuando se popularizó la técnica desarrollada por los hermanos Lumière, procedimiento al que Acland también se pasó. Aún así, el historiador de fotografía en color Henry Oscar Klein llegó a afirmar en 1936 que "las transparencias en color de Miss Acland, hechas con el proceso Sanger Shepherd, nunca se han superado en brillantez y autenticidad del color, y sólo el Technicolor actual puede acercarse a ellas". Ahondando en esta afirmación de Klein y relacionándola con las imágenes tomadas en Gibraltar, creo que Sarah Angelina Acland es la primera persona que, con la comprensión del lenguaje del color en la fotografía, lleva las imágenes tomadas en Gibraltar a unas cotas que se tardó mucho tiempo en igualar.

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