Entrega de premios del Ateneo
Fotos de la entrega de los premios del Ateneo de Algeciras a María Quiros y Tatiana Delalvz
HISTORIA
El Archivo Histórico de la Universidad de Sevilla custodia numerosos fondos documentales, entre ellos, los expedientes ordenados por Queipo de Llano en 1936 por el que se exigía la depuración del personal docente, administrativo y subalterno de la universidad hispalense y sus centros adscritos, como eran el Instituto elemental de Segunda Enseñanza de Algeciras, el Instituto elemental de Segunda Enseñanza de La Línea y la Escuela Elemental de Trabajo, del mismo municipio. Estos documentos se han hecho públicos recientemente, dando acceso a la información sobre los represaliados campogibraltareños.
El objetivo del informe era recabar información sobre “los antecedentes y conducta política y moral del Profesorado” para despojar de empleo y sueldo a todo aquel que presentase una conducta “antipatriótica o amoral” (a ojos del franquismo). En los centros del Campo de Gibraltar fueron afectados quince docentes: un profesor de Algeciras y catorce de La Línea. Estas actuaciones se efectuaban una vez las tropas sublevadas tomaban las ciudades, en palabras del historiador Julián Casanova, se pasaba del terror “caliente” al terror “legal”, pues no hemos de olvidar que La Línea fue asaltada y tomada de forma sangrienta durante la Velada de 1936.
El ejemplo de la sucesión de terrores lo tenemos, desgraciadamente, en el caso del profesor auxiliar del Instituto de Segunda Enseñanza de La Línea Evaristo Ramos Cadenas. Este docente y farmacéutico de Puente Mayorga (San Roque) es conocido por el hallazgo de un sarcófago romano de Carteia que hoy se encuentra en el Museo de Cádiz. El docente llegó incluso a fundar una Sociedad Cultural de Amigos de Carteia, sin embargo, la vida de este intelectual polifacético acabó un mes después de la ocupación de la ciudad por los fascistas, siendo fusilado el 15 de agosto de 1936 en la tapia del cementerio de La Línea. ¿Su delito? Haber estado afiliado a Izquierda Republicana. El encargado de realizar el informe depurador lo catalogó de “elemento pernicioso”, “masón” y “cobarde”, porque lo imaginaban huido y por ello, en el BOE de diciembre de 1936 (tres meses después de haber sido asesinado), fue suspendido de empleo y sueldo. Tal era el nivel de violencia y descontrol de las tropas golpistas.
El odio visceral con el que fueron tratados los profesores se nota incluso en aquellos que no eran de izquierdas o habían abandonado la militancia. Tal es el caso del profesor de Algeciras Manuel Jordana Caballero, que militaba en el Partido Socialista desde los 14 años y cotizaba para el Socorro Rojo desde 1935. Al comienzo de la guerra se retractó ante los militares sublevados de “los procedimientos socialistas y comunistas” y les prestó servicios en la artillería antiaérea de Tablada (Sevilla). Fue igualmente suspendido de empleo y sueldo durante cuatro meses, sin que se sepa nada más de él posteriormente.
En el caso de profesores de derechas tenemos al director del Instituto de Segunda Enseñanza de La Línea Enrique Irueste Roda, Doctor en Física por la Universidad Central de Madrid en 1916. En el expediente depurador era descrito como “católico”, y se detalla que “asistía a misa con su familia” pero parecía que no era todo lo “limpio” que deseaban sus perseguidores. Irueste resultó culpable de “falta de carácter y de energía”, “anulado por el personal, en su mayor parte masones”, “hombre de derechas, no lo encuentro capacitado para ser Director”, concluyen. Fue destituido de su cargo. Afortunadamente el físico había huido de la localidad y pasó los tres años de la guerra enseñando en centros de Villarrobledo y Albacete. Al finalizar la contienda enseñó hasta 1942, cuando fue cesado, no pudiendo volver a incorporarse a la docencia hasta pasados quince años, en un centro de Granada, cuando ya tenía 73 años.
El director de la Escuela Elemental de Trabajo de La Línea, Isidro Rodríguez Cantizano, consta el expediente como afiliado a la C.E.D.A, es decir, era de derechas. “Hermano del Sr. párroco de esta ciudad, a cuyas circunstancias debe el poco aprecio que socialmente se le tiene”. Nuevamente, acusado de ser controlado por la masonería y carecer de “prestigio social para el cargo”. Fue destituido. Otros profesores lograron huir a tiempo a zonas seguras, unos a Gibraltar y otros a zonas alejadas del dominio sublevado. No obstante, no se iban a librar de la represión por ello. A la vez que realizaban fusilamientos y llamaban “cobardes” a aquellos hombres y mujeres refugiados, Queipo de Llano les advertía a través del Gibraltar Chronicle que se estaban efectuando listas de los “huidos” al Peñón y Portugal. A estos les exigía dejar de “patrocinar bares” y “mirar piernas de bailarinas” para que volvieran “a defender la patria”. En caso contrario, les notificó que se apoderaba de sus propiedades que “habían ellos abandonado a la merced de los marxistas”, y que era “justo” que pasaran a “manos mejores”.
La profesora de latín del Instituto de Segunda Enseñanza, Caridad Martín Pascual, fue condenada al ostracismo de la docencia por “izquierdista” y “por su labor demoledora de la sociedad formando conciencias juveniles”. Labores típicas de un profesor de latín, como todo el mundo sabe. Su “pecado” fue pertenecer a la Federación Española de Trabajadores de la Enseñanza (UGT) y asociada a la masonería. Caridad Martín huyó a Cataluña, de donde provenía. Su caso, junto al del director Irueste, es uno de los más largos. En 1943 se encontraba en la cárcel de mujeres de Barcelona y logró la libertad condicional pero no la retribución de su cargo. Además, el proceso judicial se alargó hasta 1966. La historiadora Rosa María Aragüés Estragués, que ha recogido toda la vida de esta y otras mujeres procesadas por el franquismo, resume en pocas palabras el sufrimiento de Caridad Martín:
“Tenía 47 años cuando se inició el sumario y 69 cuando se extinguió su sentencia. Veintidós años para una sentencia inicial de 12 años y un día, reducida a 6 meses y un día. La vida de esta mujer se vio truncada por un delito que sólo tenía de tal la obsesión de un General que había ganado una guerra y que gobernaría dictatorialmente durante cuarenta años, siendo un enemigo acérrimo de la masonería hasta su muerte".
La represión se cebó precisamente en La Línea debido a la abundante presencia de logias masónicas que florecían desde el siglo XIX al calor de las relaciones con la colonia británica. El investigador linense Juan Luis Traverso indicó que en el Archivo Histórico Nacional (Sección Guerra Civil) de Salamanca, existía un listado con un total de 796 nombres de vecinos de La Línea, que en sus cálculos resultan el 20% de toda la masonería en España. De hecho, en la Biblioteca Nacional de España se conserva un manifiesto redactado por el Capitán Comandante Militar, José Jiménez, en diciembre de 1936. En este, catalogado como “manifiesto faccioso” Jiménez hace una descripción de La Línea a ojos de los sublevados:
“Quizás no exista en España otro pueblo que pueda justificar con más razones que La Línea, el arraigo y simpatía que por esas sectas masónicas, por esos ideales extremistas y por ese vivir al margen de la Ley, ha sentido y sigue sintiendo esta ciudad. Un pueblo que todo su Ayuntamiento era masón, una Cámara de comercio donde todos sus componentes y simbolismos eran masónicos, un Círculo Mercantil que acogía en su seno toda la amalgama esparcida, nueve Logias Masónicas establecidas estratégicamente por toda la ciudad, más de treinta centros extremistas maniobrando con impunidad. [...] Todo esto en una población de una densidad de sesenta y cinco a setenta mil almas, que jamás vencieron en unas elecciones los llamados partidos de derechas [...] donde solo se leía el Heraldo de Madrid y casi se desconocía el ABC [...] A un pueblo así solo pudieron venir personas así. Autoridades así, hombres así y mujeres así. Ni autoridades legales, ni hombres semiperfectos, ni mujeres españolas [...]”.
La persecución directa a la masonería se ejemplifica con otros tres docentes del expediente, pertenecientes a la Escuela Elemental de Trabajo: el profesor de primera enseñanza Francisco Bassecourt Pérez, “masón activo de la logia Autonomía". Suspenso de empleo y sueldo, figura como “huido”, sin que se sepa nada de él posteriormente. El profesor de Taller, Enrique García López, “masón que figura en la lista por orden alfabético encontrada en la logia La Resurrección nº3. Suspenso de empleo y sueldo, no se presentó ante las autoridades y se le suponía en Gibraltar. Tampoco se sabe nada de él posteriormente. Por último, el profesor de carpintería Juan José Duarte Montero, “izquierdista, huido de esta plaza. Lo supongo masón, pues en las listas encontradas en las logias figura “Juan J. Duarte” aun cuando no consigna el segundo apellido”. Diez años después, el BOE publicó una lista de personas que quedaban exentas de las responsabilidades políticas donde solo figuraba Duarte. No sabemos si los dos docentes anteriores corrieron la misma suerte que Evaristo Ramos.
El informe también arroja luz sobre uno de los personajes más interesantes del siglo XX en la comarca, el profesor José García Sánchez, más conocido como el revolucionario fotógrafo Garcisánchez. Poco o nada se sabía de su vida en la aciaga década de los años 30 en España. Era profesor en la Escuela Elemental del Trabajo pero fue suspendido de empleo y medio sueldo por tres meses. “Hace retratos muy bien hechos pero nada más”, “En la cárcel estos días. Detenido por la Autoridad Militar. No tiene ni prestigio ni condición alguna para ejercer el cargo”. Afortunadamente, Garcisánchez pudo desarrollar una carrera como fotógrafo posteriormente.
El profesor de dibujo del Instituto de Segunda Enseñanza, Miguel Bernardini Jaramillo, fue de los pocos que permanecieron en su puesto. “Afiliado al partido radical de Lerroux”, “Hombre indolente”, “debe cesar en el cargo”. Fue suspendido de empleo y medio sueldo durante cuatro meses. Hasta 1961 no aparece en el BOE como profesor en un instituto de Ceuta, donde siguió impartiendo dibujo en sus talleres. Destaca el pintor acuarelista Justo Oró Aranda como uno de sus discípulos.
El profesor de dibujo de la Escuela Elemental es Luis Díaz del Río. Tenemos poca información, salvo que fue el primer profesor del pintor linense Julio Serrano. “Al advenimiento de la República pintó un cuadro masónico que ha merecido ser triturado, y con motivo del actual movimiento salvador de España ha pintado otro que es una visión de España de 1936 que le ha llevado a la cárcel”. La aversión a todo lo intelectual y ajeno a la visión nacional-católica se hace más que evidente con los artistas. “Se deja manejar por la masonería y ahora pretende halagar a los católicos. Es masón”, concluye el terrorista legal, que lo condena a la suspensión de empleo y sueldo. No sabemos la suerte que corrió el profesor y pintor.
Como el profesor de Algeciras, en La Línea también hay quienes trataron de pagar tributos al nuevo régimen franquista que estaba naciendo para tratar así de escapar de una represión más extensa. Es el caso de Luis Morales Mejías, profesor de idiomas de la Escuela Elemental. “Presume de extranjerizado. Da clases en Gibraltar y aunque no puede precisarse actuación política ha permanecido en la escuela, manejado por la masonería”, “por sus condiciones personales de aprecio a los extranjeros no debe continuar perteneciendo a un centro docente español”. Fue suspendido de empleo y sueldo durante un mes. Seguramente desde Gibraltar, acompañado del futuro alcalde de La Línea, Lutgardo Macias López, se incorporó como traductor de la Brigada Irlandesa, un batallón de unos 700 voluntarios irlandeses que apoyaban el golpe de Estado a la República, dirigidos por el líder fascista irlandés Eoin O'Duffy. No sabemos cómo prosiguió su vida.
Hubo algunos, como el profesor de literatura y encargado de curso, Juan Manuel Ferraz Castán, que emplearon toda su vida a luchar contra el franquismo. Fue suspendido de empleo y sueldo por “izquierdista” y “propagandista”. Masón también, huyó al norte donde se desempeñó como profesor hasta 1938, cuando se incorporó al ejército republicano, donde llegó a ser sargento de complemento de artillería. Al finalizar la guerra fue detenido en Valencia. Condenado a 5 años de reclusión en Consejo de Guerra en 1940, salió en libertad condicional al cabo de un año. Volvió a ser condenado en octubre de 1942 por el Tribunal Especial de Represión de la Masonería y el Comunismo a 6 años de prisión, permaneciendo confinado en Jaca desde enero de 1943 a enero de 1945 que se trasladó a Zaragoza, trabajando en los talleres de la Editorial Noticiero.
En esta ciudad se incorporó a la organización socialista clandestina y, en 1945, formaba parte del Comité Provincial del PSOE de Zaragoza y del Comité Ejecutivo Regional del PSOE como responsable de prensa y propaganda. Fue detenido en la redada de febrero de 1948, saliendo en libertad poco después. En torno a 1950 se trasladó a Madrid, donde perteneció a la organización socialista clandestina. A comienzos de 1954 participó en una reunión celebrada en San Sebastián y en marzo de ese año viajó a Toulouse para entrevistarse con la Comisión Ejecutiva del PSOE y la UGT en el exilio. En febrero de 1959, cuando se produjo el juicio por las detenciones de 1948, residía en Jaca. Fue condenado a diez meses de prisión mayor y 10.000 pesetas de multa. Finalmente se trasladó a Pamplona, donde falleció en 1980.
Por último, tenemos los casos de dos profesores del Instituto de Segunda Enseñanza que huyeron de España. El farmacéutico y profesor auxiliar Máximo Muñoz López, suspendido de empleo y sueldo por “elemento pernicioso”, que “despertaba en los pequeños estudiantes las ideas más perversas”, “masón”. Lo poco que sabemos del profesor Muñoz lo sabemos por una carta mecanografiada que hizo llegar al diplomático mexicano Fernando Gamboa. En 1939 se encontraba junto a su familia en París, en la calle Lazare Carnot nº12. Prestaba servicios al cónsul de México en el Grand Hôtel de Sète. Al diplomático mexicano le solicitaba emigrar a México “con el deseo más ferviente de constituirme allá en un soldado de las milicias de la Cultura y contribuir con mi modesta y entusiasta aportación a la obra del progreso de ese noble país que marcha a la vanguardia de los pueblos libres”. Junto a su petición incluyó una breve descripción de su inclinaciones políticas y la represión sufrida en España:
“Soy un afiliado del Partido Socialista Español y de la Federación Española de Trabajadores de la Enseñanza. En mi pueblo natal (La Línea, España) fue saqueado mi hogar por las hordas facciosas y me fueron arrebatados mis bienes. Mi sola esperanza es México, donde quisiera rehacer mi vida truncada en compañía de mi esposa e hijos”.
Desgraciadamente, desconocemos si pudo alcanzar tales propósitos. Por último, tenemos a Enrique Rovira Luque, profesor auxiliar del Instituto de Segunda Enseñanza y sanitario especializado en Ginecología, Piel y Venéreas. El expedientador franquista lo describió como al anterior docente, con la misma condena: suspenso de empleo y sueldo. Como su compañero Ferraz Castán, empleó toda su vida luchando contra el fascismo y el franquismo. El linense de nacimiento se incorporó al ejército republicano en 1937. Tras finalizar la guerra huyó a Francia, donde se estableció primero Hérault y luego en Toulouse. En 1939 solicitó asilo al diplomático Mexicano mediante un formulario muy rudimentario. En él explica que es licenciado en medicina y cirugía. Detalla su vida profesional: profesor en La Línea, director del Hospital Militar de Villafranca del Penadés, jefe de servicios del Hospital Base del Ejército del Ebro y médico de brigada, entre otros. Añade su afiliación política: Partido Socialista Unificado y UGT y la preferencia donde ser exiliado: México o las colonias francesas del norte de África (Marruecos, Argelia o Túnez), “donde pudiera ejercer de médico”.
Tristemente, no fue agraciado. Se trasladó a Toulouse y trabajó como sanitario en el Hospital Pourpan, donde alcanzó el grado de director y de comandante de sanidad francés. Casi al finalizar la II Guerra Mundial, comenzó a trabajar en el Hospital Varsovie, creado en 1944 por médicos republicanos españoles, exiliados en la ciudad, con el objetivo de mejorar las condiciones asistenciales de los refugiados españoles. Además, estaba vinculado al PCE, buscando dar asistencia a los maquis heridos en la fallida operación Reconquista contra Franco. Como consecuencia de la Guerra Fría, en 1950 los médicos españoles del Hospital Varsovie fueron detenidos y expulsados de Francia, bajo la acusación de ser espías comunistas. No queda muy claro cuál fue su final, hay historiadores que lo ubican en Córcega, donde fue condenado a picar piedras, mientras que hay otros que lo ubican en La Habana, donde pudo fallecer en 1989.
El régimen franquista naciente de la Guerra Civil impuso una maquinaria de represión desde los comienzos del golpe de Estado, cebándose con los focos de resistencia que se encontraba a su paso. La historia de estos profesores dan fe de un régimen sanguinario que condenó incluso a los católicos que decían querer salvar del “contubernio judeo-masónico-comunista”. El gremio del profesorado fue especialmente atacado porque en el imaginario de los sublevados -apoyado y sancionado por sectores de la Iglesia- les eran achacables todos los males de la sociedad. La Iglesia los veía como enemigos, “competían” por la misma “clientela”; veían atacados el monopolio de la administración de los valores éticos. Por ello no es de extrañar que en el expediente aparezcan acusaciones como las de “despertaba en los pequeños estudiantes las ideas más perversas”.
“Aquellos intelectuales y maestros que más se habían identificado con las ideas liberales, republicanas, anarquizantes o socialistas, que más habían batallado contra la enseñanza religiosa, que se habían propuesto “sovietizar” la escuela, lo iban a pagar muy caro”, explica el historiador Julián Casanova. El historiador apunta que más de 50.000 maestros fueron sometidos a estos expedientes de depuración.
Pese al “pacto del olvido” que reina en este país, los archivos históricos son testigos atemporales de aquellos horribles años que a tantos españoles afectaron. Rescatar del “abismo del olvido” a tantísimos personajes huidos, condenados al ostracismo social o directamente asesinados por caprichos de un grupo de fascistas se debe principalmente a la existencia de estos lugares. La dignificación de los ciudadanos afectados por el terror franquista es una asignatura aún pendiente de España, así como hallar a todas las víctimas de la Guerra Civil. La Memoria Histórica es un deber democrático, una característica de una sociedad madura y responsable con su pasado. Aún nos queda camino que recorrer. En palabras del maestro Umberto Eco: “Somos seres que vivimos en el tiempo. Sin memoria es imposible construir un futuro”.
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