Propaganda y festividad en la cartelería del artista gibraltareño Gustavo Bacarisas (I)
Instituto de Estudios Campogibraltareños
Los carteles de Bacarisas suelen tener una composición equilibrada, lo que crea una sensación de armonía y estabilidad
A menudo, utiliza la simetría para dirigir la atención del espectador hacia el centro del cartel, donde suele estar el elemento más importante
Gustavo Bacarisas, el pintor de las costumbres

Este estudio aborda el proceso de encargo creativo de los tres únicos carteles ilustrados y diseñados por el artista Gustavo Bacarisas, investigando las razones por las que se pudieron realizar estos pedidos publicitarios. Asimismo, se realizará un análisis iconográfico y simbólico del que podemos destacar la notable presencia de la figura femenina como eje central de las tres escenas cartelísticas representadas por Gustavo Bacarisas.
La hipótesis clave de este estudio es comprender el entorno que permitió la creación de estos carteles, ya sea a través de certámenes de carteles, concursos restringidos o encargos directos a los propios artistas. Este trabajo de investigación constituye una oportunidad significativa para el avance en el estudio y análisis gráfico de los carteles ilustrados por Gustavo Bacarisas, un artista polifacético que mantenía una estrecha relación con Sevilla y la élite creativa de su tiempo.
Fundamentalmente, el cartel en Sevilla estaba intrínsecamente unido a la vida urbana, representada por celebraciones locales como la Semana Santa y la Feria. Desde 1940, estos eventos siguen planteamientos estéticos distintos, siendo la representación erotizada de la mujer un motivo de atracción publicitaria en un panorama creativo folclórico y poco vanguardista. La cartelería sevillana también muestra la relación con artistas locales como Gonzalo Bilbao, García Ramos y Juan Miguel Sánchez, destacando su aportación pictórica a la publicidad gráfica del momento.
Por otro lado, los datos de la investigación en este artículo se dibujan a partir de tres fuentes fundamentales: el Servicio de Archivo, Hemeroteca y Publicaciones del Ayuntamiento de Sevilla; la Colección Museística de Andalucía del Museo de Artes y Costumbres Populares y la Colección del Ayuntamiento de Sevilla depositada en el Museo de Artes y Costumbres Populares de Sevilla.
Contexto y desarrollo histórico
En el contexto de la cartelería sevillana, Agustín Barrera reflexiona sobre la relación entre el desarrollo del cartelismo y los artistas plásticos de la época.
“Podríamos hablar pues, de tendencia artística en la cartelería y de corrientes estéticas que se dan en los creadores plásticos, ya que serán ellos los encargados de ilustrar estos soportes publicitarios. Comunicación y creación se aúnan en la cartelería equiparándose en importancia, ya que los carteles serán obras plásticas y a su vez tendrán una función publicitaria o comunicativa”, afirma.
Asimismo, Barrera resume la simbología más utilizada en la cartelería sevillana: “Si nos centramos en los carteles de Fiestas Primaverales, y separamos los iconos de la semana Santa, la Feria, la Primavera, los Festejos Taurinos y la Ciudad de Sevilla, iconografía que anuncian estos carteles, nos encontramos con que para representar a Sevilla, la Giralda es el elemento iconográfico de la ciudad más utilizado. De la fiesta taurina, la mantilla blanca; para la primavera, las flores, y de entre ellas el clavel. Para representar a la feria, la Gitana es lo más utilizado y ataviada con traje de lunares y volantes, y para la Semana Santa es el nazareno y su capirote el elemento iconográfico más utilizado y representativo. Aunque el lunar y el capirote puedan parecer los elementos iconográficos fundamentales de la cartelería sevillana, no son más que la simplificación de dos personajes que no faltan en más de un ochenta por ciento de la producción cartelística, se trata de la Flamenca y el Nazareno, que se repetirán hasta la saciedad, año tras año. Azucenas, cirios, mantones o claveles son casi tan frecuentes como el azahar, el capote o la guitarra, todos ellos, elementos de alusión directa a los fastos anunciados”.
En Andalucía, y más específicamente en Sevilla, la influencia del escenario creativo europeo de principios del siglo XX, a través de movimientos artísticos como el Art Déco, se introdujo con retraso. Existía una clara referencia creativa por mantener el sentimiento costumbrista en las representaciones visuales, muy del gusto de la sociedad hispalense de la época. Además, la ciudad estaba inmersa en una economía agraria y manual que impedía la modernización de los sistemas de trabajo y la incipiente industrialización mundial. No obstante, durante la Exposición Iberoamericana de 1929, Sevilla experimentó un proceso de renovación urbanística, social y cultural, que marcó su primer punto de partida hacia la industrialización tanto a nivel nacional como internacional.
En ese período, Sevilla era una ciudad tradicional dominada por una élite reducida que utilizaba el campo como fuente de ingresos, relegando a la industria como base regeneradora de la economía. La influencia de las vanguardias artísticas y el modernismo llegó tardíamente, en contraste con Cataluña, donde una burguesía culta y progresista aceptó estas corrientes.
La alta clase social sevillana, de mentalidad conservadora, se aferraba a las costumbres y tradiciones locales, como la Semana Santa, la Feria de Abril y la festividad del Corpus Christi, resistiéndose a la introducción de nuevas formas de avance tecnológico e industrial. Por otro lado, la clase obrera se encontraba sometida a largas jornadas de trabajo tras la industrialización.
Enric Satué sostiene que la influencia de las vanguardias artísticas fue crucial en el desarrollo del cartel en España durante los años veinte y treinta del siglo XX. La fotografía y los estilos gráficos del momento, como el diseño gráfico ruso y la escuela de la Bauhaus, junto con el modernismo, influyeron en la creación de un estilo de cartelería geométrico y estilizado.
Por otro lado, Tamara Bueno Doral, en su artículo sobre “Las fuentes artísticas del cartel publicitario clásico. Análisis efectuado desde un enfoque de género”, nos habla sobre el cartel Art Nouveau que hace posible la incorporación de la imagen de una mujer “actual” en el imaginario colectivo de la época, mediante la ruptura de algunos estereotipos de género: “La mujer fue mostrada por los artistas del Art Nouveau en todas sus facetas, aunque predominaba una imagen femenina joven, en la plenitud de su belleza. Esta clara preferencia se trasladó al cartel artístico. Contenidos en estas líneas estilizadas de la figura femenina, se encuentran dos modelos tradicionales de representación, los que hemos denominado en nuestra investigación “mujer-ángel” y “femme fatale”. Las características estéticas de éstos son muy repetidas por los autores del Art Nouveau, y responden a los patrones estereotipados de las dicotomías: buena/mala, celestial/terrenal, ángel/demonio, pureza/ erotismo, etc. Sin embargo, en el seno del cartel Art Nouveau, también se desarrolló un nuevo modelo: la “mujer moderna”, superándose algunos de los citados estereotipos”.
Esto explica que la mayoría de los eventos y proyecciones gráficas andaluzas de la época estuviesen centrados en las corridas de toros, las bodegas de Jerez y las celebraciones populares.
En ciudades como Sevilla, por sus espectáculos taurinos; Cádiz, por sus bodegas de vinos; y Málaga, emergió una incipiente necesidad de diseño gráfico, publicidad y propaganda para eventos y productos industriales. Los carteles se convirtieron en elementos propagandísticos por excelencia, especialmente para los espectáculos taurinos.
Además de esta cartelería, los concursos de carteles para anunciar la Semana Santa, las ferias y las fiestas populares de primavera en Sevilla originaron una producción gráfica plagada de imágenes de mujeres con mantilla, hombres con capa y siluetas de caballeros montados a caballo, elementos muy típicos de una Andalucía cargada de folclore y populismo. En estos concursos participaron destacados dibujantes y cartelistas de la época, como Salvador Bartolozzi, José García Ramos y el propio Gustavo Bacarisas.
Autor
Gustavo Bacarisas y Podestá (1873-1971) fue un destacado pintor gibraltareño conocido por su estilo colorido y vibrante. A lo largo de su vida, trabajó en diversos estilos y temas, desde paisajes hasta retratos, y se convirtió en una figura influyente en la escena artística de su tiempo.
Nació el 23 de septiembre de 1873 en Gibraltar, una colonia británica situada en el extremo sur de la península ibérica. Desde joven mostró un talento notable para el dibujo y la pintura, lo que le llevó a estudiar arte. A los 16 años, Bacarisas se trasladó a Sevilla, España, para estudiar en la Academia de Bellas Artes. Su formación en Sevilla le permitió desarrollar su estilo y técnica, y estableció conexiones con otros artistas y movimientos artísticos.
De Gustavo Bacarisas se puede decir que tuvo una vida viajera y una carrera artística ajetreada que le permitió impregnarse de diferentes estilos. No obstante, su relación con Sevilla es evidente después de sus comienzos autodidactas y de su estancia como profesor en la Escuela de Bellas Artes de Buenos Aires. A partir de 1916, Bacarisas residirá de forma intermitente en la capital hispalense y se nutrirá de sus ambientes y acontecimientos más populares hasta su muerte en 1971. Por eso es lógico que su pintura impactara en los medios artísticos del momento y fuese reconocida desde la Exposición del 29.
Bacarisas viajó extensamente a lo largo de su vida, viviendo en varias ciudades europeas, incluyendo Londres y París donde se relaciona con la vanguardia artística de la época y fue influenciado por el impresionismo y otros movimientos contemporáneos.
Conocido por su uso audaz del color y su habilidad para capturar la luz y la atmósfera, Bacarisas experimentó con varios estilos a lo largo de su carrera. Sus obras abarcan una amplia gama de temas, incluyendo paisajes, escenas costumbristas, y retratos. Además, hizo que sus obras fueran expuestas en el museo de Arte Moderno de Madrid en 1921 reconocidas como algo novedoso y fresco, cuando en realidad solo era una variante de la línea tradicionalista y de la temática habitual costumbrista bajo una visión actualizada del tópico andaluz tratada con un matiz oriental de evocación exótica. De ahí que podamos concluir que Bacarisas fue el primer artista plástico que vio el cartel como un objeto publicitario y como figura antecedente del diseño gráfico más que del mundo de la pintura; siendo pionero en este aspecto dentro del panorama de los cartelistas andaluces.
Fue un artista muy respetado y recibió numerosos premios y honores a lo largo de su carrera. Su obra continúa siendo apreciada y estudiada por su contribución al desarrollo de la pintura moderna en España. En 1964, fue nombrado Hijo Adoptivo de Sevilla, en reconocimiento a su contribución al arte y la cultura de la ciudad.
La influencia de Bacarisas se siente aún hoy en día, tanto en Gibraltar como en España, y su obra es una parte importante del patrimonio cultural de ambas regiones. Sus pinturas siguen siendo admiradas por su vibrante uso del color y su habilidad para capturar la esencia de sus temas.
Cartel Feria y Fiestas de Sevilla, año de 1917
Durante al año de 1916, el Ayuntamiento de Sevilla a través de la Comisión de Festejos, con el fin de confeccionar el cartel anunciador de la Fiestas Primaverales autoriza al alcalde Manuel Hoyuela y Gómez para que haga la libre designación del artista a quién ha de confiarse la ilustración del cartel así como la casa litográfica que hará una tirada de quinientos ejemplares grandes. Gustavo Bacarisas sería el artista encargado de la realización del boceto decuyo cuadro se haría la reproducción litográfica con la función de servir como cartel anunciador de las fiestas que se celebrarán en Sevilla de las fiestas del siguiente año.
El cartel realizado por Gustavo Bacarisas para la Feria de Sevilla de 1917 es una obra emblemática que captura la esencia y la tradición de esta festividad andaluza.
Bacarisas era conocido por su estilo modernista, y este cartel exhibe características propias de esta corriente artística, como líneas curvas, formas orgánicas y una paleta de colores vibrantes. El cartel representa una escena típica de la Feria de Sevilla, dos mujeres cuya indumentaria está provista de vestidos largos y elegantes, típicamente con faldas amplias y adornos como encajes, volantes y flores. Estos vestidos a menudo estaban confeccionados en telas livianas y frescas, como el algodón o la seda, debido al clima cálido de Sevilla durante la primavera. Los colores vibrantes y los estampados florales eran comunes, y las mujeres solían complementar sus vestidos con abanicos, flores en el cabello y la popular mantilla española. En general, el estilo reflejaba la elegancia y la tradición de la cultura española de la época. Estas imágenes reflejan la alegría y el espíritu festivo de la celebración. Asimismo, las dos mujeres representadas están bailando y tocando los palillos.
Toda la composición queda enmarcada sobre un fondo nocturno donde podemos destacar la arquitectura identitaria de la ciudad, la Giralda y unos farolillos iluminados, junto a unos jarrones de geranios rojos, emblema vegetal muy característico de los balcones y patios de Andalucía.
El cartel utiliza colores brillantes y bien contrastados para llamar la atención y transmitir la atmósfera alegre de la feria. La composición está cuidadosamente equilibrada para dirigir la mirada del espectador hacia los elementos principales y crear un impacto visual efectivo. El faldón tipográfico, donde se apoya la escena utiliza una tipografía que refleja el estilo de la época y podría estar diseñada de manera ornamental para complementar el resto de la composición. Destacar que en los dos laterales está el escudo de la ciudad de Sevilla, en la izquierda y en la derecha, el popular emblema la abreviatura de NO-madeja- DO, que significa “no me ha dejado”.
El cartel de la Feria de Sevilla de 1917 ofrece una ventana al pasado, permitiéndonos explorar la cultura y las tradiciones de la época. Además, puede proporcionar información sobre cómo se percibía y promocionaba la feria en aquel entonces.
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