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Un proyecto que se quedó en tierra

Hace diez años, un promotor irlandés propuso construir un aeropuerto en Jimena que acabó siendo rechazado por su impacto ambiental · El POT rescata ahora la idea pero sin concretar emplazamiento

A. R. / Jimena

28 de octubre 2012 - 07:42

Hubo un tiempo en que Jimena soñó con tocar el cielo. Hace ahora diez años, un promotor irlandés -Robert Noonan- sorprendió al Campo de Gibraltar con una iniciativa que acabó siendo tan apoyada como repudiada: construir un aeropuerto privado en el Campo de Gibraltar exclusivo para vuelos europeos. La noticia entró en escena en noviembre de 2002, cuando trascendió a través de Europa Sur la iniciativa de erigir un aeródromo en la zona interior de la comarca -en Jimena o Castellar- con miras a cubrir las necesidades de áreas como Sotogrande y la Costa del Sol occidental. Se abría entonces un largo periplo que, por encima de los tópicos periodísticos, hizo correr ríos de tinta hasta que la iniciativa cayó, tres años después, tumbada por los estudios medioambientales.

El entonces alcalde jimenato, Ildefonso Gómez -hoy retirado de la escena política-, se convirtió en el principal valedor del proyecto desde el primer minuto. No así su homólogo en el vecino término de Castellar, Francisco Vaca, a quien las primeras opciones de ubicar la infraestructura cerca de la Cierva y la Guillena (en Marajambú) despertaron un rechazo inicial que acabó tornándose en consentimiento toda vez que, apenas una semana después, el promotor centró sus opciones en la vega de Barría, en Jimena de la Frontera.

Todo parecía estar atado: Noonan estimaba una inversión superior a los 36 millones de euros en tres años y un tráfico de más de dos millones de pasajeros en 2015 que elegirían Jimena ante la saturación del aeropuerto Pablo Ruiz Picasso de Málaga. La propuesta del uso conjunto de Gibraltar, por aquel entonces, era poco menos que una aspiración muy lejana.

El proyecto del aeropuerto dio incluso para chirigotas de Carnaval. Pero al margen de los chascarrillos, la iniciativa también alentó desde el primer momento un profundo rechazo entre el movimiento ecologista de la comarca. Antonio Muñoz, portavoz de Verdemar, vivió en primera línea las protestas contra el aeródromo y a día de hoy considera que se impuso el sentido común. "Desde el primer momento lo vimos como una locura. No creíamos en el volumen de pasajeros. Ahora, con el paso del tiempo, creemos que aquello fue un globo sonda. Una iniciativa para convertir Barría en una zona residencial más", rememora. Entre 2002 y 2005, el movimiento ecologista centró sus esfuerzos en defender la preservación del entorno con numerosas manifestaciones y actos de protesta tanto en la finca como en enclaves jimenatos (el castillo, por citar un ejemplo). Defendían que ejecutar la obra supondría la muerte de unos 5.000 árboles mientras que desde Jimena se apelaba a la inversión y el empleo. "Logramos movilizar a la población ante lo que considerábamos como una locura -insiste Muñoz- ante la cercanía de Málaga y Jerez".

Y se pasó del blanco al negro cuando el estudio de impacto ecológico cayó como una losa. Una consultora especializada estimó que la abundante avifauna desaconsejaba la infraestructura. El informe del doctor en Biología Alfonso Lazo resultó concluyente: en la zona se registra el paso de 17,6 aves a la hora por kilómetro cuadrado y el 80% de las especies vuela por debajo de los 200 metros, tramo que comprometía la seguridad de los vuelos. El riesgo de accidente por impacto de aves contra las aeronaves en aterrizajes o despegues se estimó en 48,1 por cada 10.000 movimientos; totalmente desaconsejable. Los pájaros de carne y hueso se impusieron a los de acero. "El aeropuerto se quedó en tierra. Si no, hoy tendríamos un llano de cemento", valora Muñoz.

Pero Jimena no tiró la toalla. Nada más descartarse la iniciativa del aeropuerto, el propio Noonan diseñó un parque empresarial en Barría que, a día de hoy, tampoco ha visto la luz. "Nosotros creemos en un futuro para Barría basado en la agroecología. Cabe recordar que la vega es terreno inundable. Cualquier otra opción hubiera sido cara e inviable", destaca.

Diez años después, la idea de un aeropuerto planea de nuevo sobre el Campo de Gibraltar. El POT vuelve a plantear un aeródromo en la comarca. "Ya en los años 80, un plan de ordenación diseñó un aeropuerto en Castellar, en los Pozos de Marajambú. El segundo fue el de Barría. En la actualidad es prácticamente imposible. Sería un fracaso político y económico", concluye.

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