Análisis
Rafael Salgueiro
Conjeturas ante un nuevo mandato de Trump
Historia del Puerto de Algeciras (1906-1980)
Algeciras/El levantamiento de las tropas de África el día 17 de julio de 1936 y la extensión del conflicto, en el día siguiente a Algeciras, repercutió de una manera directa en una zona considerada por los sublevados de importancia estratégica, tanto para poder asegurar el control del Estrecho en conjunción con Ceuta, como porque habría de ser la puerta de entrada de las primeras tropas procedentes de Marruecos que deberían unirse a las del general Queipo de Llano en las cercanías de Sevilla. En el informe remitido por la Junta de Obras del Puerto a la Superioridad con los datos portuarios relativos a los decenios finales del año 1937, se hace referencia al incremento del tráfico experimentado en ese año, señalándose que “en el movimiento de viajeros no se incluye los que han pasado por el puerto formando parte de expediciones militares. Sería considerable la cifra que alcanzaría de ser éstos incluidos, pues por Algeciras han pasado todas las tropas de Marruecos, tanto las indígenas como las que allí marcharon a recibir instrucción”.
En torno a las tres de la tarde del día 18 de julio de 1936, el teniente coronel Manuel Coco se hacía cargo del golpe en Algeciras ante la indecisión del Comandante Militar del Campo de Gibraltar, el coronel Emilio March, y se daba lectura a un bando declarando el estado de guerra quedando toda la ciudad bajo el control de los sublevados. En la mañana del día 19, según Cristóbal Delgado Gómez, atracó en el puerto el buque mercante Cabo Espartel con las primeras tropas de Regulares.
Es de interés la narración que nos ofrece Felipe Bertrán en relación con el desembarco de tropas en el puerto: “Por la tarde (del día 19) llegó a Algeciras el segundo Tábor de Regulares de Ceuta, al mando del comandante Amador de los Ríos. Una sección de este Tábor acudió a la Aduana, en cuyo local se hizo formar a todos los carabineros con todo su armamento. El teniente coronel Coco les dirigió una arenga, explicando las razones del Levantamiento, que iba en contra del imperio de la injusticia y del desorden. Terminó la arenga pidiendo a los adictos que diesen un paso adelante, y gritando un ¡Viva España! al que contestaron todos”.
El día 5 de agosto tuvo lugar el desembarco del conocido como Convoy de la Victoria, con el traslado de tropas y material de guerra desde Ceuta hasta el puerto de Algeciras en el que participaron los buques correo Ciudad de Algeciras y Ciudad de Ceuta. Dos días más tarde, el 7 de agosto, el acorazado republicano Jaime I entró en la bahía y procedió a bombardear el puerto y la ciudad en un intento por batir la sede del Gobierno Militar y otras instalaciones militares y portuarias. En el transcurso del bombardeo fueron alcanzados el cañonero Dato, que se hallaba refugiado junto al Rompeolas de la Isla Verde, incendiándose, y el Ciudad de Ceuta, aunque éste sólo sufrió leves daños.
El Ingeniero Director dio cuenta a la Junta, en la sesión del día 28 de agosto, de los daños causados en las instalaciones portuarias por el bombardeo del día 7 de agosto y por otros realizados por la aviación republicana con base en Málaga en los días posteriores al 18 de julio. En su informe se refiere a “los gravísimos daños causados en los diferentes bombardeos que ha sufrido la poblaciónen las obras, tanto del muelle como del Rompeolas, y de los considerables destrozos causados el día que más particularmente fueron bombardeados dichos muelles en los diferentes edificios enclavados en los mismos”.
Entre los daños se hace mención, en esa sesión y en otras posteriores, a algunos edificios, tales como la Estación Marítima y la Caseta de Pesquerías “que han quedado totalmente destruidos”. También aparecen noticias de desperfectos causados en los edificios de Sanidad y de la Comisaría, en el Rompeolas y talleres de la Isla Verde, así como en algunos almacenes del muelle de la Galera. En un primer cálculo, el Ingeniero Director manifestó que las reparaciones necesarias alcanzarían una cuantía que superaría con creces la suma de 200.000 pesetas.
De los datos recogidos en las actas de las sesiones celebradas por la Junta de Obras entre los meses de agosto de 1936 y mayo de 1937, se extrae que, en ese período de tiempo, la paralización del puerto fue casi total. En la citada sesión del 28 de agosto, se manifiesta que “como por las circunstancias, la paralización del puerto es completa y ésta se traduce en una carencia casi total de ingresos por los diferentes servicios y la exigencia de recursos propios es insuficiente para atender a los gastos permanentes de la Junta, tanto en sueldos, jornales y materiales, se acuerda por la Comisión, como medida circunstancial y concarácter temporal sin perjuicio de recabar cuando haya lugar la debida autorización superior, atender a los expresados gastos en la cantidad que sea precisa con fondos procedentes de la Subvención del Estado con carácter reintegrable”.
La situación de la Junta de Obras en los meses siguientes al levantamiento militar del 18 de julio era crítica, si tenemos en cuenta que el tráfico comercial y de pasajeros se paralizó y las subvenciones dejaron de llegar al desaparecer el vínculo de la Junta con el Gobierno de Madrid y sin capacidad económica ni suficiente organización aún el Gobierno Provisional de los sublevados.
La Junta, como cualquier otro organismo de la época, sufrió también los perniciosos efectos de la represión impuesta por el nuevo régimen. El 26 de agosto fue detenido en la Dirección Facultativa de la entidad y encarcelado el Ayudante de Obras Públicas, Francisco de Cos Romero. Y el día 28 se recibió un oficio del Alcalde-Presidente de la Comisión Gestora Municipal trasladando una circular del Gobernador Civil de la provincia sobre filiación política de los empleados de la Junta de Obras.
Un aspecto digno de resaltar es el de los problemas de abastecimientos de los sublevados en los meses siguientes al levantamiento militar. La guarnición inglesa y la administración de Gibraltar simpatizaban con los sublevados, mientras que la población trabajadora estaba en un elevado porcentaje a favor del Gobierno Republicano. La política de no-intervención auspiciada por el Gobierno de la Gran Bretaña no impedía que, desde Gibraltar, se abasteciera al ejército llamado Nacional. Como refiere el investigador J. M. Algarbani, “la población de la colonia fue protagonista y canalizadora de un activo comercio hacia la España sublevada de considerable trascendencia, precisamente en un período en que las relaciones económicas del sector sublevado atravesaban momentos muy delicados”. Una parte de las mercancías y víveres llegaban a Gibraltar en barcos mercantes desde los que se trasvasaban a barcazas que las transportaban hasta el puerto de Algeciras. En la sesión de la Junta celebrada el día 22 de enero de 1937, se recoge que el Jefe de Transportes Militares había enviado un oficio, de fecha 7 del mismo mes, comunicando que los servicios “que la barcaza Carmen presta al ejército son el transportede víveres desde Gibraltar a esta Plaza, y solamente percibe su patrón, don Ramón Rives, el importe de los gastos de personal y combustible”.
Otro aspecto que conviene destacar en relación con las repercusiones que el estado de guerra tuvo en el funcionamiento del ente portuario, fue la escasez de materiales en las obras que se encontraban en marcha (el muelle Pesquero y la rampa-varadero de la Isla Verde) y la ausencia de dirección y del personal técnico empleado en las mismas, bien por abandono voluntario o por hallarse en la zona republicana cuando estalló el golpe del 18 de julio. En el acta de la sesión celebrada el día 22 de mayo de 1937 se reconocía “el entorpecimiento por faltade materiales y falta también de dirección técnica y apropiado desenvolvimiento de las dos obras en ejecución”. En la sesión celebrada el 19 de diciembre de 1938 se puso en conocimiento de sus miembros por el Ingeniero Director que ya había concluido el plazo de ejecución de las obras del muelle Pesquero (2º y 3º trozos) sin que éstas hubieran finalizado. La Comisión acordó que “no siendo equitativo aplicar las disposiciones vigentes enlas circunstancias por las que atraviesa la Nación desde que se inició el Glorioso Movimiento y más dándose la circunstancia de encontrarse en zona no liberada el contratista de dichas obras, don Mariano Aznares Tován, parece natural dejar en suspenso el cumplimiento del plazo de ejecución que se marcó para el tiempo normal y que no se compute paraestos efectos el tiempo transcurrido desde el 18 de julio de 1936 hasta la presentación del contratista”. Don Mariano Aznares Tován, que se hallaba la zona republicana, no pudo retornar a Algeciras para hacerse cargo de ambas obras hasta el mes de junio de 1939.
No se pueden dejar de mencionar los efectos que tuvo en las obras que se encontraban en ejecución, la requisa de maquinaria que había sufrido la institución portuaria por parte del ejército desde el inicio de la guerra, consistente en material flotante y en maquinaria y herramentaje que se hallaba en poder del Parque de Artillería de Algeciras y que pertenecía a los talleres del varadero de la Isla Verde. Las herramientas requisadas por el ejército no fueron devueltas a los talleres de la Isla Verde, que habían sido arrendados a don Emilio Buch, hasta el mes de agosto de 1945.
Sin embargo, de los testimonios escritos conservados se puede inferir que a partir de 1938 la actividad portuaria comenzó un lento pero sostenido desarrollo, al menos en el tráfico de pasajeros y la pesca. En el estudio de los tráficos realizado por la Junta en ese año, se dice que el movimiento de viajeros “aún en la actualidad en que se encuentra suprimido el serviciode la línea de Tánger y disminuidos considerablemente los pasajerosde Gibraltar, los viajeros pasan de 100.000 al año”.
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