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La industria química mundial está en fase de expansión. Las previsiones son optimistas: hasta 2030 se espera un ritmo de crecimiento de la producción de un 4,5% anual. En ese escenario, la cuestión es dónde se van a producir esas inversiones que se intentan captar en los núcleos químicos del país como el Campo de Gibraltar, y la patronal química, Feique, lo tiene claro: irán "donde haya más negocio y una política industrial favorable".
Así lo remarcaba ayer el presidente de la Federación Empresarial de la Industria Química Española (Feique), Antón Valero. En un mercado globalizado y fuertemente conectado con las exportaciones, la química, como el resto de la industria española, reivindica contar con las mejores condiciones posibles para competir. Y a unos días de iniciarse la configuración de un nuevo Ejecutivo recuerda sus reclamaciones: "Necesitamos una política industrial seria y con un pacto de estado, que no cambie según el color del Gobierno", reclama Valero.
Las peticiones de la industria pasan por tres puntos clave: un marco regulatorio estable y simplificado, el desarrollo de las infraestructuras de transporte y logística y la reducción de los costes energéticos. Tres aspectos básicos para asegurar la competitividad, remarcan. Y a los que añaden la necesidad de crear una Secretaría de Industria nacional. En ellos insistía ayer Valero, reclamando para las empresas españolas "igualdad de condiciones con el resto de países de la UE". Una igualdad que en la actualidad está muy lejos en materia energética, con unas compañías que pagan entre un 20 y un 30% más por el gas y la electricidad que sus competidoras de otros países europeos. Las químicas, intensivas en energía (llega a suponer el 50% de la estructura de costes para electroquímica y fertilizantes) reclaman un cambio en la tarifa eléctrica que saque las primas a las renovables de los costes regulados, por ejemplo. O una política energética "sin complejos".
También lastra la competitividad la falta de determinadas infraestructuras logísticas, advierten las empresas, frente a un centro de Europa en el que son excelentes. "A veces resulta más atractivo llevar un producto a Rotterdam para distribuirlo en España que dejarlo en Barcelona", asegura Valero. Y en ese capítulo destaca una infraestructura considerada prioritaria por la Unión Europea que suma retraso tras retraso, el Corredor Mediterráneo. Un corredor necesario para que los polos industriales de todo el Levante español y Andalucía saquen sus productos hacia el resto de Europa, pero también fundamental para potenciar el papel de España como conexión entre Europa y África y Latinoamérica, con Huelva y Algeciras como puertos clave. Y con un puerto algecireño que lleva décadas esperando la mejora de la conexión ferroviaria Algeciras-Bobadilla. También es necesario para convertir a España en puerta de entrada a Europa desde Asia, un papel que podría jugar a juicio de Valero el Levante español. Y aunque en España hay buenas infraestructuras, señala, hay que avanzar en la intermodalidad.
La tercera pata sería "repensar" un marco regulatorio que resulta "asfixiante", con normativas europeas, estatales, autonómicas e incluso locales que se solapan.
"No estamos pidiendo que nos saquen del agua, sino un marco que nos haga competir en nuestro entorno europeo", insistía ayer el presidente de Feique. El director general de la patronal, Juan Antonio Labat, remarcaba: "Tenemos que ser competitivos todo el tiempo, no podemos permitirnos el lujo de ir cerrando industrias, porque cuando cierra una industria ya no vuelve a abrir".
La química presentaba ayer sus previsiones de crecimiento, más que positivas. Según los datos recopilados por Feique, el sector sigue creciendo de la mano de la mejoría de la economía española y prevé cerrar 2016 con un aumento del 2,3% en la cifra de negocios; para 2017 la previsión es aún mejor, de un 2,5%. Las empresas químicas del país suman ya unas ventas de 59.391 millones de euros, superando con creces la cifra obtenida en 2007, último año precrisis. Y prevén seguir al alza.
La senda de crecimiento de la química se retomó en 2010 después de un 2009 negro para el sector y desde entonces va encadenando subidas, de forma que si alcanza en 2017 su previsión de 60.579 millones de euros las ventas habrán aumentado un 21,8% en diez años, en plena crisis económica. Un crecimiento que ha llegado de la mano de la internacionalización (las exportaciones han crecido un 50% en una década) y se ha visto impulsado en los últimos años por la caída del precio del crudo y la menor inflación. También por la recuperación del consumo interno, que se ha reflejado en una ralentización en las exportaciones químicas en 2016 (su volumen subirá un 2%) a pesar del aumento de la producción.
La química se consolida así en su puesto preponderante dentro de la industria española. Como recordaba ayer el presidente de Feique, Antón Valero, España es uno de los países europeos con un sector químico más sólido, "somos los cimientos de muchos otros sectores industriales". Con un 12,4% del PIB industrial y 191.000 empleos directos, aporta un 25% de la inversión de la industria española y un 20% de los contratos industriales a investigadores. También es el segundo mayor exportador de España, después de la industria agroalimentaria, con la previsión de sobrepasar los 34.000 millones de ventas al exterior en 2017. El sector se expande a un ritmo muy superior de la media industrial del país, cuya producción está todavía muy por debajo de la lograda en 2007: mientras la química habrá aumentado su producción un 14,2% el próximo año respecto a hace una década, la industria española estará un 20,6% por debajo. Datos de 3.100 empresas que esperan ratificar su capacidad para competir en un mercado europeo muy atractivo: 500 millones de habitantes que necesitan productos químicos.
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