La saca del corcho, un oficio incierto para las nuevas generaciones

Las empresarios del sector apuntan que la sequía y la falta de personal son los principales escollos que presenta en los últimos años este oficio

Los jóvenes que se incorporan a ejercer esta labor encuentran cada vez más impedimentos

Un hombre descorcha un alcornoque
Un hombre descorcha un alcornoque / Erasmo Fenoy
Fran Andrades

23 de julio 2024 - 04:00

Jimena/En un claro del bosque se oye el golpe certero del filo contra el alcornoque. Son las hachas de los maestros corcheros extrayendo la corteza, tajo a tajo. Es el sonido de estos días en los montes de Jimena de la Frontera. La saca de corcho es una de las actividades más longevas y que sigue reportando importantes ingresos a este municipio, con gran parte de su término entre las más de 170.000 hectáreas de vasta naturaleza del Parque Natural de los Alcornocales.

Las empresarios aseguran que el sector atraviesa una situación muy compleja en los últimos años. La sequía está provocando que se reduzcan los periodos para extraer el corcho de los troncos de los árboles y se necesite mayor cantidad de personal. Una situación que coincide con un momento en el que son pocos los corcheros disponibles. “El problema es la falta de mano de obra”, señalan.

La sequía y la falta de personal amenazan a este tradicional oficio

Además, cada vez hay menos arboleda debido a la falta de lluvias, entre otros factores. "La campaña ahora suele durar unos 40 o 45 días", apunta Manolo García. "Aunque las lluvias del mes de marzo han podido salvar esta temporada desde entonces no ha llovido apenas y puede que esta campaña sea aún más corta", incide José García. Como consecuencia, esto afecta al calibre y la calidad del corcho. "Donde antes se sacaban muchos quintales hoy en día no se saca ni la mitad", apostilla Candela Gutiérrez, una joven muy vinculada al sector. Aunque ahora no ejerce la profesión, durante otras temporadas siguió los pasos de su padre, Juan Gutiérrez, presidente de la Asociación de Corcheros y Arrieros de Andalucía (ACOAN).

Manolo García junto a una mula y la carga de corcho
Manolo García junto a una mula y la carga de corcho / E.S.

Sobre las siete de la mañana comienza la jornada para José y Manuel, que trabajan en la empresa familiar, junto a su padre, Manolo García. Durante el invierno se dedican al reparto de leña y a la preparación para la temporada del descorche que llevan a cabo en los meses de verano. Normalmente la temporada comienza a finales de mayo o principios de junio y se prolonga hasta finales de agosto. Cada empresario se organiza en función de las condiciones. Esta familia jimenata comenzó la campaña el 15 de mayo porque el corcho estaba óptimo para su descorche. "En esas dos semanas adelantamos mucha faena", explican.

Una labor sin relevo

El problema derivado de la falta de personal se puede acrecentar aún más de cara al futuro. "La continuidad de este oficio corre peligro", advierte Manuel García. Ahora la mayoría de las cuadrillas están formadas por personas de una media de edad que supera los cincuenta años, cuando se retiren la carencia de personal será más notable. "No veo más allá de los de la quinta de mi padre y mis tíos... creo que se van los últimos del monte", sentencia Candela.

A pesar de que se están incorporando jóvenes a las cuadrillas se prevé que esto no sea suficiente para cubrir todas las bajas. En ocasiones los jóvenes aprovechan la campaña para sacarse un extra, ya que es un trabajo temporal que no supera los dos meses, por lo que se dedican solo parcialmente a esta actividad. "La mayoría no quiere perder sus empleos fijos que conservan durante todo el año, por eso no se comprometen", aclara José García.

No obstante, algunos se plantean dedicar todo su tiempo a esta profesión, pero encuentran impedimentos, como la presión fiscal por los elevados salarios o la falta de ayudas. Estos aspectos merman el entusiasmo de las nuevas generaciones.

La presión fiscal es muy severa y echamos en falta algún tipo de ayuda para la contratación

ACOAN acordó que cada cuadrilla debe sacar al menos un novicio por temporada con el fin de paliar esta situación. La figura del novicio es elegida por el resto de la cuadrilla, que depositan la confianza en esta persona por sus cualidades. Los jóvenes deben estar varias temporadas ejerciendo esta labor para que finalmente los nombren como novicios. "Quizá no es suficiente, deberían de sacar más novicios para fomentar la profesión", señala Candela.

Camión cargado de corchas
Camión cargado de corchas / E.S.

El papel de la mujer

La mujer siempre ha estado presente en trabajos agrícolas, aunque es cierto que los hombres han desempeñado esta labor mayoritariamente. Con el paso de los años la mujer se ha hecho hueco; pasando de preparar el costo a su marido en casa a acompañarlo al monte. En la cabria es donde suelen situarse las mujeres. En este puesto pesan los quintales recogidos durante la jornada para llevar un control. Hay otras ocupaciones en este sector que requieren más fuerza, por lo que es raro ver a las mujeres en otros puestos.

Candela está ligada a esta actividad desde su niñez, ha crecido viendo cómo su padre o sus tíos realizaban esta faena. En temporadas anteriores se ha dedicado a este oficio pero ahora es maestra de Eduación Infantil y tan solo acude al monte de vez en cuando a echar una mano a la cuadrilla. "No hay verano sin pisar las corchas, aunque solo sea un día", asevera.

María del Mar desplaza la mula con la carga
María del Mar desplaza la mula con la carga / E.S.

"Me alegra ver a mujeres jóvenes metiéndole mano a este oficio", dice Candela. Es el caso de María del Mar García, de 21 años y recién graduada en Psicología, está ayudando en estos días a sus hermanos y su padre, Manolo García. "En mayo estaba en plenos exámenes y no pude ayudar, ahora estoy aprendiendo mucho", subraya. En la temporada anterior, una vez finalizó el curso, ya se adentró en estos trabajos de manera puntual. "Fui con mi padre a cargar camiones y luego estuve una semana pesando las corchas en la cabria", comenta.

Ambas reivindican el papel de la mujer y coinciden en que aunque muchas están vinculadas a esta labor por su familia, realmente muy pocas mujeres desempeñan este oficio. "Rara vez he visto a mujeres. No se deben cerrar las puertas a aquellas que quieran trabajar en esto", destaca María del Mar. "Hay mucho por hacer pero vamos por muy buen camino", concluye Candela.

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