Un santuario en la Bahía de Algeciras para proteger a los delfines de las hélices y los anzuelos
El biólogo linense José Carlos García Gómez dirige un estudio de la Universidad de Sevilla para identificar delfines comunes con heridas externas frescas
El Laboratorio de Biología Marina de la Universidad de Sevilla ha realizado un estudio, dirigido por el linense José Carlos García Gómez, para identificar delfines comunes heridos (lacerados) en las costas de la Bahía de Algeciras. Los investigadores han seguido el proceso de curación de cinco delfines que presentaban heridas externas frescas de diferentes fuentes.
La Bahía de Algeciras es uno de los enclaves, a nivel europeo, de mayor importancia ecológica y ambiental para el delfín común, especialmente por ser zona de cría y desarrollo de juveniles de la especie que, en las primeras fases de su vida, les cuesta salir a la zona del Estrecho con sus madres dadas las fuertes corrientes imperantes. Por ello, los expertos apuestan por que se acote un área de seguridad (a modo de micro-santuario) en la zona de mayor frecuencia de aparición y concentración, que proteja las manadas de esta especie con sus crías.
En la mayoría de ellos los procesos de cicatrización de sus heridas duraron de 3 a 21 semanas y sólo uno se sugiere que murió. El delfín común está considerado en peligro crítico de extinción en Andalucía y de ahí su importancia de conservación, según ha recordado en una nota.
"La bahía de Algeciras es un ambiente antropizado, es decir que ha sido modificado por la actividad humana, y como tal podría ser inmunodepresor, haciendo más vulnerables a los delfines con heridas susceptibles de infectarse", ha explicado el catedrático de Biología Marina de la Universidad de Sevilla.
Las lesiones que presentan estos animales, mayoritariamente, son heridas de hélices y laceraciones por sedales de cañas de pescar de la modalidad popping que puede provocar heridas muy importantes en las aletas, incluso amputarlas. Este tipo de pesca deportiva se basa en la relación que atunes rojos y delfines mantienen simultáneamente al competir por el alimento (bancos de pequeños peces) por lo que los barcos avistan los delfines y saben que, con mucha probabilidad, habrá atunes junto a ellos.
Así, los pescadores lanzan sus anzuelos por delante de donde están los delfines y cuando los atunes los muerden nadan a gran velocidad en torno a las embarcaciones de pesca, tensan las tanzas o sedales y las desplazan a gran velocidad actuando como un cuchillo que barre la superficie del agua cortando aletas de delfines, incluso pudiendo amputarlas.
Para este estudio, entre 2013 y 2017 se tomaron 90.391 fotografías durante 1.402 avistamientos. La posición del GPS, el número de individuos, el comportamiento general, la dirección y velocidad del viento (escala de Beaufort), el estado del mar (escala de Douglas) y la temperatura del agua se registraban siempre.
"Cada vez que se detectaba un individuo con heridas recientes, se tomaban fotografías con dos cámaras réflex digitales para identificar a los delfines individuales con métodos estándares de foto-identificación", según ha señalado García Gómez.
Asimismo, ha indicado que las lesiones también se caracterizaron para evaluar la progresión de la curación de heridas externas durante el período de estudio y, para identificar las causas de estas, se realizaba un examen exhaustivo de las heridas identificadas. "Dependiendo de la forma, profundidad, área del cuerpo, deformidades, mutilaciones y otros factores, se podía determinar qué interactuó con el individuo para crear la herida", ha indicado.
Esta investigación cuenta con la colaboración de la plataforma de avistamiento de ballenas Dolphin Adventures de Gibraltar, desde la que se han realizado todos los avistamientos y obtenidas todas las fotografías analizadas.
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