Sarah Angelina Acland, una pionera de la fotografía en color en Gibraltar (I)
Instituto de Estudios Campogibraltareños
La decisión de Sarah Angelina Acland de dedicarse a la fotografía fue relativamente tardía y fue impulsada porque su padre le regaló una cámara Kodak nº 3 por su 42 cumpleaños
El género en el que Acland logró su primer éxito de público fue el retrato

Gibraltar/Durante el periodo de investigación que he estado realizando en los últimos años sobre un tema vinculado con la fotografía en Gibraltar en el siglo XIX, me topé, porque aparecía en una de las tomas que debía analizar, con un edificio singular que se alzaba en las laderas del Peñón que llamó mi atención: The Mount. Dejando a un lado las singularidades de la construcción, mi sorpresa fue en aumento al descubrir que en ese espacio se habían realizado algunas de las más tempranas tomas de fotografías en color. El hecho de que además fuera una mujer la autora de estas fotografías, en una época en que era muy difícil que estas tuviesen cualquier protagonismo profesional, hizo que se redoblara mi interés. La figura de Sarah Angelina Acland ha venido cobrando protagonismo en los últimos años para algunos investigadores británicos. No existe, sin embargo, actualmente ningún estudio al respecto en español y, aunque la reciente y magnífica monografía realizada por Giles Hudson hace difícil realizar contribuciones novedosas a este tema, la visión de los que vivimos en la zona puede ayudar a enriquecer la cuestión. Mi limitada aportación se circunscribirá, pues, a la perspectiva que del tema se puede establecer en el ámbito campogibraltareño.
Sarah Angelina Acland
La autora de las imágenes que después analizaremos es Sarah Angelina Acland. Esta fotógrafa nació en Oxford el 26 de junio de 1849 en Broad Street, en la misma casa en la que vivió los primeros cincuenta y dos años de su vida. Fue la segunda de los ocho hijos del médico y profesor Henry Wentworth Acland (1815-1900), que era hijo a su vez de Thomas Dyke Acland, un rico terrateniente con título de Baronet. Angie, como era conocida familiarmente y entre sus amigos, fue la única hija de los Acland. Su padre gozó de gran prestigio en el mundo académico de Oxford. Era profesor de anatomía en uno de sus más prestigiosos colleges de la ciudad, el Christ Church, y su reputación intelectual hizo que la reina Victoria le concediese el título de baronet en 1890. Su madre Sarah, era hija de William Cotton, un rico hombre de negocios que llegó a ser gobernador del Banco de Inglaterra en tres periodos distintos. Angelina tuvo, pues, una vida de relativo confort y seguridad económica, en los límites de la alta clase media y la aristocracia, liberada en cualquier caso de la necesidad de trabajar para subsistir.
Su infancia y juventud se desarrollaron en el tranquilo y elitista ámbito que rodeaba al mundo universitario de Oxford. Se da la curiosa circunstancia de que en 1856 Sarah Angelina y sus hermanos se convirtieron en modelos de alguna de las fotografías que realizó Lewis Carroll, el autor de Alicia en el país de las maravillas y Alicia a través del espejo, ya que los hermanos Acland eran muy amigos de la niña a quien Carroll dedicó esos cuentos: Alice Pleasance Liddell.
Alice y sus hermanas eran hijas de H.G. Liddell, que era el decano de Christ Church, el college en el que, como dijimos anteriormente, daba clases el padre de Sarah, lo que fomentó el trato y la amistad entre ambas familias. Desde los 13 años su educación se vinculó con la de dos de sus primas, las hijas de su tío Thomas Dyke Acland, primogénito y homónimo de su abuelo y a la sazón el heredero del título de baroret que este tenía y, a su vez, de la gran propiedad de la familia, la finca Killerton en Devon, donde Angie y sus primas recibían clases en la sala de estudio. En abril de 1866 Sarah Angelina, que tenía entonces 18 años, se trasladó a Mayfield, un internado femenino muy popular entre las hijas de los profesores de la Universidad de Oxford en Southgate, al norte de Londres. Después de dejar Mayfield en julio de 1867 su salud se deterioró, por lo que tuvo que recibir tratamiento en dos periodos diferentes en la ciudad balneario de Wildbad en la Selva Negra de Alemania, además de pasar varios de inviernos en la Riviera francesa. Volvió a Oxford de forma permanente poco antes de la muerte de su madre en 1878 con el fin de hacerse cargo del funcionamiento de la casa familiar. Sin embargo, no se recuperó de su debilidad y tuvo una discapacidad permanente a lo largo de toda su vida, una cojera en una pierna que le exigía usar bastón de forma continuada e incluso, en determinados momentos, silla de ruedas.
Esta minusvalía física, el hecho de que fuese la única hija y la muerte de su madre parece que la abocaron a ocuparse de su padre y de la casa, desconociéndose que tuviera alguna relación sentimental. En este sentido Acland ha merecido la atención de los historiadores como ejemplo de hija soltera obediente del período victoriano, quien se sacrificó al servicio de sus padres y su casa. Este papel no le debió resultar especialmente gravoso, dadas la inmejorable posición de su padre desde el punto de vista económico y académico y la situación de la casa en los números 39-41 de Broad Street en pleno centro de Oxford.
La vinculación de Sarah Angelina Acland con el mundo del arte se inició pronto y fue alentada por su padre que, aunque era científico de formación y desempeñó un importante papel en el desarrollo de la educación científica y médica en Oxford, tuvo igualmente una clara vinculación con el mundo museístico; fue el conservador de los fondos de las galerías universitarias, siendo el responsable de la modernización del nuevo Museo de la Universidad. Su amistad con Ruskin, que también estuvo vinculado al Corpus Christi College, hizo que su gusto se moldeara por la influencia de este, lo que fue determinante para que dicho museo se construyera en estilo neogótico. Esa misma relación fue también determinante para que Henry Wentworth Acland se convirtiera en mecenas y comprador de obras de algunos de los pintores prerrafaelitas, dada la condición de Ruskin de valedor de este movimiento. Esa vinculación con John Ruskin y los prerrafaelitas continuó con su hija Sarah Angelina.
La formación artística reglada de nuestra protagonista se inició en Oxford en junio de 1864 bajo la supervisión del profesor de dibujo William Riviere y continuó en Mayfield donde recibió clases del acuarelista David Hall McKewan. Ya de vuelta en Oxford se matriculó en la recientemente fundada Oxford School of Art, formándose bajo la supervisión de Alexander Macdonald, cuya amistad mantuvo toda la vida. En noviembre de 1870 empezó a recibir clases particulares de John Ruskin, que vivió en casa de los Acland durante sus dos primeros años como profesor de la cátedra Slade de Bellas Artes en Oxford. Durante el tiempo que Ruskin permaneció en su casa, los Acland recibieron la visita de la fotógrafa Julia Margaret Cameron. Angie Acland fue testigo de un altercado entre la fotógrafa y el crítico de arte en el salón de la casa de sus padres,. Al parecer Ruskin no tuvo la respuesta esperada por Julia Margaret Cameron al contemplar su obra, por lo que, según Sarah Angelina, la señora Cameron golpeó la frágil espalda del pobre Ruskin exclamando “John Ruskin no es digno de las fotografías!”. Acland llegó a desarrollar un gran afecto personal por Ruskin, según se desprende de la correspondencia entre ambos; ella se refería a él como su ‘Grillo’, mientras que él la llamaba su ‘Teaze’. Este trato personal cercano continuó cuando Ruskin se trasladó a las habitaciones del Corpus Christi College. Angie continuó actuando como su “secretaria” ocasional, responsabilizándose de parte de su correspondencia y colaborando en encargos tales como colorear láminas para sus publicaciones y copiar dibujos para sus clases. La relación directa terminó cuando Ruskin dejó la Universidad en 1855, pero continuaron su relación epistolar hasta 1888, poco antes de la muerte de Ruskin el 20 enero de 1900.
La decisión de Sarah Angelina Acland de dedicarse a la fotografía fue relativamente tardía y fue impulsada porque su padre le regaló una cámara Kodak nº 3 por su cumpleaños en 1891, es decir, cuando Angie cumplió 42 años. La afición por la fotografía prendió con fuerza ya que el verano siguiente adquirió una Watson & Sons Acme, una cámara de alta calidad con prestaciones profesionales con la que en los siguientes años exploró una gran variedad de diferentes géneros, desde interiores domésticos a estudios de figuras y de paisajes.
El género en el que Acland logró su primer éxito de público fue el retrato. El importante papel que ejercía su padre dentro del mundo universitario y paralelamente el que ella tenía en su casa de Broad Street, hacía que Sarah Angelina Acland tuviese también un rol destacado en la vida social de Oxford. Muchos hombres y mujeres ilustres de la época fueron recibidos en su casa, una oportunidad que Sarah Angelina no desaprovechó por lo que entre sus retratos aparecen algunos de los más importantes personajes de la sociedad victoriana. Ese es el caso del primer ministro William Gladstone y su esposa, que visitaron Oxford el 25 de octubre de 1892 para pronunciar la Romanes lecture. También fotografió a otros importantes políticos como Lord Salisbury en 1894, que asimismo ocupó el cargo de primer ministro en tres periodos distintos. Igualmente fotografió a otros destacados personajes del mundo académico, como el físico y matemático William Thomson, Lord Kelvin, especialmente conocido por haber desarrollado la escala de temperatura que lleva su nombre. Fueron muy difundidos sus retratos de Ruskin, unas fotografías tomadas en Brantwood, Coniston, el 1 de agosto de 1893. Algunas de sus tomas fueron ampliamente reproducidas en varias publicaciones de la época. Su creciente interés por la fotografía hizo que se uniera al Oxford Camera Club en junio de 1894, siendo la primera mujer miembro de esta asociación. Dio su primera charla sobre fotografía en este club con la conferencia Home Portraiture que se impartió en febrero de 1899. Ese mismo año expuso por primera vez en la exposición anual de la Royal Photographic Society de Londres, mostrando cuatro transparencias con retratos, lo que llevó a su elección como miembro de la sociedad el 11 de diciembre 1899.
La gran contribución de Sarah Angelina Acland a la historia de la fotografía son sus imágenes en color, pero antes de iniciar ese camino se planteó el problema de la correcta representación de los tonos de los diferentes colores en la fotografía en blanco y negro. Las emulsiones fotográficas que se usaban en ese momento eran ortocromáticas. Su sensibilidad en el espectro se extendía del violeta al amarillo y cualquier luz azul y verde se plasmaba con facilidad, pero era insensible al rojo (por lo tanto podían ser procesadas con una luz roja). En la práctica había cierta distorsión de los tonos; al usar películas ortocromáticas los objetos azules aparecen más claros y, los rojos, más oscuros debido a la mayor sensibilidad del color azul. La preocupación de los practicantes de la fotografía y, por lo tanto, de los fabricantes de emulsiones iba destinada a que la captación del espectro fuese, aunque traducida al blanco y negro, lo más fiable posible. En este sentido hay que señalar que entre 1899 y 1900 Sarah Angelina llevó a cabo una serie de experimentos con respecto a las capacidades de la emulsión “Spectrum Plate” del fabricante James William Thomas Cadett. Este fabricante fue de los primeros en preocuparse de la sensibilidad de las emulsiones utilizadas, así como de publicar tablas de cálculo de tiempo y obturación en función de la luminosidad, lo que facilitaba enormemente la labor de los fotógrafos.
Artículo publicado en Almoraima, revista de estudios campogibraltareños. Número 48.
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