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La sucesión en el narco

El descabezamiento del clan de los Castañitas a raíz de la captura de Antonio Tejón abre un aparente vacío de poder entre los narcos del hachís

El detenido, su hermano Isco y Samuel Crespo intentaron en abril llegar a un acuerdo para entregarse a la Justicia

La sucesión en el narco
Javier Chaparro

10 de junio 2018 - 01:46

Día y noche, las fuerzas de seguridad del Estado y las mafias del narcotráfico juegan en el Estrecho de Gibraltar al gato y el ratón. Para quien hasta ahora líderaba a estos últimos, la partida terminó el miércoles pasado, cuando en torno a las 23:00 fue detenido en La Línea de la Concepción tras culminar con éxito una meticulosa operación desarrollada por la Policía Nacional. Antonio Tejón Carrasco, responsable máximo del poderoso clan de los Castañitas, pasa ahora las horas muertas en una celda de la prisión de Córdoba. Nada más llegar a ella se le aplicó el llamado protocolo FIES 2, destinado a reclusos bajo vigilancia especial, condenados o investigados por pertenencia a organizaciones delictivas cuya finalidad es la obtención de beneficios económicos.

El viernes por la tarde, pasado apenas un día desde su arresto, elCastañitafue trasladado a Córdoba desde la prisión algecireña de Botafuegos, un centro penitenciario donde es complicado encontrar un recluso que no esté penando por delitos relacionados con el narco. En Botafuegos estaba en casa, con capacidad para controlar lo que pasaba dentro y seguramente fuera de la cárcel. Ahora solo ve la luz del día durante dos horas en el patio cordobés particular, pero de cemento y sin flores.

La vivienda en la que se escondía estaba siendo vigilada desde cuatro días antesEl rumbo dependerá de si el mando lo asume alguien experimentado o un joven ambiciosoLa Fiscalía Antidroga no está dispuesta a llegar a un pactocon los traficantes

Su hermano Francisco Tejón, Isco, la otra parte del tándem, permanece escondido al pesar sobre él una orden de busca y captura por no haberse presentado ante el juez. Cuentan que es un personaje muy especial y complejo, quizá sin la capacidad de liderazgo de Antonio, pero con la suficiente frialdad como para pararse solo en una esquina del barrio de La Atunara, a apenas veinte metros de una patrulla de la Guardia Civil, cubierto con una gorra y sin mover un músculo. Gatos y ratones juegan a hacerse invisibles.

"Solo te das cuenta de que está ahí cuando lo tienes justo encima. Puede que te haya estado siguiendo con las luces apagadas una hora, a solo unos cientos de metros sobre tu cabeza. Esos helicópteros [de la Policía y la Guardia Civil] llevan un silenciador que impide que se escuche el sonido de su motor en plena noche", relata alguien que conoce de cerca a los hermanos Tejón.

Solo la Policía Nacional sabe cuánto tiempo llevaba volando el miércoles sobre los tejados de La Línea el helicóptero que cubría a los agentes desplegados en tierra. Su misión era seguir desde el aire al Castañita en caso de que lograra fugarse dando saltos por los tejados, como hizo la última vez, cuando estando en lo alto de una tapia un policía llegó incluso a tenerle sujeto por un pie. Entonces pudo zafarse acompañado de Samuel Crespo, casado con una prima suya y famoso desde que en febrero pasado su grupo de jumanjis -su pelotón de confianza, preparado siempre para atender cualquier orden de trabajo- le rescatase a las bravas, estando detenido y custodiado por dos policías, del hospital de La Línea.

La Policía llevaba muchas semanas detrás de Antonio. Era su objetivo número uno. Los Castañitas, al menos por el momento, son los grandes traficantes de hachís del Estrecho y también el principal clan de España. Para la Policía, puede que también de Europa, aunque nunca se sabe qué cantidad de droga llega a través de Italia. Los agentes seguían los pasos del entorno familiar del detenido y de sus amigos a la espera de que asomase la cabeza. Prácticamente dormía cada día en una de las siete u ocho casas que controlaba en La Línea (aunque este número es aproximado y no siempre ha sido el mismo grupo de viviendas), unas veces con su esposa e hijos, a veces con alguna pareja con la que también ha tenido descendencia.

Los agentes tenían la certeza de que el domicilio que con más asiduidad frecuentaba era una vivienda situada en el barrio de San Bernardo, en la que finalmente fue capturado. Lo más difícil fue saber cuándo aparecería para tener preparado en el momento oportuno un dispositivo en el que participaron un centenar de agentes de la Unidad de Drogas y Delitos Organizados (Udyco), del Grupo de Respuesta Especial contra el Crimen Organizado (Greco), de la Unidad de Prevención y Reacción (UPR) y del Grupo de Operaciones Especiales y Seguridad (GOES).

La casa estaba permanente vigilada desde el domingo anterior con coches camuflados y agentes vestidos de paisano. Era cuestión de esperar. Los taxistas que suelen hacer parada frente a un hotel de Algeciras ya se habían percatado de la amplia presencia de las fuerzas de seguridad porque las furgonetas policiales les habían desplazado de su lugar habitual de estacionamiento. Algo muy importante se estaba cocinando, pero solo unos pocos sabían el qué. Nadie el cuándo.

La clave de la operación estaba en la rapidez con que se entrase a la casa y en la detención de Tejón, así como en el aseguramiento del entorno, donde había tantos policías ocultos como puntos, tal y como se conoce en el argot a los encargados de dar aviso a los clanes de la presencia de agentes.

El plan funcionó a la perfección. Los miembros del GOES, muy próximos a la vivienda, rompieron su puerta e irrumpieron en ella entre los llantos de los niños que había en su interior y la estupefacción de su madre. Al jefe de los Castañitas se le cogió desprevenido, no estaba armado y apenas opuso resistencia, si bien en el forcejeo con los agentes se llevó un fuerte golpe en la nariz que le hizo sangrar.

El futuro del clan

Con Antonio en la cárcel, su hermano está hoy más preocupado por no ser descubierto que de ponerse al frente de la compleja intendencia que incumbe a un centenar largo de personas con lanchas, coches y guarderías donde almacenar la droga. Es un negocio con el que se gana mucho, muchísimo dinero, pero que hastía hasta lo insoportable a quienes viven las 24 horas del día en ese mundo, sin más horizonte que una constante huida. De qué sirve ganar millones a espuertas si solo puedes esconder los fajos de billetes en zulos o dárselo a tus hijos para que jueguen con ellos al Monopoly. Olvídate casi de poner los pies fuera de tu pueblo, sin la protección de los tuyos. A finales de 2016 ya fueron detenidos en la operación Ronal una treintena de miembros de la banda, pero Antonio e Isco lograron huir a Marruecos.

Es más que probable que por la cabeza de Francisco Tejón haya rondado la posibilidad de llegar a un acuerdo con las autoridades para entregarse, a cambio de lograr una reducción en la petición de condena o un trato penitenciario flexible, cerca de casa. Algunos de sus compinches detenidos hace dos años están en libertad condicional bajo fianza a la espera de juicio, aunque en el caso particular de Isco la situación es actualmente más complicada.

Además de ser un jefe destacado de una gran banda, la actual fiscal Antidroga de Algeciras, Macarena Arroyo (quien a finales de 2017 relevó en el puesto a Emilio Miró) parece poco dispuesta a dialogar con los narcos, mucho menos a pactar con ellos. De hecho, esta redacción ha podido constatar a través de diversas fuentes que tanto Samuel, como Isco y Antonio (por ese orden) intentaron sin suerte a mediados de abril cerrar un acuerdo en ese sentido a través de sus abogados.

El pacto alcanzado en novienbre de 2017 por la defensa de Abdellah, el Messi del hachís, con el fiscal jefe de Algeciras, Juan Cisneros, para lograr su libertad bajo fianza de 80.000 euros fue objeto de críticas, unas más soterradas que otras. Abdellah aguarda la celebración de dos juicios en su contra mientras acude cada día a firmar a los juzgados.

Cisneros defiende con rotundidad que gracias a ese acuerdo se pudo echar el guante a un fugado que residía en Marruecos. Tras casi dos décadas de actividad, Abdellah era, sin duda, el número uno del hachís y desde su entrega ha dado además muestras de colaboración con la Justicia, según admiten fuentes policiales.

Pero a la vista de los ataques de los que fue objeto el fiscal jefe, ninguna autoridad parece ahora dispuesta a correr el riesgo de pactar con Isco su entrega a la Justicia. Y mucho menos cuando los nuevos ministros de Interior y Justicia deben decidir sobre la continuidad de los responsables en muchos puestos bajo su competencia. La exitosa operación del miércoles en la que se detuvo a Antonio Tejón ha dado, además, argumentos a quienes entienden que al narco solo vale combatirlo plantándole cara.

Los 'brokers'

Queda por responder la pregunta sobre quién o quienes se harán cargo en La Línea de liderar el negocio del narco, con la demanda en alza. El precio medio de una tonelada de hachís ya en tierra ronda hoy los 600.000 euros, aunque si la mercancía es de gran calidad puede triplicar con facilidad esa cifra. Aquí también funciona la ley de la oferta y la demanda: si por cualquier razón llegan menos gomas a las costas gaditanas -por problemas en la entrega, porque haya habido más requisamientos o porque el temporal en el Estrecho impida la navegación- el precio del hachís sube de forma automática. Los brokers de este mercado rara vez pierden porque son ellos quienes fijan las cotizaciones.

No faltan a buen seguro candidatos para ocupar un espacio ahora expedito. Quienes conocen de cerca el paño calculan que a día de hoy existen en La Línea unas quince bandas, de las que tan solo unas ocho están plenamente activas y con capacidad de operar. Los Castañitas ejercían como jefes de ese pequeño cártel, trabajando y dejando trabajar a cada cual.

Hay que hacer distinciones porque Antonio e Isco pertenecerían, por decirlo de alguna forma, a la vieja escuela: son tremendamente temidos en ese mundo y nadie osa hablar de ellos públicamente, pero sus miembros tenían por norma no enfrentarse a los agentes de las fuerzas de seguridad.

Los veteranos reprochan a los más jóvenes y recién llegados haber perpetrado desde el año pasado las embestidas a los coches patrulla de la Guardia Civil, Policía Nacional y Vigilancia Aduanera con tal de ganarse un espacio y de hacerse respetar. Los Castañitas han llegado entre los suyos a quejarse, incluso, de que su mala imagen se debe en gran parte a que algunos de esos hechos perpetrados por bandas ajenas se les han achacado a ellos.

La opinión de un experto en ese mundo es concluyente: Si alguno de esos advenedizos consiguiera tomar el mando, la deriva del narco en la comarca podría ir mucho a peor, con más violencia e inestabilidad. Si, por contra, la sucesión recayese en un veterano, alguien incluso tapado aún para las autoridades, pero con experiencia y autoridad, el negocio podría tener continuidad.

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