Tipología gráfica en el arte rupestre postpaleolítico del extremo sur peninsualar: Objetos (IV)

Observatorio de La Trocha | Nuestro arte prehistórico

Dentro del estudio de las representaciones pictóricas prehistóricas, se han identificado diversas figuras que parecen corresponder a estructuras arquitectónicas primitivas. Uno de los aspectos más debatidos es que representen viviendas

Confirman que las pinturas rupestres de la Laja Alta son las más antiguas del Mediterráneo y revelan los primeros barcos a vela

Tectiforme en el Abrigo de los Maquis, Los Barrios.
Tectiforme en el Abrigo de los Maquis, Los Barrios.
Hugo Alberto Mira Perales

28 de febrero 2025 - 04:00

Los Barrios/Las pinturas rupestres esquemáticas han intrigado durante décadas a arqueólogos y estudiosos del arte prehistórico. Entre los motivos más recurrentes que tipificamos como “objetos” se encuentran las representaciones de líneas entrecruzadas y figuras geométricas, interpretadas generalmente como construcciones: cabañas, trampas o cercados. Sin embargo, esta visión no está exenta de debate. Esta tipología de objetos esta subdividida en las construcciones o tectiformes, carros, escaleriformes y armas.

El investigador E. Frankowski ha cuestionado la tendencia a identificar estas figuras tipo “tectiformes“ como viviendas o estructuras sin un análisis exhaustivo. Según él, muchos estudiosos proyectan ideas preconcebidas al analizar estas pinturas, añadiendo detalles que pueden ser producto de la imaginación. La dificultad radica en la propia naturaleza esquemática del arte rupestre, que deja margen a interpretaciones diversas y, en ocasiones, contradictorias. No obstante, algunas pinturas parecen ofrecer pistas más claras sobre su significado. Las que muestran figuras humanas en su interior o junto a ellas refuerzan la hipótesis de que podrían representar viviendas. Sin embargo, estos indicios no permiten determinar con certeza su tipología, materiales o distribución interna. El análisis de estas figuras en el contexto de las cuevas y abrigos donde fueron halladas también aporta información relevante. En ciertos casos, la presencia de restos arqueológicos como cerámica, sílex o moluscos marinos en el suelo de los refugios sugiere que estas estructuras pudieron estar habitadas. Un ejemplo de ello es el abrigo de Cantal Chico en Málaga, donde una figura aparece representada bajo un techo, lo que refuerza la idea de que el ser humano se retrató en su espacio de vida.

Diferentes estudios han señalado que algunas de estas figuras podrían estar vinculadas con rituales o escenas de la vida cotidiana. El arqueólogo H. Breuil, por ejemplo, interpretó ciertas pinturas como representaciones de parejas en el interior de sus chozas, lo que podría relacionarse con ritos matrimoniales. En otros casos, se han identificado figuras humanas en plena construcción de viviendas, lo que sugeriría la representación de una actividad concreta más que de una simple estructura.

La cronología de estas pinturas también plantea desafíos. Debido a la superposición de motivos y a la gama cromática utilizada, algunos investigadores han intentado establecer secuencias temporales. Sin embargo, en muchos casos no existen datos concluyentes que permitan fechar con precisión estas representaciones. La dificultad aumenta cuando los mismos elementos iconográficos aparecen en contextos distintos, lo que impide atribuirles una función única.

Posible carro de la Cueva de la Laja Alta, Tarifa.
Posible carro de la Cueva de la Laja Alta, Tarifa.

Más allá de las controversias, el estudio de estas pinturas nos permite asomarnos a la cosmovisión de sociedades prehistóricas, ofreciéndonos una ventana a su forma de vida, sus construcciones y su relación con el entorno. A medida que avanzan las investigaciones y se desarrollan nuevas técnicas de análisis, quizás podamos comprender mejor el verdadero significado de estos enigmáticos dibujos que, miles de años después, siguen suscitando fascinación y debate.

Dentro del estudio de las representaciones pictóricas prehistóricas, se han identificado diversas figuras que parecen corresponder a estructuras arquitectónicas primitivas. Estas representaciones han sido objeto de múltiples interpretaciones, con hipótesis que abarcan desde simples cabañas hasta viviendas palafíticas, según la opinión de investigadores como H. Breuil y E. Frankowski. Sin embargo, la ausencia de datos cronológicos concretos dificulta la atribución exacta de fechas a estas manifestaciones artísticas.

Uno de los aspectos más debatidos es la posible representación de viviendas. Algunas figuras han sido interpretadas como cabañas de tipo cupuliforme, posiblemente con postes de sostén, mientras que otras podrían corresponder a estructuras más complejas. En particular, Frankowski sugirió que una de estas figuras representa una vivienda palafítica, basándose en la disposición de pequeños trazos que podrían simbolizar postes de soporte. Esta teoría gana fuerza al considerar la proximidad geográfica de estas representaciones con la Laguna de la Janda, donde tales construcciones habrían sido factibles. Como ejemplo el abrigo de los Maquis, nos muestra en sus motivos estructuras del tipo tectiformes.

Las diferencias en la reproducción de estas figuras por distintos investigadores, como Cabré, Hernández Pacheco y Breuil, han generado incertidumbre sobre su correcta interpretación. Algunas figuras muestran paralelismos con colinas o agrupaciones de cabañas, lo que refuerza la hipótesis de su relación con estructuras habitacionales. Otros especialistas, como Ortego, han señalado que ciertas representaciones podrían corresponder a cabañas con una estructura central y cubierta de ramaje colgante, apoyándose en similitudes tipológicas con otras manifestaciones pictóricas.

 Escaleriforme en la Cueva de Corchadillo, Los Barrios.
 Escaleriforme en la Cueva de Corchadillo, Los Barrios.

De un interés extraordinario resulta la presencia de estos motivos “carros” dentro del conjunto de la pintura rupestre esquemática española, a pesar de lo escaso en número de sus representaciones. Destacamos la representación de un posible carro en la Cueva de Laja Alta, donde un jinete a caballo remolca una carreta o similar. Todas estas representaciones muestran carros del tipo de bastidor rectangular con largueros enlazados por varios travesaños, y de bastidor cerrado en su parte delantera y abierto por detrás. Lo más expresivo en todos los aspectos de estas representaciones son las ruedas que presentan, ya que los bastidores por sí mismos y al menos dentro de la pintura esquemática pueden ser confundidos fácilmente con un trineo o un simple motivo de los clasificados con el nombre genérico de "estructuras o construcciones".

A lo largo de la geografía española, los abrigos rocosos han conservado durante milenios una de las manifestaciones más enigmáticas del arte prehistórico: las representaciones del tipo “escaleriformes”, o mejor dicho estructuras que, por su aspecto, podrían asemejarse a escalas o construcciones. Estos símbolos, plasmados en la pintura esquemática, han despertado la curiosidad de los investigadores, quienes debaten sobre su verdadero significado. ¿Se trata realmente de escaleras o de otro tipo de estructura? La respuesta sigue siendo incierta. El estudio de estas figuras no está exento de dificultades, ya que su interpretación puede ser ambigua. Algunos expertos las vinculan con tectiformes (figuras que sugieren estructuras arquitectónicas), trineos o incluso con otros tipos de construcciones abstractas. Sin embargo, ciertos prehistoriadores han propuesto que podrían representar figuras humanas estilizadas, lo que añade un nuevo matiz a la controversia. Desde una perspectiva más cautelosa, podríamos considerarlas como una categoría intermedia entre auténticas estructuras y símbolos abstractos.

Determinar la antigüedad exacta de estos motivos es un desafío, ya que por sí mismos no ofrecen datos precisos para su datación. No obstante, los especialistas recurren a la técnica del análisis de gamas cromáticas para establecer correlaciones con otros elementos pictóricos del mismo contexto arqueológico. Este método permite, al menos, situarlos dentro de una cronología relativa dentro del arte esquemático.

Las representaciones de estas posibles "escalas" no están presentes en toda la península ibérica, sino que aparecen de manera esporádica en ciertas zonas concretas. Abundando sus representaciones en la zona del extremo sur peninsular. Esta distribución desigual sugiere que estos símbolos podrían tener un significado regional o responder a tradiciones culturales específicas de cada zona.

Dado que la identificación de estas figuras como verdaderos “escaleriformes” sigue siendo debatida, es fundamental analizarlas en conjunto con otras representaciones similares. Compararlas con los mapas de trineos y tectiformes ayudaría a obtener una visión global y a esclarecer posibles confusiones en su interpretación.

Antropomorfo armado con lanza, Cueva de Chinchilla, Jimena de la Frontera.
Antropomorfo armado con lanza, Cueva de Chinchilla, Jimena de la Frontera.

El arte rupestre sigue siendo una ventana fascinante al pensamiento simbólico de nuestros antepasados. Las representaciones “escaleriformes” son un ejemplo de cómo la interpretación del pasado requiere una mirada atenta y multidisciplinaria. Aunque su significado exacto aún escapa a nuestra comprensión, su presencia en distintos puntos de la península ibérica nos habla de una iconografía compartida que merece ser explorada con mayor profundidad.

Destacamos la cueva de los Alisos en Los Barrios, Peñón de la cueva (Los Barrios), cueva de la Jara en Tarifa, y Palomas también en Tarifa.

Las pinturas esquemáticas halladas en los abrigos rocosos del extremo sur peninsular han revelado un interesante repertorio de representaciones de armas, muchas de ellas aisladas y sin conexión aparente con figuras humanas. Exploramos la importancia de estos hallazgos y lo que pueden revelarnos sobre las sociedades prehistóricas que los dejaron como testimonio.

Podemos clasificar las armas representadas por su análisis tipológico, estas representaciones han permitido establecer varias categorías dentro del repertorio iconográfico prehistórico. Entre las armas más recurrentes se encuentran: hachas, arpones, puñales, espadas y lanzas.

El investigador Henri Breuil, aunque con ciertas reservas, consideró que algunas figuras representaban “hachas” sin enmangar. A pesar de que su morfología parece indicar auténticas armas, existe la posibilidad de que algunas de ellas no sean más que simples manchas sobre la roca, como él mismo sugirió. Sin embargo, otras figuras muestran lo que parecen ser hachas enmangadas, lo que podría indicar un uso realista o incluso ritual de estos objetos. Su materialidad sigue siendo incierta: ¿se trataban de hachas de piedra, de metal o incluso de representaciones simbólicas de estos objetos? Breuil sugirió que algunas podrían ser copias de hachas de hierro, lo que implicaría un uso tardío de esta tipología en el imaginario pictórico de estas comunidades.

Los “arpones” representan un enigma. Su tipología remite a la cultura aziliense, lo que contrasta con la cronología general del resto de los motivos pictóricos en los que se encuentran insertos. Su presencia podría indicar contactos culturales o tradiciones persistentes en el tiempo.

Dentro del conjunto de armas, los “puñales y espadas” merecen especial atención, ya que pueden asociarse con sociedades más avanzadas tecnológicamente. Se han identificado ejemplares que podrían corresponder al Bronce III, así como otros de cronología tardía, vinculados con las culturas de la Edad del Hierro. Breuil sugirió que algunas figuras interpretadas como "hombres espada" podrían en realidad representar armas propiamente dichas, aunque su tipología sigue siendo objeto de debate.

Las representaciones de “arcos y flechas”, por su largo pedúnculo, parecen indicar que muchas de ellas eran metálicas y, por lo tanto, de un período avanzado, posiblemente del Bronce Final. Sin embargo, los arcos en sí mismos no aportan una datación precisa, ya que su uso se extendió a lo largo de distintas épocas. Destacamos el abrigo de Chinchilla donde se observa una escena de caza, una figura humana con arco lanzando flechas.

La datación de estas representaciones varía según el tipo de arma. Las hachas pueden situarse en el Neolítico, descartando atribuciones paleolíticas. Por otro lado, los puñales, espadas y flechas se inscriben en un marco temporal más reciente, datándose en el I milenio a. C.

Hugo Alberto Mira Perales es especialista en arte prehistórico de la Asociación Cultural La Trocha y consejero de número de la 2ª sección (Arqueología, Etnología, Patrimonio y Arquitectura) en el Instituto de Estudios Campogibraltareños, Miembro del comité ejecutivo de la revista 1902 Committee, Miembro del Proyecto First Art

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