El trabajo, en el recibidor de casa
La crisis modifica el concepto de tienda tradicional, de un local comercial a formar parte del hogar El perfil, personas con suficiente espacio y sin ingresos económicos
Peluquerías, ultramarinos, pequeños bazares, comercios de abalorios, librerías, kioscos y tantas como la imaginación permita. Todas estas tiendas son habituales en las barriadas, se pueden encontrar en cualquier local de una esquina concreta o bajo el pórtico de un gran edificio residencial. Todo el mundo las identificaba por los neones y carteles, y resultaba fácil distinguir un local comercial de una vivienda personal. Eran dos cosas distintas, unas en un sitio y las otras en otro. No tenían ninguna relación, al menos, hasta hace unos años.
La crisis, que todo lo toca y lo permuta, modificó hace cinco años el concepto de tienda tradicional en un local específico y con unas características más o menos acotadas. Hoy en día, son muchas los emprendedores que han decidido trasladar estos a sus mismos hogares. Un hecho que ha abierto un nuevo horizonte para las familias con sus miembros en paro y muchas deudas que amortizar.
Además, las trabas que la administración ponía para montar un negocio, un hecho muy criticado hace unos años y que suponía todo un obstáculo para los nuevos emprendedores, se intentaron eliminar con la entrada en vigor del Real Decreto-Ley 19/2012. En él se liberalizaba el comercio, sobre todo minorista, con la eliminación de las licencias previas municipales a la hora de montar un nuevo negocio. Con esto, el abrir y comenzar una actividad comercial se convierte en un derecho que tienen los ciudadanos y que pueden realizar en todo el territorio, eso sí, una vez abierto, deben tramitar todo la documentación pertinente y estar de acuerdo a la normativa vigente.
Producto de todo esto nace la Librería-Papelería Santa Rosa en la calle Los Jazmines de Los Barrios, en julio del pasado año. Su propietario, Manuel Serrano, se quedó en paro hace un año y medio. Manuel no quiso esperar a encontrar un nuevo empleo y aunque lo intentó durante unos meses, llegó a la conclusión de que en la situación actual sería muy difícil conseguir el objeto más preciado en nuestro país, por lo que decidió establecerse como autónomo y montar un pequeño negocio.
También se benefició de la nueva normativa de liberalización y pudieron abrir sin licencia gracias a la declaración responsable, un formulario de apertura previo. Lo que sí que tuvo que hacer fue pedir una licencia de obras para la adecuación de la planta baja de su hogar y cambiar en el catastro los metros dedicados a local comercial que iba a usar la papelería.
"Aguantamos a duras penas. Es muy complicado abrir un negocio en estos tiempos. Son muchos gastos. Aún después de un año abierto, no he podido recuperar la inversión inicial. Además, lo más complicado es captar clientela, por eso estamos disponibles durante todo el día llamando a un timbre que tengo en la entrada", comenta Manuel.
El mismo problema sufre una pequeña tienda de comestibles que abrió hace 5 meses en el barrio de Santa Rosa. Su propietaria explica lo duro que son los comienzos, sobre todo cuando llega de no recibir ningún ingreso y con una hipoteca muy grande.
"Es muy difícil montar un negocio desde la nada, yo creía que con 500 euros podría empezar, pero con eso no tuve ni para las patatas de paquete. Por lo que tuve que pedir dinero prestado a mis padres, y menos mal que nos dejaron el garaje de su casa, sino sería imposible", comenta. La inversión inicial fue de unos 6.000 euros para adecentarlo todo y, semanalmente, necesitan unos 1.000 euros para subsistir.
Aún todo esto, esta joven administrativa de carrera se muestra muy contenta con su negocio, incluso ha crecido en oferta, añadiendo a los comestibles habituales productos frescos y comida casera. "No es el futuro que espero para mi, pero mientras éste llega, tengo mi tienda en casa", concluye.
5 Comentarios