Vertidos en Tarifa
Al sur del Sur
Un paseo por Los Lances se convierte en una yinkana consistente en sortear centenares de toallitas higiénicas, manchas de arena negra y alguna rata ahogada
La tormenta deja su firma en Tarifa y produce un mar de aguas fecales en la playa de Los Lances

La idílica imagen de la playa de Los Lances, con su gran laguna central y los reflejos del sol del atardecer y de las gaviotas sobre su superficie, conduce al error. Basta acercarse a la arena, abrir los ojos y percibir el edor de los vertidos para percatarse del grave problema sanitario y medioambiental que padece uno de los principales iconos turísticos del Campo de Gibraltar. Como demuestran los vídeos y fotos publicados por este periódico, la franja urbana del litoral tarifeño se ha convertido en una suerte de cloaca a cielo abierto, de aguas sin depurar que, con la marea baja, convierten cualquier intento de paseo por la zona en una yinkana, consistente en sortear centenares de toallitas higiénicas, manchas de arena negra y alguna que otra rata ahogada.
La fuerte tormenta caída el pasado viernes hizo que las aguas pluviales, que deberían ir directamente hasta el mar a través de un gran tubo que desemboca en la playa -en los aledaños de un parque infantil- se desbordasen de sus conducciones y se mezclaran con las fecales de la red de alcantarillado. En teoría, varios motores deberían bombear todas esas aguas hacia la nueva depuradora, pendiente arriba y a las afueras del pueblo, pero algo falla porque las infraestructuras no dan abasto.
El resultado cada vez que llueve más de la cuenta es que una amalgama de líquido algo espeso y maloliente acaba depositada sobre la arena del Parque Natural del Estrecho, en esa laguna que se extiende en paralelo a la orilla a lo largo de centenares de metros y que, inocentemente, atravesamos en perpendicular de forma obligada cuando nos disponemos a darnos un chapuzón en el mar.
Los responsables municipales de turismo confiesan su desesperación por el paisaje que ofrece la localidad sin solución de continuidad y porque sus demandas de ayuda a las administraciones provincial, autonómica y central se pierden en el horizonte sin hallar eco. Con una población que en verano multiplica por cuatro sus 18.664 habitantes censados, una plantilla de funcionarios muy limitada y 21 millones de euros de deuda a sus espaldas, el Ayuntamiento carece de recursos propios para poner solución. Sus representantes, los actuales y quienes les precedieron, han recibido multitud de promesas por teléfono -todo lo más, un ya iremos a veros, un estaos tranquilos que ya se arreglará- pero la realidad emerge a poco que se escarba. Los hippies no hallarán pues bajo los adoquines la playa, sino una capa de mugre.
La solución puesta sobre la mesa por el Consistorio pasa por la construcción de un gran tanque de tormentas al que vaya a parar el agua que ahora no puede asumir la red existente y acabe con los vertidos directos a Los Lances. Una vez almacenada, sería desviada a la depuradora para ser tratada y llevada finalmente al mar mediante un emisario.
Habrá quienes se indignen más con quien pone el foco de luz sobre la realidad que con quienes provocan con su desidia situaciones como la descrita o se ponen de espaldas ante ella. Lo cierto es que difícilmente se podrá abordar un crecimiento armonioso de la ciudad y atender las justas demandas de nuevas viviendas por parte de sus vecinos mientras no se ponga arreglo al desaguisado.
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