Los fuegos artificiales protagonizan la entrada de 2025 en el Campo de Gibraltar y reavivan la polémica

La creciente moda de lanzar pirotecnia en Nochevieja divide a los vecinos entre quienes celebran el espectáculo y quienes denuncian su impacto en personas y animales

Las mejores fotos de 2024 en el Campo de Gibraltar

Los fuegos artificiales protagonizan la entrada de 2025 en el Campo de Gibraltar y reavivan la polémica.

La Línea/El estallido de luces y colores volvió a iluminar la medianoche del 1 de enero en el Campo de Gibraltar, donde los fuegos artificiales se han convertido en una tradición en auge para recibir el Año Nuevo. Municipios como Algeciras o La Línea de la Concepción (sin olvidar a los vecinos de Gibraltar) llenaron el cielo de destellos, mientras que las redes sociales se inundaban de vídeos y felicitaciones. Sin embargo, esta moda no convence a todos: el ruido de los cohetes y petardos ha generado un debate encendido entre quienes disfrutan del espectáculo y quienes lo consideran una fuente de problemas.

En La Línea, epicentro de la controversia, las críticas no han tardado en aparecer. “No son conscientes del daño que hacen a las personas con autismo, a los animales… Esto debería estar prohibido”, comentaba un vecino en redes sociales. Otros cuestionaban el coste económico y el impacto en la convivencia: “¿Quién tiene tanto dinero para gastar en esto? Falta empatía y sobran molestias”, afirmaba otro usuario.

Entre las denuncias más frecuentes se encuentran los efectos negativos en mascotas y personas vulnerables. Una linense relataba cómo su hijo tuvo que retirarse con su perro a una zona aislada para protegerlo del estrés: “No pudo celebrar la entrada del año con nosotros. Los fuegos artificiales sin ruido serían una solución”. También se mencionan casos de niños con autismo, personas mayores y epilépticos que sufrieron una noche especialmente difícil.

A mediados de diciembre, el Ayuntamiento de La Línea recordó las normativas vigentes sobre el uso de pirotecnia. Estas prohíben la venta ambulante y limitan la adquisición según la edad, además de restringir el lanzamiento de cohetes y petardos en zonas urbanas fuera del horario permitido. Sin embargo, la aplicación de estas normas parece insuficiente para detener la oleada de artificios que marcó la llegada del 2025.

El debate, lejos de apagarse, aviva posturas enfrentadas. Mientras algunos defienden el simbolismo de los fuegos artificiales como una forma de celebración comunitaria, otros exigen mayor regulación o la adopción de alternativas más respetuosas, como los espectáculos de luces sin ruido.

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