El Algeciras es humano (2-2)

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El líder deja escapar un 2-0 en un duelo hipertenso que iguala Ganet en el último suspiro

Hay un gol anulado a Iván, dos expulsados y un ambientazo

Los de Viso siguen invictos

El albirrojo Pipo pelea el balón con el exgualdiverde Ekedo.
El albirrojo Pipo pelea el balón con el exgualdiverde Ekedo. / Erasmo Fenoy

El idilio del Algeciras se encontró en el último suspiro con Pablo Ganet. Tenía que ser él quien rompiera el encanto y marcase el gol que significó el primer empate de la temporada para los albirrojos, el primer desliz del líder, que dejó escapar el cinco de cinco en un partido que dio por cerrado antes de tiempo. El San Roque de Lepe arrancó un punto del Nuevo Mirador en un partido hipertenso, grosero por momentos y descabezado por una expulsión en cada bando antes del descanso. Casi 4.000 almas respondieron a la llamada del algecirismo en un estadio que vivió una montaña rusa de sensaciones en un duelo impropio de esta categoría. A pesar del sabor agrio final, la parroquia rojiblanca recompensó con palmas a unos jugadores que siguen invictos y en lo más alto del grupo X de Tercera división.

El Algeciras tuvo en sus manos el quinto triunfo consecutivo de la temporada, pero el repóquer se escabulló por un cúmulo de circunstancias: por la expulsión innecesaria de Berlanga al descanso de camino a los vestuarios en una enganchona, por la desconexión que sufrió el equipo tras hacer el 2-0 con más de media hora por delante, por unos cambios que aportaron poco o nada, porque dio la sensación de que el Nuevo Mirador vendió la piel del oso antes de cazarla y porque el San Roque de Lepe terminó por encerrar a los de Viso y cuando el cántaro va a la fuente... ya se sabe. Cada uno tendrá su análisis, por supuesto.

El duelo fue durísimo, muy por encima de la exigencia media de esta categoría. Los dos equipos se dieron de lo lindo y seguramente algún jugador aurinegro no debió acabar el encuentro. Lo cierto es que el árbitro se vio superado en muchas fases ante tanta adrenalina.

El Algeciras entró enchufado y en su primer acercamiento, a los cuatro minutos, vio como le anulaban un gol a Iván al rematar un córner botado por Zafra. La gente pidió el VAR pero eso todavía no ha llegado a La Menacha.

Los de Javi Viso, con su once de gala, jugaron sobreexcitados en un escenario que bullía con muchísimos más aficionados de lo habitual. El San Roque de Lepe fue de frente y pronto prendió la mecha con las primeras entradas pasadas de rosca.

El exalgecirista Pablo Ganet mandó sus primeros recados con un lanzamiento desde la frontal que abortó Romero en el 10' y tras jugada ensayada en el 20'.

Entre medias el visitante Keita se jugó la expulsión al sacar las manos ante José Carlos. Los leperos demostraron que cuentan con un bloque robusto pero para nada exento de calidad.

El Algeciras buscó las bandas y también a su referente Antonio Sánchez, participativo y el gran faro de este equipo. Sin él quedó de nuevo patente que este conjunto pierde mucho.

Corría el minuto 39 cuando los de Viso sacaron una falta lateral por medio de Zafra y allí apareció Pablo de Castro para cabecear no se sabe bien cómo y marcar para el Algeciras. Otra vez el central, que lleva tres jornadas seguidas disfrazado de pichichi.

El encuentro estaba muy calentito, con roces en cada lance, y un minuto antes del descanso el visitante Sergio, que estaba desbordado, fue expulsado tras unas palabras con el banquillo local. Y aún queda más porque de camino a los vestuarios, el veterano Berlanga -amonestado- pecó de niño al engancharse en una pequeña tangana que habían formado varios futbolistas. El árbitro lo vio y le sacó la segunda amarilla y la susodicha roja.

Ninguno de los dos movió ficha a la vuelta del intermedio. Viso dejó la defensa con tres con Pablo como único bastión. Una decisión valiente al igual que la da no incluir algún defensa en la convocatoria. El técnico, salvo por Chapa, sólo tenía hombres de ataque en la reserva. Quizás un jugador del corte de Aaron, Josemi u Oñate habría sido de más utilidad.

No obstante, a los tres minutos de la reanudación, el Algeciras clavó el segundo rejón en una acción maravillosa de Antonio Sánchez que cedió a Javi Zafra y el roteño definió con clase.

Antonio dijo basta en el 58' y en su lugar entró Chapa para dar más bocado al centro del campo. El partido, sin embargo, había cambiado por completo. La pelea de perros de la primera parte había llegado a su fin con un derroche inmenso por parte y parte y con un expulsado en cada fila. En toda esta briega solo el canario Pipo había tratado de jugar al fútbol, pero estaba solo.

El panorama empezó a cambiar a falta de media hora. El San Roque de Lepe dio un paso al frente, sobre todo con la entrada del atacante Higor Rocha, y los algeciristas se metieron atrás.

Los jugadores y la grada se desconectaron con el 2-0. Ya estaba todo hecho, ya estaba el triunfo, el quinto seguido, en el zurrón. Nada más lejos de la realidad. Los leperos merodearon por el área de Romero hasta que Rocha atinó tras varios rechaces para recortar diferencias en el 68'. El primer gol que recibe este equipo en la presente campaña.

Los cambios de Álex Guti -si quiere más minutos tendrá que correr mucho más- y Alberto no funcionaron, pero con todas el Algeciras debió sentenciar en un par de contras en las que Zafra, fundido, no acertó o se recreó. En una de ellas Viso se llevó las manos a la cabeza como premonición de lo que iba a ocurrir.

Entonces volvió a apretar el Mirador y el Algeciras aguantaba las últimas embestidas leperas. Cinco de añadido dio el árbitro. Tocaba sufrir. Y en el último suspiro, en la última arrancada, el ecuatoguineano Pablo Ganet se metió como un búfalo en el área y superó a Romero para firmar la igualada.

El banquillo del San Roque invadió el césped y varios descerebrados lanzaron vasos al terreno de juego. Más le vale al club localizarlos y expulsarlos porque la broma le puede costar una pasta.

El empate, justo o injusto, qué más da, es el primero del curso, el primero de un líder que no es perfecto, es humano, aunque sigue invicto.

Habrá quienes se queden con lo bueno, otros con lo malo, otros con la clasificación. Esto del fútbol, ya se sabe, es una realidad poliédrica.

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