La Balompédica persigue su segunda ensaladera

real balompédica linense

Los albinegros retoman mañana el Trofeo Ciudad de La Línea, cuya XXVI edición ganaron en agosto de 1999 ante el Málaga de Primera

Una disputa del Balona-Málaga jugado el 17 de agosto de 1999.
Una disputa del Balona-Málaga jugado el 17 de agosto de 1999. / Tony Mejías
Alessio González

28 de julio 2017 - 09:27

La línea/El regreso del Trofeo Ciudad de La Línea desempolva los recuerdos de una afición que vio pasar por el Municipal a algunos de los clubes más grandes e ilustres verano tras verano. A la nómina de históricos ganadores de la ensaladera linense se unió en agosto de 1999 la Real Balompédica, que mañana buscará ante la Unión Deportiva Las Palmas (21:00) su segundo título en la XXX edición.

La Balona se adjudicó un Ciudad de La Línea, un logro enterrado por el tiempo en la memoria de muchos balonos. Y lo hizo en una época en la que tumbar a un Primera división se antojaba poco menos que imposible. Era el verano de 1999, Pedro Buenaventura acaba de desembarcar en el banquillo del Municipal tras el ascenso a Segunda B con Márquez y Ángel Serrano, el entonces presidente, se empeñó en celebrar un trofeo que había sido eclipsado por el Real Madrid-Estrella Roja de una semana antes, pero que a la postre fue un éxito deportivo.

La Balompédica derrotó al Málaga CF por 2-1 el 17 de agosto en la XXVI edición del Ciudad de La Línea. Los albinegros sacaron los colores al conjunto de Joaquín Peiró, un cuadro plagado de nombres propios que hicieron historia con los malaguistas: Contreras, Movilla, Roteta, Darío Silva, Catanha, Sandro...

"Una Balona de Primera", tituló la crónica de este periódico firmada por Rubén Almagro. Unas 2.500 personas acudieron al Municipal y dejaron una taquilla de un millón y medio de pesetas (9.000 euros). El club de La Línea alzó su primer entorchado del trofeo 30 años después de su fundación. La afición, crispada días atrás por la salida de algunos jugadores queridos en el vestuario, se reconcilió y acabó entregada con un equipo que arrancó los aplausos ante todo un Primera. Pacheco recogió la copa de manos de Juan Carlos Juárez, el entonces alcalde.

Pedro Buenaventura formó aquella tarde con Suso, Espínola, Vile, Bersabé, Pablo, Perico, Fernando Román, Galisteo, Miguel, Agustín y Pacheco. También jugaron Pastor, Dani Herrera, Juan Antonio, Adolfo y Ayala. Los goles albinegros los marcaron Miguel y Román, y Agustín fue señalado como el más destacado del partido.

El Málaga jugó con Contreras, Rojas, Movilla, Darío Silva, Valcarce, Agostinho, Rufete, Fernando Sanz, Larrainzar, Sandro y Catanha. Peiró también dio minutos a Zárate, Roteta, De los Santos y Genilson. El internacional hipano-brasileño Catanha hizo el tanto boquerón.

La disputa de la XXVI edición resultó una apuesta arriesgada por parte de la directiva, que vio como la televisión retiraba sus cámaras pocos días antes. Los malaguistas, vencedores de la VII edición en 1976, comparecían como grandes favoritos para recoger el testigo del Aston Villa inglés, campeón el verano anterior tras tumbar al Sevilla.

El día después del trofeo, los balonos acapararon elogios a nivel nacional en todos los medios y Serrano calculó que el déficit económico de su apuesta -unos tres millones de pesetas, unos 18.000 euros- estaba más que justificado por la buena imagen del club y la ciudad.

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