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La Balona, candidata a todo

San Fernando CD - Real Balompédica | La crónica

Los albinegros asaltan el fortín del San Fernando, logran un triunfo tan trabajado como valioso y son quintos

Gastón logra el tanto definitivo

Montoya ofrece un recital en el tramo final

Gastón celebra su gol, perseguido por sus compañeros / Román Ríos
Rubén Almagro

18 de noviembre 2018 - 23:04

La Balona está en modo martillo pilón. El equipo de La Línea arrancó en San Fernando un triunfo de esos que determinan el tránsito por una temporada. Una victoria que suena a golpe en la mesa, que coloca a los albinegros en la quinta plaza y que demuestra que no existe enemigo al que los de Roger no sepan meterle mano. Un éxito de esos que enorgullecen a todas las aficiones, pero aún más a la de una Balompédica que ha hecho de la condición de Recia de su equipo una bandera.

En un duelo que, vaya por delante, muy bien pudo acabar en empate, la Balompédica dio una lección de ese fútbol en el que tan bien se maneja en el que el balón no es más que una excusa. Ese fútbol en el que se antepone el trabajo, el orden, el sacrificio a argumentos más exquisitos, a los que la Balompédica se puede dar el lujo de renunciar.

El San Fernando-Balona fue un magnífico partido de Segunda B. Entre dos equipos intensos a más no poder, que acreditaron sus numerosas virtudes. Una batalla que decidió Gastón Cellerino con un gol de nueve en el minuto 53. El argentino tuvo a renglón seguido otra para haber evitado a la parroquia linense la angustia del final, pero Rubén Gálvez no está entre los porteros menos batidos de toda España por una casualidad.

La primera media hora fue de dominio total del San Fernando. La Balona se parapetó atrás y sufrió de menera ordenada, pero sufrió. Cada saque de banda se convertía en una angustia para los visitantes, que demostraron que el trabajo realizado durante la semana para contrarrestar ese efecto azulino no fue en balde.

Es cierto que en esos primeros treinta minutos algunos de los visitantes estaban desaparecidos, tanto que el técnico les mandó un aviso y puso a calentar a dos compañeros. Es verdad que a Carrasco y Joe les tocó demostrar que, aunque Kibamba es un futbolista bárbaro, nadie es imprescindible. No admite debate que el conjunto de casa merodeó el área hasta hacer la espera angustiosa. Pero también es indubitable que mucho ruido, mucha rebullasca dentro del área, mucho resoplido, pero ocasiones, lo que se dice ocasiones... no hubo ni una.

Pasado el primer tercio de la contienda la Balompédica se desperezó. Aparecieron por fin sus bandas. Y en quince minutos con tres o cuatro contras, tuvo más peligro que el San Fernando en la primera media hora.

En el primer acercamiento a Juampe se le quedó atrás el balón. En el segundo Gato se plantó solo delante del marco y tiró al palo equivocado. El gol no es la mayor virtud del granadino. Y en la tercera ocasión el tarifeño no se sabe muy bien si lanzó o pasó, pero el balón acabó marchándose a un palmo del palo.

En la segunda mitad la Balona empezó fresca, descarada. En el 53 Abel Moreno sacó una falta y puso un balón envenenado dentro del área. Joe, que ya no se conforma con defender, desvió, Rubén Gálvez acertó a rechazar y Gastón supo estar en el sitio acertado.

Tres después llegó la oportunidad ya relatada del delantero balono, que debió suponer la sentencia y a partir de ahí, fue un verdadero asedio. La Balona se atrincheró y dio una lección de saber sufrir. Y mucho.

El San Fernando lo intentó por banda, por el centro... y tuvo por lo menos tres de esas que los que están en el campo acaban preguntándose cómo es posible que no entre. En dos de ellas Montoya metió manos providenciales en disparos que buscaban la portería. En la tercera, después de que el esférico incluso hubiese rebasado al portero apareció Pierre, para desbaratar la ocasión sobre la misma línea de meta.

Los últimos cinco minutos, con Pierre lesionado buscando el gol del cojo y Juampe jugando de lateral ayudaron a darle aún más condición de proeza a un triunfo valioso y sacrificado. Una victoria conseguida en una plaza invulnerable. Tres puntos de los que marcan una trayectoria.

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