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El Murcia visita a la Balona sin haber perdido, pero con una grave crisis económica

Real Baompédica Linense

Plantilla y aficionados arremeten contra el presidente, que debe dos nóminas

Protestas de los aficionados, el pasado domingo a las puertas de la Nueva Condomina / E.S.
Rubén Almagro

23 de octubre 2018 - 05:00

La Línea/El Real Murcia –que el próximo domingo (12:00) visita a la Real Balompédica en el Municipal de La Línea– se mueve entre el éxito que supone ser el único equipo invicto del grupo IV de Segunda B y una monumental crisis institucional que se refleja en los impagos de las dos últimas nóminas a jugadores y empleados.

Los futbolistas expresaron su protesta en los primeros 30 segundos del duelo del pasado domingo, en los que permanecieron inmóviles y mirando al palco, en el que se encontraba el presidente Víctor Gálvez. Los jugadores de su rival, el Talavera, respetaron su postura y se dedicaron a sestear con el balón ante la mirada contemplativa del colegiado.

La situación de los granotas no tiene precisamente una solución fácil. La propiedad del club no está claro a quien pertenece después de una doble venta y conflictos que se tienen que dirimir en los juzgados.

La tensión que se vive en el entorno del club quedó patente antes del duelo con los talaveranos. Más de un millar de aficionados esperaba al presidente, al que abuchearon en la puerta de acceso al palco de la Nueva Condomina con una pancarta que decía “Gracias por hacernos sentir vergüenza”. El mandatario, una vez en la parte alta de la grada, hizo gestos de “tenéis mucha cara” que encendieron aún más los ya de por sí caldeados ánimos.

Tras el plante de los futbolistas Víctor Gálvez abandonó el palco junto a su hijo y su abogado. Los aficionados mostraron su rechazo con gritos de “fuera, fuera”.

Los impagos a la plantilla alcanzan ya las dos mensualidades y algunos medios calculan que por lo tanto ha ascendido ya a 500.000 euros (o lo que es lo mismo, casi el presupuesto de la Real Balompédica para toda la temporada).

El lío tiene su origen con la doble venta del anterior propietario, Raúl Moro. En un primer momento firmó un contrato con el empresario mexicano Mauricio García de la Vega. Éste ejecutó, el siete de marzo, una cláusula en la que figuraba una opción de compra para hacerse con la propiedad. Raúl Moro no le dio validez porque consideró que no había cumplido con todas las condiciones del contrato. Entre ellas el pagó de un millón de euros. El caso se llevó ante el Tribunal Administrativo del Deporte (TAD), que le dio la razón al empresario mexicano y la decisión fue ratificada por el Consejo Superior de Deportes (CSD).

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