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Empatan, empatan y vuelven a empatar

UD Ibiza- Real Balompédica Linense | La Crónica

La Balona suma un punto ante un rival potente, pero deja de manifiesto su falta de poderío ofensivo

Kibamba sale al paso de un adversario, en Can Misses / Fútbol Pitiuso
Rubén Almagro

04 de noviembre 2018 - 23:45

La Balona volvió a sumar fuera de casa. Una vez más dejó su puerta a cero –como casi siempre que viaja– y de nuevo certificó su indebatible condición de equipo serio, solidario, esforzado, bien trabajado y basado en un planteamiento milimetrado. También de conjunto que necesita como el comer alguien que intimide arriba, que haga gol. Marcar es justo lo que le está faltando para sentarse a la mesa de la nobleza del grupo IV, que tiene ahí, a tiro de una miserable victoria.

Un punto en el césped sintético de Ibiza, como hace una semana ante el Real Murcia, no es precisamente un mal resultado. Todo lo contrario. Pero siete empates en once jornadas empiezan a resultar cansinos. Y es que solo con haber anotado un par de goles más – que se antoja una cifra insignificante– en esas siete jornadas en las que ha firmado tablas, a estas alturas la Balompédica estaría asentada en la zona de liguilla.

Ibiza y Balona ofrecieron un producto típico de la Segunda B. Más bien de aquella Segunda B que está en la mente de todos, previa a que la posesión fuese elevada a dogma de fe. Fue un partido táctico, con mucho sacrificio por ambas partes, con tanto conocimiento como respeto por el adversario. En el que unos y otros pensaban que no perder ya era un botín valioso del que no habían que renegar.

Roger no sorprendió especialmente al confeccionar su once. Abel Moreno volvió a jugar de lateral diestro y a cumplir con su cometido. No se lo ha puesto fácil a Sergio Rodríguez para reconquistar la titularidad.

Arriba el técnico no alineó a Gastón, al que las lesiones no permiten alcanzar un estado óptimo de forma. Y el experimento de Ahmed como falso nueve, que hace tiempo que el técnico venía barruntando, no dio el resultado apetecido. El hispano-argelino apenas intimida al rival, se sitúa por defecto demasiado lejos del área y eso posibilita que la defensa del adversario juegue demasiado cómoda. Es una pena que las tres-cuatro veces que Gato es capaz de ganar la línea de fondo no se transformen siquiera en un sobresalto para el enemigo.

Sin abandonar para nada el guión de fútbol de sacrificio y de contacto (por cierto, extremadamente deportivo por parte y parte) la primera mitad tuvo algo más de chicha. La Balompédica fue, a ratos, la única que intentó llegar con criterio. De hecho llegó a disponer de una decena de saques de esquina.

Primero lo intentó Pirulo con un disparo desde fuera del área al que replicó adornándose Álex Sánchez. El barreño se dejó ver poco. A veces hay que interpretar que si el balón no llega, es cuestión de ofrecerse para dar alternativas a los compañeros.

Fruto de uno de esos numerosos córners llegó la segunda opción de los visitantes. La más clara. En el 21’, en una jugada ensayada que acabó con un remate de Pierre e intento posterior de espuela de Ahmed a un metro del marco, pero el balón acabó paseándose por la línea de meta.

La réplica de los de Palop llegó en el 26’ por mediación de Javi Serra, que después de regatear a propio Pierre dentro del área pateó cruzado, pero el meta Javi Montoya replicó con un auténtico paradón. El riojano está en ese momento cumbre que el curso pasado ya obligó a la directiva a ampliarle el contrato y subirle la cláusula de rescisión. Dicho queda, por lo que pueda pasar.

La segunda parte fue más áspera. Con mayor presión y, por añadidura, mayor número de imprecisiones. Con dos equipos aferrados a lo que ya tenían y sin ganas de ponerlo en peligro, pero sin escatimar esfuerzos.

En esa segunda mitad quedó reflejado el nivel defensivo de la Balona. Especialmente el de Kibamba, al que se le quedan corto todos los adjetivos. Pero el deslumbrante nivel del congoleño no puede eclipsar el de Carrasco –que ejerce de mandamás con mando en plaza– ni de sus dos laterales. Si la Balona hubiese tenido estos argumentos defensivos en cursos anteriores, otro gallo le hubiese cantado.

En el tramo final y con la llegada de los cambios en las dos escuadras se desajustaron un tanto las marcas y cualquiera pudo haberse quedado con la victoria. Pero en este tipo de partidos igual si es justo que haya vencedores, pero no que haya derrotados, así que lo que se antoja lo más ecuánime es la igualada final.

En el 81’ Sana se encontró con el balón en el borde del área pequeña después de una falta, pero con todo a favor resolvió mal y el esférico se le fue arriba. En el 84’ Gastón cabeceó hacia el propio marco cuando trataba de defender un córner e Ismael Chico tuvo que sacar sobre la línea cuando parecía imposible que no entrase.

Con el tiempo cumplido uno de los pocos despistes en toda la mañana de la retaguardia albinegra permitió a JaviSerra y a Marco Borriello chutar a puerta en situación ventajosa, pero otra vez apareció Javi Montoya con acciones de reflejos, de esas que están reservadas a los buenos porteros. Lo dicho, atentos que todos miran a Kibamba e igual hay otro futbolista al que le están siguiendo los pasos sin hacer tanto ruido.

El pitido final dictaba sentencia, justa sentencia, en un partido entre dos equipos que no se van a dejar ganar con frecuencia y que atraviesan, ahí están sus números, un buen momento.

La Balona precisa hacer bueno este punto ante El Ejido. Y precisa darle dos o tres retoquitos a esta plantilla, no más, para que de pasearse por la zona media pase a convertirse en aspirante a casi todo. De momento ha conseguido algo importante: que después de no ganar en ocho de los once encuentros disputados resulte casi imposible hacerle apenas reproches.

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