La Balona coge carrerilla (0-1)
Sevilla atlético | real balompédica linense
Los albinegros enlazan su tercera victoria consecutiva, todas sin encajar un gol, y duermen co-cuartos Ramiro anota el tanto del triunfo en Sevilla (53') y Mateo detiene un penalti (72').
La Balompédica continúa con una escalada que lleva implícita un emotivo y meritorio desafío a la lógica. El que está protagonizando una plantilla hecha con cuatro cuartos que se permite el lujo de asomarse a la cumbre en la que habitan los poderosos. El equipo de Rafa Escobar enlazó ayer, en Sevilla, su tercera victoria consecutiva. Una respuesta inapelable a todas las dudas razonables que surgieron con sus dos derrotas en el Municipal. Una réplica que le permite dormir asida a la cuarta plaza, a las mismas puertas de la tierra prometida.
Los albinegros lograron ayer otro triunfo que les identifica como un equipo de obreros, que ha sabido aparcar alharacas infructuosas en beneficio de un objetivo que por mucho que ellos no quieran, ya que no queda más remedio que nombrar. Pero por encima de todo la de ayer fue la victoria de Mateo. El guardavallas no necesitaba expiar pecado alguno, pero, por si algún malicioso se empeñaba en acordarse aún del accidentado tanto que encajó ante el Guadalajara, el jimenato detuvo ayer una pena máxima que fue determinante para el éxito de los expedicionarios.
La Balona ganó, sencillamente, porque mejor equipo que el filial sevillista, cuyo ya de por sí cuestionado poder ofensivo se estrelló con la hercúlea defensa de una escuadra que ha hecho de mantener la portería a cero una fructífera costumbre.
En el primer periodo a la Balompédica, que jugó mejor, le faltó chispa arriba. Tanto que el técnico, con un cabrero de grandes proporciones, mandó calentar a medio banquillo a los veinte minutos, como aviso a Ramiro y a Copi.
Aún así fueron los visitantes los que disfrutaron de las mejores ocasiones. La más clara en el 18', cuando Óscar Martín obligó a David Soria a interceptar con los pies un disparo al que llegó en ventaja. Hubo otras tres más, pero ni una sola fue concretada.
Paradójicamente, en el 43' el conjunto de La Línea se salvó en tablas. La defensa, que había estado intratable, se comió un centro lateral y Jony llegó con todo a favor en el segundo palo, pero le pegó mordida y la pelota decidió marcharse fuera.
La segunda mitad, como suele suceder en casi todos los partidos de la Balompédica, tuvo más contenido. Justo cuando los dos equipos parecían haber entrado en punto muerto Moi cometió un grave error al hacer circular el esférico, Copi ejerció de trilero, robó el balón y se lo puso en ventaja a Ramiro, que al contrario de lo que le sucedió en Sanlúcar, afino la puntería y buscó la esquina a la que nunca llegan los porteros para hacer el cero-uno.
Con ventaja en el marcador, la Balompédica volvió a sacar el manual que ha descubierto hace poco, ése que le lleva a saber guardar la ropa. El equipo de Escobar ya no es ese bloque desabrochado de otros momentos. Ha sabido transformarse en un equipo más práctico. Más sabio. Es un conjunto de esos que acaba haciendo historia sin hacer ruido.
Los balonos apenas pasaban por momentos de apuros y vieron saltar al campo, por primera vez en Segunda B, a un linense que tiene todos los condimentos para llegar a ser futbolista grande: Juanje Argüez, al que Ramón Tejada le brindó la oportunidad de tomar la alternativa precisamente ante el equipo de su pueblo. Igual no fue ni una casualidad, sobre todo teniendo en cuenta la sensibilidad con La Línea del técnico nervionense.
El partido parecía controlado hasta que llegó el minuto 69. Mateo salió tarde a por un balón dividido y chocó con Carlos Fernández, que no tardó en irse al suelo. Una jugada muy dudosa que el colegiado resolvió a instancias de un auxiliar. Escribir rotundamente que no fue penalti sería faltar a la verdad. Exactamente lo mismo que narrar lo contrario, aunque parecerlo, lo pareció.
La jugada, que se antojaba decisiva, sólo sirvió para engrandecer la imagen de Mateo. El jimenato imaginó por dónde le iba a pegar el debutante Juan Muñoz y se quedó con el cuero.
Mateo volvería a lucirse dos veces más. Ambas en jugadas que nacieron a balón parado y la Balona, que esta vez no tuvo demasiada suerte con las escaramuzas ofensivas. se demostró sobrada para un equipo que está cogido con alfileres. Al final, Hugo Díaz se fue por los suelos en otra de esas jugadas que dejan dudas, pero el árbitro, esta vez, no vio nada punible.
Al final cero-uno y la Balona que es duerme co-cuarta. Puede que no sea para frotarse los ojos, pero este grupo reúne méritos suficientes para que su gente se sienta orgullosa, muy orgullosa de él.
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