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Balona: zas, en toda la boca

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La Balompédica peca de soberbia, se deja el ADN en la caseta y firma una justa derrota a manos de un rival que lleva a la práctica el manual del equipo humilde Gerrit aproveha dos colosales errores de la retaguardia local

El debutante Iván trata de centrar, obstaculizado por el visitante Durán.
Rubén Almagro La Línea

02 de diciembre 2013 - 05:02

ÁRBITRO: Víctor García Maqueda (Zafra -Badajoz-). Desapercibido.

TARJETAS: Amarillasa los locales Iván (54'), Copi (61') e Ismael Chico (61') y a los paleños Manolo Gaspar (29') y Pagola (70').

GOLES: 0-1 (56') Gerrit remata una falta lateral botada por Durán, aunque Chema Mato es el último en tocar el balón. 0-2 (62') Gerrit tras otra falta sacada por Durán. 1-2 (75') Óscar Martín resuelve una meleé en el área.

INCIDENCIAS: Encuentro de la 16ª jornada de Liga en el grupo IV de Segunda B, disputado en el Municipal de La Línea ante unos 1.200 espectadores. Tarde muy fría.

Cuando la Iglesia Católica incluyó la soberbia entre los pecados capitales, siquiera en sueños barruntaba como iba a ser el Balona-El Palo de ayer. Al conjunto de casa se le escapó el subidón de ego de las manos después de sus dos últimas victorias -especialmente señaladas aunque por causas diferentes- así que se dejó en la caseta sus señas de identidad y propició que un equipo extremadamente humilde, pero exquisito en el aspecto táctico e infinitamente más implicado, se llevase de La Línea una victoria tan incontestable como merecida y dolorosa para la cada vez más escasa parroquia local.

Esta Balona, cogida con alfileres, es un equipo contestatario, capaz de casi todo cuando pone las calderas al máximo y se deja el alma en el césped, o lo que es lo mismo, cuando saca a relucir su ADN; pero cuando sale amanerada y timorata como ayer se convierte en una escuadra vulnerable, que desespera a su gente -poca, muy poca- y que deja escapar la posibilidad de igualarse con el Cádiz en el cuarto puesto con todo lo que eso conlleva. Puede que porque tampoco ése sea el sitio que, con la razón en al mano, le corresponde.

El primer tiempo fue de esos que en un canal de pago propicia que un montón de abonados se den de baja. Algo literalmente insoportable. La Balona sin ideas. Y El Palo demasiado acomplejado como para salirse de su medio campo, aunque eso sí, con un esfuerzo físico titánico y una concentración y disciplina inquebrantables.

Lo único resaltable de esos primeros cuarenta y cinco interminables minutos fue una cesión a Mateo y el consiguiente golpe franco indirecto dentro del área que acabó en la barrera. El resto del tiempo se vio uno de esos partidos en los que queda la sensación de que si alguien se llevase la pelota los futbolistas seguirían moviéndose de acuerdo al mismo guión, porque el balón no era más que un pretexto para que aquello que se estaba escenificando sobre el césped sintético se pudiese llamar balompié. Un auténtico simulacro de partido.

En el descanso el conjunto llegó a la conclusión de que estaba ante una oportunidad histórica de lograr un triunfo en uno de los campos señalados del grupo y sacó el manual del equipo humilde para llevarlo a la práctica a la perfección. Lo primero que hizo fue perderle el miedo a ganar y lo segundo, dejar en la caseta esa carga añadida de respeto que siempre merece un rival como la Balona. Lo suficiente para hacer en lo que quedaba de tarde lo que en fútbol se ha llamado toda la vida de Dios 'su partido' y darle un auténtico meneo a los de casa.

Alexis, Montero y Gerrit ofrecieron una lección magistral y se cepillaron a la medular albinegra -con un Chema Mato desconocido- sin que ni jugadores ni técnico fueran capaces de encontrar una solución para tapar la vía de agua.

El incansable Falu avisó en el 46' después de recibir de un robo de balón en la zona ancha. En el 48' el esférico se paseó por el área pequeña de Mateo sin encontrar rematador. Hasta que llegó el 58'. El toricantano Iván cometió una falta innecesaria, Durán la puso al segundo palo, Chema Mato no llegó, Mateo salió a por nada y Gerrit hizo el cero-uno.

Lejos de responder, la Balona se quedó en punto muerto. Y El Palo olió el miedo de los de casa y se fue con un elogiable desparpajo a por la dentellada definitiva. Apenas tardó unos minutos en darla. Otra falta lateral. Otra vez Durán al segundo palo. Esta vez fue Carlos Guerra el que se comió el centro y Gerrit, después de controlar con el pecho, fusiló casi a placer.

Después de eso la Balona quiso apelar a la heroica. Pero la heroica, y hace bien, tiene la sana costumbre de aliarse con los que reúnen méritos para conquistarla. Y no era, precisamente, el caso de los albinegros ayer. Los cambios aportaron poco, por no decir nada. Vaya, lo mismo que algunos de los que estaban en el césped desde las cinco de la tarde.

Que si, que defendieron con tres, que acortaron distancias a un cuarto de hora del final en una rebullasca a la que puso fin el único jugador de la Balompédica que ayer merecía el título de futbolista [Óscar Martín] y que incluso pudieron empatar en un cabezazo de Chema Mato en el 90', porque al rival al final se le encendió la luz de reserva y se le aparecieron todos los fantasmas.

La Balompédica, en medio de un silencio sepulcral y muy significativo, recibió una cura de humildad especialmente inoportuna por muchos motivos. El equipo, pese a su clasificación, no termina de enganchar a la afición y con partidos como éste, desde luego, no se va a producir un giro radical de esa situación.

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