Qué Bello es ganar (1-0)
Segunda División B
La Balona se exhibe, sobre todo en la segunda parte, maniata a un filial plagado de 'primeras' y acaricia ya su clasificación para la liguilla. Bello anota el tanto del triunfo local en el 36' y tras el descanso los de casa perdonan la goleada. Más de siete mil almas se dan cita en el Municipal
La voracidad de la Balompédica, ésa que tiene enamorada a su gente y que le mantiene en la segunda plaza, es infinita. El insaciable equipo de La Línea logró ayer uno de esos triunfos que catapultan hacia la fase de ascenso y quién sabe si hacia metas aún más altas, de esas que a estas alturas se pronuncian en voz baja, con cierta vergüenza, porque aturde sólo escucharlas. Como tal, como una victoria no ya relevante, sino trascendental, grande hasta decir basta, lo festejaron las más de siete mil almas que se adhirieron a la enésima hazaña de los de Rafa Escobar, que le dieron un aliento imprescindible para seguir haciendo realidad lo que hace nueve meses se antojaba no solo un sueño, sino una utopía. Y que hoy se percibe como mucho más que una realidad.
El ejercicio de poder, de dimensiones inabarcables, desplegado ayer por la centenaria Balona, desborda el diccionario de los epítetos porque fue materializado ante un rival preñado de jugadores que ya han paladeado la máxima categoría nacional, que destilan talento y que fueron fieles a su filosofía de juego, la de tocar y tocar, hasta el pitido final. Pero que se estrellaron en ese grupo de bucaneros que se enfundan la blanquinegra hasta tal punto que los que llegaron desde Heliópolis sólo consiguieron lanzar a puerta una vez. Y para entonces el cronómetro ya había superado de largo el minuto noventa.
En esa bendita manía de sortear todo tipo de adversidades, de madurar por segundos y de ir haciéndose cada vez más grande, la Balompédica superó ayer un arbitraje malintencionado, rayando en lo canallesco, que si no provocó un problema de los que queda en la memoria fue, sencillamente, porque el despliegue táctico y el esfuerzo hercúleo de los de blanco y negro no dio lugar a otro marcador que no fuese el triunfo balono.
El cacereño Carlos Sánchez Laso no sólo resolvió siempre a favor del Betis B cualquier atisbo de duda, sino que en el 29' hurtó un más que posible penalti de Nono a Juampe Rico (29') y decretó dos fueras de juego inexistentes en jugadas que hubiesen permitido a los atacantes locales no en posición ventajosa, sino en lo siguiente.
El primer tiempo fue algo más equilibrado. Con el partido en empate y el Betis B empeñado en dar un trato exquisito al cuero desde una línea de fondo a la otra, el equipo de casa se plantó, abortó las líneas de pase, pero no anduvo fino a la hora de robar y plantarse en el área contraria. O al menos no tanto como lo haría después. Entre otros infinitos argumentos, porque enfrente tenía a un contrincante con empaque.
Con los de La Línea haciendo más, pero sin alardes, llegó el 36'. Pagola sacó largo, Copi tocó y tanto el de Algeciras como Antonio Merino -que en un estado de forma insultante se cepilló la leyenda de Vadillo- se desmarcaron, crearon el pasillo y Bello, después de verticalizar algunos pasos, soltó un trazado por el que nada hizo el meta bético. Un golazo.
El tanto abrió otro partido, aunque ese nuevo escenario no se hizo palpable hasta la segunda parte. Fue un monólogo. La Balompédica ejerció una abrumadora superioridad. A la contra se sintió cómoda. Presionó a toda pista con una exhibición de energías al alcance de muy pocos equipos.
En esa suerte en la que se siente tan cómoda sólo existió la Balompédica, ante un filial heliopolitano a cuyos jugadores harán bien en recordarles que además de saber tratar el esférico, hay que echarle todo lo que le echaron los de enfrente si quieren comer de esto.
Desde el 46', en el que Antonio sacó un disparo que Ocaña descerrajó a bocajarro, hasta el 92, no pudo suceder otra cosa que un ensanchamiento de las diferencias. El cuarteto de atrás de la Balona tuvo un comportamiento perfecto, las bandas funcionaron, pero lo de los dos pivotes fue de sombrerazo. Y aún hay quien se atreve a discutir su condición de titulares.
La grada, contagiada, fue una fiesta y despidió a sus tres jugadores sustituidos poniéndose a sus pies. No era para menos. "El año que viene, a Segunda A", cantaban los más optimistas. Lo bien que suena. Y Juampe, Copi y Carlos Guerra acariciaban la sentencia, que se negaba a llegar, aplazando la celebración definitiva. Ortiz por dos veces, tuvo el tiro de gracia en sus manos en los últimos compases, pero no supo apretar el gatillo. En el 92' Kike, desde lejos, protagonizó el único disparo de los visitantes entre palos. Para que nadie pudiese escribir que se fueron del Municipal sin hacerlo. Un balance sonrojante para un equipo con tantos argumentos.
Y el final, una explosión de júbilo. En el césped y en el cemento. Y ¡Balona, Balona, Balona! Y caras sonrientes. Y la liguilla que ya se ve en el siguiente desvío. La Balompédica no tuvo semana de pasión, pero hizo suyo el Sábado de Gloria.
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