(2-0) El Clásico, para el que lo entendió

Algeciras CF - Real Balompédica Linense | La crónica

El Algeciras se impone a la Balona en el Nuevo Mirador en un duelo en el que expone más pasión, más cabeza y más fútbol

Lopito salva el 0-1 ante Molina, Karim hace el 1-0 y Domínguez, de penalti, sentencia

La tensión se desborda al final y hasta cuatro jugadores acaban expulsados

El algecirista Choco ante el balono Moussa.
El algecirista Choco ante el balono Moussa. / Jorge Del Águila

El Algeciras CF venció a la Real Balompédica Linense, entre otras cosas, porque entendió mejor qué significa el Clásico del Campo de Gibraltar. Los albirrojos no jugaron un partido cualquiera y pusieron más pasión, más cabeza y más fútbol para llevarse con merecimiento los tres puntos. Los albinegros tuvieron los primeros quince minutos y una ocasión clarísima que pudo cambiar todo, pero a partir de ahí desenchufaron de un partido en el que toda la corriente llegó por el equipo de casa. El último tramo dejó hasta tres expulsados en el césped y una tangana entre banquillos que también perjudicó especialmente al cuadro de La Línea. El Nuevo Mirador, con un ambiente de gala que ennoblece la Segunda B, disfrutó un alegrón que de momento sirve para escapar del descenso. El linensismo, muy presente en las gradas, se marchó a casa por encima en la clasificación del grupo IV pero con una decepción imposible de disimular.

El derbi Clásico de la comarca ensalza al Algeciras de Emilio Fajardo y deja tocada a la Balona de Jordi Roger. La expresión de que se trataba de un partido de algo más que tres puntos caló más hondo en un conjunto albirrojo que fue a más desde el primer gol, obra de Karim a la media hora en una concesión albinegra tras un córner, el enésimo desbarajuste de la temporada en una Balona que sufre a balón parado. El segundo tanto local vino al poco de comenzar la segunda parte en un penalti cometido por una mano de Sergio Rodríguez en un lanzamiento de Antonio Domínguez. El de Punta Umbría no falló desde los once metros. La tensión se desbordó en los últimos diez minutos cuando la Balona se quedó con diez y después con nueve por las expulsiones de Álvaro Vega y Dopi -este por dar un manotazo a un recogepelotas-, las chispas saltaron entre los banquillos -el linense Nacho Holgado también vio la roja- y Pablo Ganet dejó con diez a los algeciristas en el descuento.

El choque arrancó con un Algeciras espoleado frente a una Balona más pausada. Fajardo mantuvo el once más o menos esperado con una sola variante, la de Pablo de Castro en el lateral zurdo por Dani Gallardo. Jordi Roger formó un doble pivote con Bandaogo-Albisua y presionó muy arriba con Dopi y Manu Molina como hombres más adelantados. Los albinegros se adueñaron del primer cuarto de hora: arrebataron el preciado balón a los algeciristas, amenazaron desde las bandas -con una acción invalidada por fuera de juego que acabó con gol de Dopi- y buscaron la zona débil de su oponente. Y en una de esas llegó la mejor ocasión de la Balona tras un centro que el Algeciras no supo despejar, el balón quedó muerto en el área y el disparo a bocajarro de Manu Molina se encontró con Lopito. Una parada de esas que lo cambia todo.

El Algeciras comenzó a sentirse mejor, con más confianza y recuperó el terreno perdido, siempre muy alentado por su hinchada. El engranaje en el centro del campo empezó a mover las manijas y en una arrancada con autopase de Pablo Ganet se produjo el córner que abrió la lata. Los de Fajardo sacaron en corto y burlaron a una zaga que se vio sorprendida por un centro de Antoñito que nadie atinó a despejar y allí apareció Karim, el más listo de la clase para empujar a la red. Derroche enorme del delantero ghanés en lo que quedaba por venir. El gol al filo de la media hora desmontó a una Balona que encajó fatal el golpe. De hecho, antes del descanso tuvo que intervenir Javi Montoya para abortar un remate de Benítez que cogía portería.

El arranque del segundo tiempo tuvo un conato de arrebato balono con un ataque en el que Moussa disparó alto. Poco más se supo de la Balona en una segunda mitad que terminó por dinamitarse en el minuto 56 con el penalti de Sergio Rodríguez. El defensa se lanzó a taponar un disparo desde la frontal de Antonio Domínguez y el cuero le impactó en una mano. Chavet García no dudó. Domínguez batió a Montoya desde el punto fatídico y puso muy de cara el Clásico para un Algeciras que se encontraba con el mejor escenario posible.

Roger movió el banquillo, retrasó a Molina para buscar algo de luz y metió lo que le quedaba en el arsenal con Pito Camacho, Abdellaoui y el canterano Mai. También fue algo así como una declaración de realidad para una plantilla que lleva semanas navegando con una continua plaga de bajas. El Algeciras supo interpretar cada fase del partido a la perfección: ahora una marchita más, ahora toque-toque, ahora paramos el reloj. Los de Fajardo, sin bajar un ápice su intensidad, fueron quemando los momentos del Clásico sin pasar demasiados apuros atrás y con esa sensación de que estaba más cerca el tercero de los locales que el tanto que pudiese dar vida a los visitantes.

El Clásico se calentó en el tramo final. Álvaro Vega vio de forma tonta la segunda amarilla y dejó a la Balona con diez, pero fue la acción de Dopi la que incendió el ambiente. El delantero se excedió al dar un manotazo a un recogepelotas para quitarle el balón -agresión según el acta arbitral- y vio la roja en el minuto 87. En su retirada al vestuario se formó una tangana entre los banquillos de la que resultó expulsado también el linense Nacho Holgado.

Una vez volvieron las aguas a su cauce, con cinco minutos de añadido, Pablo Ganet vio la segunda amarilla de manera innecesaria y dejó con diez a un Algeciras que finiquitó su fiesta entre los olés de su público, una hinchada agradecida por el derroche y por el premio de haber vencido al eterno rival.

El Algeciras se pone con 17 puntos y sale de la quema del descenso para ocupar el puesto de promoción por la permanencia. La Balona se mantiene en la zona media de la tabla con 22 puntos pero hilvana tres jornadas sin ganar después de dos empates.

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