Desayuno con sonrisas (3-0)
real balompédica linense-cd san roque de lepe
La Balona encarrila la victoria merced a dos inocentes penaltis transformados por Copi y Juampe la completa a poco del final Los linenses ya son terceros en solitario
Árbitro: Raúl Chavet García (Málaga). (). Acertó, que tampoco era muy difícil, en los dos penaltis, indiscutibles, a favor del equipo de casa. Un tanto errático en la muestra de las cartulinas. Ignoró una agresión de Fran Lepe a José Ramón.
Tarjetas: Amarillas a los locales Ximo Forner (10'), Copi (77') y José Ramón (80') y a los aurinegros Rubén Sánchez (4'), Súper (6'), Manu Fidalgo (38'), Samu (46') y Fran Lepe (80').
Goles 1-0, Copi al transformar un penalti, por manos de Rubén Sánchez (6'). 2-0, Copi repite desde los once metros (38'). 3-0, Juampe culmina una elaboarada jugada de los de casa (84').
Incidencias: Encuentro de la vigésimo quinta jornada de Liga en el grupo IV de la Segunda B, disputado, en horario matinal, en el Municipal de La Línea. Algo menos de un millar de espectadores.
La centenaria Balona se regaló, por fin, una jornada plácida, que ya se la merecía los de dentro... y los de fuera. El equipo de La Línea ganó tres-cero, se aupó a la tercera plaza del grupo IV de Segunda B en solitario, dejó su portería a cero y no tuvo que sufrir demasiado para encarrilar su batalla ante un San Roque de Lepe tan desenfadado en su fútbol como inofensivo en casi todos los apartados. Dos penaltis de libro -el segundo de ellos rozando los circense- permitieron a los de Escobar dejar apalabrados los puntos sin apenas haber lanzado a puerta. Lo de después fue sólo una cuestión de oficio, apartado en el que parece haber madurado un equipo que sigue convirtiendo lo que tiene tintes casi de milagro deportivo en algo cotidiano. Eso sí, sin el respaldo de una afición a la que se le acaban las excusas para explicar la causa de su divorcio.
Pocas veces el fútbol premia con tanto a un equipo que ofrece tan poco como la Balompédica ayer durante la primera mitad. Y menos aún a una Balona, a la que le suele costarle Dios y ayuda cualquier logro, por minúsculo que éste sea. Corría el minuto seis cuando los albinegros se acercaron por primera vez por los terrenos del exbalono Isaac. Un córner botado por Ximo Forner y un cabezazo de Joe se encontraron con la inocente mano de Rubén Sánchez, que hizo bueno aquello de los estropicios que suelen organizar los atacantes cuando se meten a defender. Penalti de libro. Copi tomó el esférico e hizo el uno-cero.
El gol no sólo no amedrentó a los visitantes, sino que estos dieron un paso adelante y estrangularon a los de casa. Por un lado porque se apoderaron del balón, que movían con bastante gusto, se podría decir que hasta con bastantes dosis de desparpajo. Y por otro porque la generosa presión que ejercían Iván Aguilar y por detrás Mustafa, Rubén Sánchez y Fran Ávila cortocircuitaba la salida del esférico desde atrás de los casa, que eran incapaces de encontrar al debutante Ximo Forner y a Ismael Chico.
Aún así y gracias a lo que ahora se llama pretenciosamente fútbol directo -antes conocido como patadón- la primera ocasión/ocasión de gol del partido cayó del lado local. En el 24' el cancerbero visitante dejó suelto el balón al borde del área y Juampe trató de sorprenderle con una media vaselina que se marchó fuera por muy poco.
El San Roque había llevado el partido a una sensación de incertidumbre de la parroquia local, que temía que el empate llegase en cualquier momento. La realidad, sin embargo, es que la cuadra lepera era incapaz de superar a la retaguardia de los de casa, que no le concedieron una sola ocasión de auténtico peligro. Y es que cuando Carlos Guerra puede jugar a pleno rendimiento sus galones se notan sobre el césped.
En esas estaban unos y otros cuando llegó el minuto 38. Antes de un saque de esquina el colegiado malagueño Chavet García paró el juego para solicitar a Manu Fidalgo y Carlos Guerra que abandonases sus escarceos en el área.
Al primero no le debió llegar el mensaje del colegiado porque nada más ponerse el balón en juego agarró con tal ímpetu al defensa balono que, literalmente, se quedó con su camiseta entre las manos. El trencilla acompañó con un gesto de incomprensión el que realizaba con su dedo para señalar de nuevo el punto fatídico, que ayer lo fue bastante menos para los de casa. A Copi no le tembló el pulso e hizo caja. Catorce goles en lo que va de Liga demuestran que el idilio del algecireño con el marco contrario se reverdece por momentos.
Tras el descanso el partido cambió y para bien La Balona -conocedora de que tenía media victoria en el bolsillo y lo que ésta significaba- se plantó en el campo con la intención de no sufrir sobresaltos. Y si el conjunto lepero tenía alguna opción de voltear la situación, que no daba esa impresión, éstas desaparecieron en apenas nueve minutos, cuando Germán solicitó el cambio por una sobrecarga en los abductores. Samu, el mejor de largo del San Roque hasta ese momento y el artífice del juego descarado de los suyos, se tuvo que incrustar en el centro de la zaga junto a Súper. Y ahí se apagó el conjunto visitante, que quedó descabezado.
Por si acaso Escobar envió a Ximo Forner a la media punta y apuntaló el mediocentro con Fall. Los dos mejoraron a nivel individual e hicieron crecer al grupo, aunque también es verdad que la resistencia de los visitantes arriba iba disminuyendo, porque sus energías no daban para más.
En el 75' Fall cometió un error clamoroso en el mismo borde del área que pudo costarle caro a su equipo, porque pudo meter al rival en la pelea. Pero el disparo de Fran Aguilar se marchó fuera por poco.
Un par de amagos de tangana después llegó el 84'. José Ramón burló a Fran Lepe, con el que había tenido más que palabras. Y mandó al borde del área pequeña. Labra dejó pasar, Copi prolongó y Juampe fusiló el gol de la tranquilidad.
Lo único que pudo pasar después fue que Copi completase otro hat-trick pero, seguramente por el cansancio acumulado, se precipitó en el disparo y el esférico se marchó fuera.
La Balonase asienta en la zona noble a poco más de tres meses para el final de la competición. Y lo hace después de ganar un partido como los grandes, sin necesidad de sufrir. No es por nada, pero que bien sabe un triunfo así.
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