Gisela Pulido, la novia del mar, se recicla para buscar nuevos retos
La tarifeña, diez veces campeona del Mundo de kite, aparca durante dos años su pelea por nuevos títulos para buscar ambiciosos objetivos individuales
Gisela Pulido no es la hija del viento, es la novia del mar. La tarifeña, diez veces campeona del mundo de kitesurf, mantiene con el agua un idílico romance. El algecireño José Carlos Gómez tiene lazos casi idénticos, sólo que con la música y muy especialmente con la guitarra. Europa Sur les reunió ayer en la séptima convocatoria de La Tertulia que lleva el nombre de este diario, que como siempre tuvo como escenario el restaurante El Cortijo de Guadacorte. Compartir conversación con la deportista y el músico resulta rejuvenecedor. El entusiasmo con el que una y otro hablan de sus materias permite que dos asuntos en apariencia tan dispares hallen, con naturalidad, un punto de encuentro. A fin de cuentas no es tan difícil entender cómo confluyen los éxitos y los sacrificios que son necesarios para alcanzarlos, por mucho que ambos quiten importancia a estos últimos. "Hacemos lo que nos gusta", repiten, como si fuese una filosofía de vida.
"Fuera del agua me siento como un animal enjaulado, es mi medio, en el que me expreso como persona, necesito de él, me recarga", recalca Gisela Pulido, que se remonta en el tiempo para recordar su desembarco en Tarifa hace ya más de una década procedente de Premiá de Mar, cuando apenas era una niña. "Cuando las otras niñas se iban a bailar, yo me iba a entrenarme, pero nunca me sentí mal por ello, hacía lo que más me apetecía", evoca. "Resultó difícil, porque yo apenas hablaba español y porque era muy tímida, pero ahora me considero una tarifeña más y ejerzo de ello".
"Soy tarifeña y española, me siento súper orgullosa de serlo y en muchos casos siento que no sabemos valorar ni la comarca ni el país", abunda esta exigente deportista, para la que su cuna catalana parece ser sólo un lejano recuerdo.
La rider asegura que no compite contra sus adversarias y que de hecho tiene una excelente relación con algunas de ellas, sino contra sí misma. "Soy competitiva y me enfado cuando pierdo, pero no pienso qué ha hecho mi rival, sino que es lo que yo he hecho bien para vencer".
"Lo que veis en mis redes sociales es lo que soy", explica. "No me hago una foto y luego me voy a casa, mi vida es el deporte" cosa que queda claro cuando detalla que madruga para entrenarse, que rara vez se acuesta después de las diez ("no me siento cómoda en una discoteca") y que lleva un régimen súper estricto.
"No creo en los días de descanso en el sofá, necesito salir al agua aunque sólo sea para sentirla", subraya.
Gisela se encuentra en su primer año no competitivo. Los infinitos problemas internos de la organización del Campeonato del Mundo le han llevado a renunciar a participar en el mismo. El gran perjudicado ha sido el propio Mundial, que ha perdido a su estrella más relevante. Diez entorchados le amparan. Lo que en principio iban a ser sólo doce meses de barbecho va camino de duplicarse. ("Sí, estoy casi segura").
"Una de las causas por las que paré es que necesitaba más tiempo para entrenarme y para mí misma y apenas estoy teniéndolo", reconoce. "El día que comenzó el Mundial estaba en casa hasta enfadada, aunque la decisión ha sido mía, pero estoy centrada en otros proyectos y necesitan mi atención", apostilla, en referencia a retos como el que completó recientemente de unir todas y cada una de las islas Canarias practicando el deporte que la ha inmortalizado desde que era una adolescente. "Además los patrocinadores lo dan por bueno".
La rider tarifeña y José Carlos Gómez enlazan sus conversaciones apenas la primera se confiesa amante del flamenco. "Escucho de todo, hip-hop, El Barrio me gusta mucho y también Supertramp por influencia de mi padre".
"La música es como volar en una cometa, es un sentimiento", le espeta al cantautor algecireño, que asiente con la cabeza mientras la deportista explica que ha hecho sus pinitos con el piano.
Gisela Pulido no sólo no descarta estar en unos Juegos Olímpicos, sino que admite abiertamente que es algo que le "encantaría". El kite, de momento, no tiene el necesario rengo olímpico, pero se desconoce qué sucederá en la decisiva reunión que tiene que celebrarse antes de que finalice el año. "El problema es que para que entre una clase tiene que desaparecer otras e influyen muchas cosas, no sólo las deportivas", puntualiza.
Después de abandonar la carrera de periodismo, Gisela comenzó estudios de Dirección de Empresas, pero confiesa que desde muy pequeña, lo que más le atrajo fue la posibilidad de ejercer como médico. "Si algún día se acaba el kite para mí, posiblemente estudie Medicina". Para alguien que asegura que cuando se compromete a algo hace "lo imposible" por cumplirlo, parece más un compromiso a largo plazo que una frase hecha.
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