Humillación a la romana (2-5)
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La Balompédica, sin señas de identidad, cae, con unas rotaciones más criticadas que decisivas, ante un Mérida solvente que logra su primer triunfo fuera Álex Rubio, una de las novedades, anota los dos goles de los locales
Una Balona amorfa, fría, vacía de contenidos, inerte y sin capacidad alguna de reacción, recibió ayer uno de los varapalos con menos atenuantes que recuerda en años el añejo Municipal, que fue quedándose paulatinamente vacío porque a muchos aficionados no les apeteció seguir soportando la dolorosa impotencia en grado nocivo. Los albinegros cayeron 2-5 a manos de un Mérida solvente en una de esas tardes que obligan a la reflexión y en la que fue guillotinada una racha triunfal de ocho jornadas que ahora se antoja muy muy lejana. Un partido con nueve ocasiones que acaba con siete goles y que deriva en una derrota sin excusas. El técnico tendrá que sorportar ahora las críticas por las rotaciones [tres], que es el legítimo derecho a la pataleta que les queda a los de fuera... siempre que los cambios no salen bien. Pero vaya, que los mismos que estaban abucheando a Álex Rubio acabaron por levantarse para ovacionarle por sus goles. Así es este negocio.
La Balompédica y su hinchada empezaron gélidos, como ajenos al juego. Y en veinte minuto se desencadenó la tormenta. En el siete Olmo cayó lesionado y su puesto en el lateral derecho lo ocupó Zamorano. El argentino ya admitió que en esa demarcación sufre. Y ayer lo hizo muchísimo, pero tampoco se le pueden pedir cuentas. Apenas diez después del cambio Marín la puso en el corazón del área y José Ramón burló la vigilancia de los dos centrales y casi empezó a pedir disculpas por su tanto antes de que su cabezazo acabase en la red.
El equipo de casa se descompuso y cinco más tarde volvió a diseñar uno de esos errores que tanto le persiguieron en un pasado que ya parecía olvidado. Paco Aguza, omnipresente, mandó a la espalda y Hugo Díaz le birló la cartera a los marcadores y anotó por bajo. Tampoco lo celebró.
El partido estaba aún en sus comienzos y con dos goles de dos exbalonos, el equipo de casa estaba contra las cuerdas. paradojas de este fútbol nuestro. Cuando José Ramón fue relevado escuchó una sonora ovación. Cuando lo hizo Hugo Díaz, pitos de reprobación.
El verdadero problema de los de casa no era el 0-2, sino lo que vendría después. Con Stoichkov incómodo en una banda y Canario poniendo más corazón que cordura el Mérida le entregó la pelota a una Balompédica que no supo que hacer con ella. Mucho manoseo, pero ni un solo ataque. Hasta el minuto 40 no descubrieron los albinegros que se podía centrar desde los costados. Y fue precisamente el sanroqueño el que tuvo algo parecido a una primera oportunidad, pero disparó mordido y a Salcedo le alcanzó con agacharse para atrapar el cuero.
Tras el descanso Ruiz dio entrada a Juampe -al que la afición estaba literalmente pidiendo a gritos- para que se asociase con Canario y tomase el mando de de las operaciones. Se produjo una leve mejoría. Una pequeña sensación de que al menos existía la intención de crearle problemas al Mérida, que había llevado el partido a su terreno y lo había atrancado hasta el descanso.
Ocasiones, lo que se dice ocasiones, pues tampoco es que hubiese. Pero al menos había algo más de partitura. En esas Gato -que se estaba dejando ver- ganó la marca de fondo y centró atrás para que Álex Rubio soltase un chupinazo seco, abajo, que se transformó en el 1-2 a pesar de la mano de Salcedo.
La Balona era, en ese momento, como un boxeador que se levanta tras una cuenta de ocho. A mitad de camino entre doblar la rodilla y estar a punto de volver a la pelea. Pero se quedó en esto último. Porque dos minutos después el Mérida le propinó el golpe que le mandaba a la lona de manera definitiva. Un mal despeje. O mejor, otro mal despeje. Un buen disparo de Pardo -posiblemente el mejor futbolista sobre el terreno de juego- un desacierto de Óscar Santiago... y se acabó. El 1-3 fue la sentencia y lo que vino después una agonía, una incapacidad que dolía en los ojos. Una Balona que no parecía la Balona.
En ese periodo final llegaron más despistes atrás. Primero Joe sacó un balón de Hugo Rodríguez y más tarde Óscar Santiago logró completar una parada en una incorporación al ataque de Paco Aguza. Hasta que Carlos Rodríguez hizo el 1-4.
Álex Rubio acabó de reivindicarse en medio de aquel desastre. No solo lanzó por encima del marco, sino que logró el 2-4 a poco del final con un fenomenal disparo. Luego llegó la puntilla. Y un doloroso silencio mitad de resignación mitad de incomprensión sólo rasgado por los cánticos de la treintena de aficionados emeritenses que llegaron al Municipal detrás del peor viajero del grupo IV y se fueron con uno que logra golear a domicilio.
Los extremeños trasladaron sus angustias a la hinchada de una Balona que no sabe muy bien dónde quiere llegar su equipo y lo que es más grave, cómo puñetas pretende hacerlo.
ÁRBITRO: Alexander González González (Tenerife) . No se hizo notar, en un partido en el que los jugadores se lo pusieron fácil.
TARJETAS: Amarillas al local Canario (58') y a los visitantes Dani Fernández (29') y José Ramón (54').
GOLES: 0-1 (15') José Ramón, de cabeza. 0-2 (19') Hugo Díaz, tras un excelente pase de Paco Aguza. 1-2 (61') Álex Rubio culmina una buena acción de Gato. 1-3 (63') Pardo, desde la frontal del área. 1-4 (77') Carlos Rodríguez. 2-4 (86') Golazo de Álex Rubio desde fuera del área. 2-5 (89') Romero establece el resultado definitivo.
INCIDENCIAS: Encuentro de la decimotercera jornada de Liga en el grupo IV de la Segunda división B, disputado en el Municipal de La Línea ante poco más de un millar de espectadores. En los prolegómenos la Asociación de Veteranos de la Real Balompédica (Averbal) entregó el trofeo Salvador Mota al pundonor al capitán Ismael Chico por sus méritos en la pasada campaña.
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