Juan Mari, quédate
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La Balona se sobrepone a las bajas, derrota a un Melilla que le duplica en presupuesto y el club formaliza la continuidad del técnico
Gato y Juampe anotan los goles de los albinegros
Juan Mari Sánchez se ganó a pulso su continuidad en la Balona. En realidad se había hecho acreedor a ella incluso aunque el resultado final hubiese sido otro. Es curioso eso de que no se sabe cuánto tiempo seguirá en el cargo. Como si el resto de los preparadores tuviese alguna certeza. Sin aspavientos el entrenador [entrenador, así con todas las letras] linense ha sobrevivido a una situación de máxima incertidumbre y en apenas quince días ha sabido ganarse el apoyo del vestuario, que ayer festejó a lo grande el triunfo sobre el Melilla. Los ocupantes de la caseta se han unido al respaldo inicial de la directiva, la prensa local y de buena parte de la afición, en la que Juan Mari aún sigue encontrando quien acaba por rendirse a la evidencia y pulsa el "me gusta".
Los albinegros se sobrepusieron a tres bajas de esas que se suelen denominar importantes, se adelantaron nada más comenzar, cayeron en una etapa plana, se dejaron empatar en uno de esos errores ya clásicos que tanto le penalizan y en una segunda mitad más que solvente doblegaron a un rival que les duplica en presupuesto. Eso sí, como siempre, concedieron esa última ocasión al enemigo que hace una semana en Lorca les supuso una derrota cruel y que ayer se transformó en indulto. Tanto una como otra, inadmisibles.
La Balompédica retoma el pulso del triunfo después de tres jornadas y permanece tranquilizadoramente lejos de la zona de máximo riesgo e incluso con el derecho a mirar un poco más arriba apenas le llegue un golpe de suerte. Los albinegros superaron ayer a un Melilla que dijo poco, muy poco, para las cifras que maneja y que es cierto que pudo empatar en el último coletazo, pero que sólo mereció la suerte que corrió, la de la derrota. Para hacérselo mirar con el dineral que lleva gastado.
Este auténtico clásico de la Segunda B no tuvo grandes dosis de fútbol, pero sí fue un duelo propio de la categoría de bronce, intenso, emocionante. Los de casa tuvieron más ocasiones y acabaron por quedarse con los puntos que sirven de merecido salvoconducto a su técnico, al que la entidad cursará hoy la ficha pasado el periodo de prueba. A veces este deporte, tan dado a entregar a la hoguera las ilusiones de los que empiezan, también entiende de justicia.
La Balona comenzó marcando. No habían transcurrido más que tres minutos cuando una magnífica combinación dentro del área permitió a Gato poner el balón justo donde quería. Lo hizo como está al alcance de muy pocos y transformó la nada en el uno-cero.
Los linenses no mantuvieron ese ritmo inicial, seguramente porque la plantilla no da para mucho más y se apuntala en el físico pero no tiene ese mediocentro que genere juego. Que se habla mucho de las carencias atrás y muy poco del trabajo que cuesta generar ideas en la sala de calderas. A pesar de estar por delante, el equipo de casa pecaba de exceso de precipitación, fue incapaz de dominar eso que se llama el tempo del juego.
El partido entró en una fase plana y eso benefició a los visitantes, que se acercaron por tres veces. De manera aislada, pero tres veces. Hasta que en el 39' Borja Prieto encontró ese agujero negro que parece tener el centro de la retaguardia de la Balona y Nacho Aznar se fue en carrera y, aliándose con el poste, hizo el empate.
Tras el descanso sólo existió un equipo. La Balona, vale que a veces con un fútbol directo, quiso el triunfo. El Melilla se abonó a especular. Y esta vez ganó el que aspiraba a hacerlo.
Ferrón, que ve crecer la sombra de Álex Rubio, quiso reivindicarse. Lo intentó, trabajó lo indecible pero no acertó con el marco a pesar de verse tres veces con opciones. Al ser relevado el público le hizo ver con una cariñosísima ovación que le vale con que el algecireño demuestre ese nivel de implicación. Los goles volverán a llegar. Antes o después.
A base de intentar ser vertical, la Balompédica generó la jugada más elaborada de la segunda mitad. La gestó Rulo (de largo el mejor de la mañana), que se fue aliando con compañeros hasta que Álex Rubio la entregó a Juampe, al que no le tembló el pulso. Un gol que la propia plantilla celebró como quien festeja el éxito de un exorcismo. Como si se hubiese acabado un mal.
De ahí al final a los de casa les temblaron las piernas. Lógico para un equipo que necesita ganar o ganar y al que le costaba arrancar el apoyo de su hinchada, que seguía el partido en silencio. Tres veces creó peligro el Melilla. La más clara en el 84', pero Yurii no quiso aprovechar la concesión de Joe y cruzó en exceso cuando lo tenía todo a favor.
El pitido final -de un pedazo de árbitro, todo hay decirlo- sonó a gloria. A una Balona con sabor linense que pone la primera piedra de un nuevo proyecto. Y ese proyecto lleva la firma de Juan Mari Sánchez. Porque se lo ha ganado.
Óscar Santiago H
Bauti H
Álex Santelices HH
Joe l
Rulo HHH
Ismael Chico H
Alfonso l
Juampe H
(Stoichkov, 77') l
Gato H
(Álex Trujillo, 85') sc
Álex Rubio HH
Francis Ferrón HH
(Maurí, 69') HH
Dani Barrio H
Mahanam l
Jilmar H
Richi l
Sergio Sánchez H
Alí Diakité l
Rubén Sánchez HH
Borja Prieto H
Nacho Aznar H
David Vázquez H
(Pepe, 69') l
Diego Cascón H
(Yurii, 82') sc
Mohamed Assat (Castilla La Mancha) HHH. Con maneras de árbitro de futuro. Su único error, por buscarle alguno, que le perdonó la amarilla al local Rulo.
Amarillas a los localesÁlex Santelices (53') y Olmo (83'), éste en el banquillo y al visitante Nacho Aznar (43').
1-0 (3') Gato, tras una jugada trenzada. 1-1 (39') Nacho Aznar aprovecha un error de la defensa local. 2-1 (63') Juampe tras varias triangulaciones.
Encuentro de la decimoquinta jornada en el grupo IV de la Segunda B, disputado, en horario matinal, en el Municipal de La Línea ante unos 1.200 espectadores. Antes del comienzo se guardó un minuto de silencio en memoria de Pablo García Gil y Ana Rodríguez Aranda. El árbitro linense Jesús Tomillero efectuó el saque de honor. Al final de la contienda uno de los suplentes del equipo visitante estrelló el balón contra la afición local, lo que provocó un amago de tangana entre jugadores, que quedó en nada.
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