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Se intensifica la búsqueda de víctimas con drones y unidades caninas de rastreo

Líder (1-0)

Real balompédica linense - sevilla atlético

La Balona enlaza, ante el Sevilla Atlético, su quinta victoria y asciende a lo más alto de la tabla José Ramón, autor del gol.

Momento en el que José Ramón remata y anota el gol del triunfo de la Balona sobre el Sevilla Atlético.
Rubén Almagro

22 de septiembre 2014 - 05:02

La Balompédica, la añeja Balona, aún se atreve a desafiar a la lógica y se encarama, después de hilvanar tres victorias ligueras (cinco si se contabiliza la Copa), a lo más alto de la clasificación. De una clasificación, la del grupo IV de Segunda B, en la que compite con los presupuestos astronómicos de Cádiz, Cartagena, UCAM o Marbella por nombrar sólo a algunos. Los pájaros, vestidos de blanco y negro, disparan a las escopetas de la tiranía que suelen ejercer los dineros. Los balonos dieron el último paso hacia la cumbre con un triunfo cogido con alfileres sobre el Sevilla Atlético. Después de deslumbrar en la primera mitad necesitaron de 'san' Mateo tras el descanso. Fue una de esas victorias que se apuntan los equipos que están en estado de gracia, a los que todo le sonríe. Es demasiado pronto para atreverse a escribir que es la suerte de los campeones la que acompaña a los de Rafa Escobar. De momento, y ya es para que su hinchada se sienta orgullosa, es la suerte del líder.

El primer tiempo tuvo un nombre propio, el de Canario. El fútbol de los albinegros convergía siempre en el mediapunta, que cada vez que tocaba el balón inventaba y hacía sentir el peligro.

Paradójicamente el primer sobresalto lo protagonizaron los visitantes, con un centro-chut de Juan Muñoz que se envenenó por momentos y se marchó una cuarta por encima del marco.

A partir de ese instante el guión estaba claro. Un Sevilla Atlético exquisitamente situado sobre el césped esperaba agazapado a una Balona que se fue en busca del gol con ese apetito voraz de triunfo que le caracteriza. En el 10' José Ramón dio su primer aviso con un disparo que vomitó el larguero y a rengón seguido, Canario lo intentó desde el borde del área.

Pero esta Balona aupada por méritos propios a la cúspide tiene un problema. Cuando se desabrocha demasiado se le ven las vergüenzas en manera de carencias defensivas. Y en el 15' Mateo tuvo que replicar con un auténtico paradón en una acción en la que Matos remató a bocajarro un centro desde la línea de fondo.

En el 25' el control que ejercía el equipo de Rafa Escobar logró su fruto. Javi Gallardo desbordó por banda y la puso al corazón del área, donde no se sabe muy bien si Copi llegó tarde o dejó pasar, pero lo cierto es que arrastró a los centrales y permitió que José Ramón llegase solo en el segundo palo y anotase el tanto.

El autor del gol acarició el doblete segundos antes del intermedio en una jugada casi idéntica, solo que gestada por Manu Martínez. Pero llegó tarde por milésimas y su disparo se fue al lateral de la red.

La Balona abandonó el césped entre aplausos. Tan cierto es que su fútbol resultó exquisito, como hacía tiempo que no se veía, como que había sido incapaz de cerrar el partido. Y penaría por ello durante los siguientes cuarenta y cinco minutos.

Los albinegros volvieron al césped como si ya hubiesen hecho los deberes. Y el filial de Nervión, convenido de que si había sobrevivido al primer tiempo, tendría sus opciones. Y las tuvo. De hecho en el sesenta Juan Muñoz vio como un disparo malintencionado suyo desde la frontal rebotaba en la base del poste.

El equipo de casa se desorganizó. En buena medida por la anarquía que caracteriza a Fall, que se situó por delante del balón y desequilibró el pivote. Fue ahí donde se hizo inmenso Ismael Chico, que soportó a un equipo peligrosamente roto en dos mitades. Escobar tuvo que apuntalar luego con Polaco y Alberto Merino, porque el triunfo se le escapaba.

En el 71' Mateo, que ya se había dejado ver antes del intermedio, desvió un disparo de Carlos Fernández, al que acabaría desesperando, porque a ocho del final le sacó un remate tras un córner que parecía ya insalvable.

El añadido dio para mucho. Para otro paradón del jimenato en un lanzamiento directo desde la frontal del 'siete' y para que Carlos Guerra, mosqueado porque el filial no había devuelto el esférico que la Balona había lanzado fuera para que fuese atendido uno de los suyos, le propina un mamporro a Nané que el linier vio. El zaguero, al que hacía tiempo que no cazaban en una de éstas, se fue del césped cabizbajo.

La Balona mira la clasificación desde lo más alto y hoy hace un parón para conocer quién es su rival de Copa. Igual no es un milagro. Pero si se echa la vista atrás apenas unas semanas lo parece.

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