La Primera Federación, una trituradora de entrenadores

Fútbol | Primera Federación

La categoría acumula ya 16 técnicos destituidos cuando no ha alcanzado ni el ecuador de la temporada y amenaza con rebasar los 20 cambios de banquillo del pasado curso

La Balona lleva tres preparadores en año y medio

El Algeciras de Iván Ania, una de las excepciones

Rafa Escobar, técnico de la Balona, e Iván Ania, entrenador del Algeciras.
Rafa Escobar, técnico de la Balona, e Iván Ania, entrenador del Algeciras. / E. S.

Ser entrenador de fútbol se ha convertido en una profesión de riesgo. Echar raíces en un banquillo, en un club, en una ciudad se antoja hoy en día algo propio de otro tiempo. La inmediatez, el resultadismo y, a menudo, una mala gestión en los despachos se conjugan para guillotinar a los técnicos como primera medida ante una crisis. Así es el fútbol moderno y la Primera Federación no es una excepción. La joven categoría impulsada desde Las Rozas tras la pandemia para profesionalizar la antigua Segunda B cumple temporada y media desde su nacimiento. La división en la que militan el Algeciras CF y la Real Balompédica Linense se va asentado como la antesala de la Liga de Fútbol Profesional, pero lo está haciendo con un costo elevado para el gremio de los entrenadores. Muy elevado.

La Primera Federación se ha tornado en una trituradora de técnicos. En su puesta de largo, en la temporada 21/22, la categoría se cobró 20 destituciones en los banquillos de los dos grupos de 20 equipos cada uno (el 50% global, aunque no particular porque más de un equipo cambió más de una vez de preparador). El grupo II, el que entonces era de la Balona y el Algeciras, fue el más castigado con hasta doce cambios de entrenador, uno de ellos en el club de La Línea.

Pues bien, la presente campaña 22/23 amenaza con batir esta cifra de cabezas cortadas. Llegado al parón de Navidad y todavía con dos jornadas para alcanzar el ecuador de la competición, son ya 16 los técnicos que han perdido su puesto entre los dos grupos. Lidera la escabechina el grupo I, este curso el de algeciristas y balonos, pero ha sido el grupo II el que ha apretado el botón del pánico en el mes de diciembre con la mayor parte de las siete destituciones sufridas.

La puesta en marcha de la entonces llamada Primera RFEF generó unas altísimas expectativas desde primera hora, en buena medida por la manera en la que fue vendida por la propia Federación de Luis Rubiales. La realidad después fue demostrando que no era oro todo lo que relucía y que la nueva joya de la corona en esa pirámide de tres categorías estaba muy en pañales en muchísimos aspectos (estructuras, ayudas, televisión, arbitraje, etc).

Los clubes, con la Balona y el Algeciras entre los padres fundadores, se lanzaron un poco a la aventura en ese año cero de una competición de la que se desconocía su presupuesto real. No era una Segunda B pero tampoco la Segunda A. ¿Estaba más cerca de lo profesional o de lo semiprofesional? Demasiadas incógnitas, poca liquidez para arrancar, exigentes requisitos y unos salarios descompensados entre clubes que venían de manejar presupuestos de tres-cuatro-cinco millones de euros y otros que se las componían para llegar al millón raspado. Así nació una Primera RFEF que tiró de plantillas y entrenadores como le alcanzó a cada uno, la gran mayoría desde la continuidad.

La temporada 21/22

El estreno de la Primera RFEF se llevó por delante 20 entrenadores durante la competición. Al terminar el playoff de Galicia se sumaron nuevos cambios. El grupo del Algeciras y la Balona, como se ha mencionado, fue el más duro para los banquillos. El Atlético Sanluqueño y el UCAM Murcia, dos de los que acabaron descendiendo, tuvieron tres entrenadores distintos para intentar evitar lo inevitable. Los de Murcia, con un proyecto de bambalinas, zozobraron tras arrancar con José María Salmerón, pasar por las manos del exalgecirista Salva Ballesta (su primera oportunidad tras salir del Nuevo Mirador) y acabar con José Manuel Aira (que venía del fracaso en el Marbella). En El Palmar, el Sanluqueño empezó con el exbalono Pedro Buenaventura, por las del exalbirrojo Manolo Sanlúcar y, finalmente, por el veterano Antonio Iriondo. Los que más movieron el banquillo dieron con sus huesos en el descenso.

Otros movimientos a tiempo sí funcionaron. El Linares Deportivo destituyó pronto a Héctor Sandroni (había triunfado con el Yeclano) para repescar a Alberto González, el hombre milagro que volvió a llevar a los de Linarejos al playoff de ascenso. También dio con la tecla el Sabadell tras prescindir de Antonio Hidalgo y ponerse en las manos de Pedro Munitis. El cántabro se quedó con la miel en los labios en esa última jornada en la que el Algeciras asaltó la Nova Creu Alta. Al Cornellà la valió el arriesgado cambio en la recta final de Raúl Casañ por el preparador del juvenil, Gonzalo Riutort, para asegurar una permanencia que había empezado a peligrar.

No surtió el efecto deseado las relevos en el Sevilla Atlético (Alejandro Acejo sustituyó a Paco Gallardo), en el Betis Deportivo (Pablo del Pino entró por Manel Ruano) ni en el Costa Brava (Oriol Alsina dio un paso al costado para que tomase las riendas Óscar Álvarez, no fue una destitución al uso). Los tres estuvieron abajo casi toda la liga y consumaron la pérdida de categoría. Tampoco dio en el clavo un Atlético Baleares que se quedó fuera de la pelea por el ascenso cuando partía entre los caballos ganadores. Xavi Calm fue relevado por Eloy Jiménez con una mínima transición del exbalono Jordi Roger, el director deportivo en Palma.

La Balona también cambió de entrenador y le dio resultado. Los albinegros se vieron en la obligación de prescindir de Antonio Romerito el 19 de febrero de 2022 tras la derrota en Cornellá. Los de La Línea apostaron por Alberto Monteagudo y el albaceteño condujo al objetivo de la salvación con la victoria en casa ante el Andorra en la última jornada.

El Algeciras debutó en la Primera RFEF con Iván Ania y va a entrar en 2023 con el asturiano al frente de su vestuario. Los del Nuevo Mirador fueron uno de los diez conjuntos de su grupo que terminaron la 21/22 con el mismo entrenador que arrancó el curso. Y son uno de los pocos que mantuvo el proyecto un ejercicio más tras un verano en el que planearon algunas especulaciones de que el técnico solo se iría si daba el salto a Segunda. El de Oviedo, no hay que olvidarlo, firmó por cuatro años en La Menacha.

En el otro grupo, el I, cambiaron de entrenador la Cultural Deportiva y Leonesa (Curro Torres por Ramón González), el Zamora (Yago Iglesias por David Movilla), el Unionistas de Salamanca (Luis Ayllón por Dani Mori), el Bilbao Athletic (Patxi Salinas por Imanol de la Sota), la UD Logroñés (Albert Aguilá por el exalbirrojo Mere), el Tudelano (Carlos Pérez Salvachúa por Javi Olaizola), el Badajoz (Isaac Jové por Óscar Cano) y el Talavera (Manuel Mosquera por Víctor Cea). En este grupo se dio una peculiaridad, la retirada de un Extremadura lastrado por su enorme crisis institucional y económica que liberó a la plantilla y a su entrenador, Manuel Mosquera.

Lo que va de la 22/23

La andadura 22/23 tuvo como punto de arranque el renombramiento de la categoría a Primera Federación (se acabó el pronunciarla cada uno a su manera). Este rebautizo fue como un gesto de empezar de nuevas en una segunda temporada de vida ya con la experiencia de todo lo ocurrido en la primera cuando los clubes iban casi a ciegas. Pero ni con esas se libró la competición de un inicio accidentado por la situación del DUX Internacional de Madrid, que fue expulsado por la Federación tras no registrar a tiempo su plantilla, lo que abrió la puerta al ascenso del Talavera. El cacao, sin embargo, es gordo y el TAD acaba de dar la razón al Internacional. Tiene pinta de que acabará en la justicia ordinaria.

Con el balón en juego, el grupo I, el del Algeciras y la Balona esta temporada, fue el primero en abrir la veda de las destituciones. Cuatro partidos tardó el Ceuta en despedir a Chus Trujillo tras un inicio accidentado y sin poder pisar el Murube. Los caballas tenían claro (parece que desde hace tiempo) que su hombre era José Juan Romero.

Abierta la veda, el San Fernando imitó a los caballas con la destitución de Nacho Castro para traer a Salva Ballesta. Segundo oportunidad como revulsivo para el técnico que estuvo a punto de tocar la gloria con el Algeciras, sin embargo, el exalbirrojo no ha terminado 2022 con los azulinos, que se la van a jugar con Pablo Alfaro como su tercer técnico de la temporada. Los tres clubes que tuvieron tres entrenadores el pasado curso... ya se sabe como terminaron.

El Badajoz prescindió de Isaac Jové para traer a José María Salmerón y el Deportivo de La Coruña no aguantó más para acabar con la etapa de Borja Jiménez (herido de muerte desde que perdió el ascenso en Riazor ante el Albacete) y está en manos de Óscar Cano. El Talavera pagó los platos rotos de verse con una plantilla para la Segunda Federación en una categoría superior. El club, eso sí, ha reaccionado tras romper con Rubén Gala y fiarlo todo a Pedro Díaz. Cierta mejoría experimentó también el Rayo Majadahonda tras despedir a Diego Nogales y dar las riendas a Alfredo Santaelena.

La Balona, como ya hizo la campaña anterior, no ha dudado a la hora de tomar una decisión valiente. Los albinegros cortaron de raíz el mal comienzo de Alberto Monteagudo con una apuesta ampliamente respaldada por la afición: el retorno de Rafa Escobar. El cordobés dio con la tecla desde el primer día y de momento mantiene fuera del descenso a un equipo que tiene un partido menos, el que está por acabar ante el Unionistas de Salamanca.

El Algeciras pasó sus momentos de zozobra en este primer trecho de la 22/23 y llegó a tontear con los puestos de descenso, pero en el club nunca se ha dudado de Iván Ania. El asturiano siempre ha encontrado un remedio en situaciones límites. Salvo catástrofe, el banquillo del Mirador está llamado a ser uno de los más estables hasta junio.

En el grupo II, lo que estaba siendo una primera vuelta más que tranquila se ha envenenado con la llegada del parón de invierno. El Numancia abrió fuego al contratar a Iñaki Bea por Diego Martínez y después le han seguido los movimientos en la UD Logroñes (Natxo González por Albert Aguilá), el Bilbao Athletic (el ex de la UD Los Barrios Álex Pallarés por Bingen Arostegi), el Real Unión (David Movilla por Aitor Zulaika)... y en los últimos días el Calahorra (Carlos Pouso por Juan García), el Sabadell (Miki Lladó por Gabri García), el Castellón (en busca de sustituto tras fulminar a Rubén Torrecilla) y el Atlético Baleares (Onésimo por el exbalono Jordi Roger, que ha retornado a sus labores en la dirección deportiva).

Valga como curiosidad que Salva Ballesta ha sido el único entrenador destituido en las dos temporadas que suma la Primera Federación sin haber empezado de inicio ninguna de las dos.

Van por tanto quince destituciones sin haber alcanzado ni la mitad de la liga. A ese ritmo consume una Primera Federación voraz y cada vez más cercana a la vorágine que se vive en los banquillos profesionales.

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