Un empate que vale
Ciudad de Lucena | Algeciras CF | La crónica
El Algeciras suma en Lucena y se mantiene sólido arriba a un solo punto del liderato
Los de Viso se reponen a la lesión de Antonio y al tanto local con un golazo del recuperado Bryan
Lucena/El Algeciras CF se trajo un punto de Lucena que conforme pasaron las horas se fue haciendo más bueno. Los albirrojos pudieron vencer pero también pudieron perder en una plaza que se convirtió en escenario de un partido de fútbol atrevido y abierto. El combate resultó nulo pero al mismo tiempo válido.
La igualada durante la mañana del Betis Deportivo con la Lebrijana (1-1) y posteriormente por la tarde del líder Córdoba B en el Murube de Ceuta (1-1) dejaron la cabeza del grupo X de Tercera como estaba... con una jornada menos. El Algeciras sigue tercero empatado con el segundo a un solo punto del liderato.
El punto de Lucena supone el segundo empate a domicilio de la temporada para un Algeciras que se rehizo a la lesión de su pichichi Antonio Sánchez y al tanto de Diego nada más empezar el segundo tiempo. El recuperado Bryan igualó con un golazo y se reivindicó como refuerzo tras haber estado casi inédito este curso por una lesión.
La ocupación concienzuda de espacios y la obstaculización insistente de la primera transición del rival asemejaron los argumentos primordiales de ambos equipos. Javi Viso y Diego Caro emplazaron a numerosos efectivos en territorio contrario y exigieron a sus futbolistas un alto grado de concentración y movilidad.
El efímero predominio originario del Ciudad de Lucena favoreció una tentativa finalizada por una acrobática tijera de Marwan. El delantero canario propulsó a la izquierda de Romero un esférico filtrado desde la izquierda por Manolo León.
Las combinaciones veloces, coherentes y suaves del Ciudad de Lucena fastidiaban a un Algeciras oportunamente estructurado. La tendencia del encuentro mutó ostensiblemente antes del cuarto de hora inicial. El cuadro de Javi Viso afianzó un control absoluto, tanto espacial como en el manejo del cuero.
José Carlos y Antoñito conquistaron el flanco siniestro con arrancadas continuadas ante la desesperación de una retaguardia del Ciudad de Lucena débil y vulnerable. En la orilla opuesta, Juanjo y Alberto Fuentes emulaban, en menor medida, a sus compañeros.
El Algeciras conjugaba operaciones interiores y verticalidad en los extremos. Pipo acumuló dos interesantes ocasiones ante Sillero, una de ellas, la segunda, al coaligarse con Antonio Sánchez. El delantero sevillano, máximo goleador del Algeciras al contabilizar ocho dianas, abandonó el césped, por problemas musculares, a la medida hora de partido y su ausencia mermó y perturbó a su escuadra.
El central Berlanga protagonizó otros dos ensayos, en el área pequeña de Sillero, mientras la propuesta del Ciudad de Lucena se limitaba a los desplazamientos distantes y a contragolpes vertiginosos. Favorecido por la desorientación del Algeciras, una maniobra coral habilitaba a Diego, incapaz de aplacar la pelota delante de Romero.
Los de Javi Viso, siempre contenidos en la medular por Josemi, procuraron reordenar el paisaje antes de la reanudación. El indiscutible menoscabo en la vanguardia aminoró el fuste del Algeciras y alivió al Ciudad de Lucena en el tramo final del primer capítulo.
Los desafíos recíprocos caracterizaron el comienzo de la reanudación. El Ciudad de Lucena exteriorizó mayores dosis de convicción y decisión hasta conseguir desequilibrar el electrónico. Diego se benefició de un resbalón desafortunado de Pablo de Castro y cruzó el balón al palo más lejano de Romero para anotar el gol de un Ciudad de Lucena engrandecido.
Sustentado en una ambición indiscutible y la personalidad evidente de un candidato a acceder a la fase de ascenso, el Algeciras abordó la parcela celeste a través de multitud de frentes. En una acción impredecible, Bryan Porras transformó en una maravillosa volea el esférico y batió a Sillero.
Las vehementes pugnas, en un contexto aguerrido y presidido por el pundonor superlativo, siempre definieron a un duelo que corroboraba la imperiosa necesidad de progresar de los dos competidores. El empate tranquilizó, probablemente en exceso al Algeciras, y redujo la desigualdad.
El Ciudad de Lucena, una vez esfumada la ventaja, incrementó su posesión y los contraataques efectuados alcanzaban mayor periodicidad. De manera asidua, un soberbio Pablo de Castro cancelaba los pronunciamientos de los oponentes e inauguraba, con inteligencia y temple, los procesos del Algeciras. Los sobresaltos se producían de manera alterna. Víctor Díaz y Erik espoleaban al Ciudad de Lucena y, en la manifestación más profunda del Algeciras, una mano crucial de Sillero le arrebató el balón de los pies a Antoñito. Ninguno de ellos se consumó como fructífero y el empate se impuso definitivamente en el luminoso.
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