Algeciras CF | Primera Federación
El Algeciras, con la flecha hacia arriba
UD Socuéllamos - Algeciras CF | La crónica del ascenso
Socuéllamos (Ciudad Real)/El Algeciras CF de lo imposible, el que nunca se rindió, el que hizo creer más allá de la razón, ha vuelto a Segunda B. Sí, pueden llorar, pueden desahogarse, pueden repetirlo una y otra vez, gritarlo a todo pulmón: el Algeciras CF vuelve a ser de bronce, por fin ha regresado a una categoría que nunca debió perder. Socuéllamos pasó a la historia como el lugar donde el equipo de Emilio Fajardo coronó un final de temporada tremendo, como no se recuerda, como nadie esperaba. Bueno sí, un puñado de locos y su entrenador lo esperaban y ellos fueron los primeros en convencer al resto, a todo ese algecirismo que se entregó hasta el tuétano para empujar hacia esta gesta, hasta un 30 de junio con más de 40 grados. Medio millar de algeciristas fue testigo de un día que ya ha entrado en el Olimpo de un club que no se cansa de ilusionar.
El Algeciras ganó también en Socuéllamos, como hizo hace siete días en el Nuevo Mirador, ante un rival muy digno que nada pudo hacer para frenar el torrente de la marea rojiblanca. Los de Fajardo vencieron en un escenario totalmente distinto como el Paquito Giménez, en un partido que tuvo muchos partidos, especialmente tenso al principio, pero que siempre se decantó para el mismo lado, para ese equipo dominador que ha tocado el cielo de una forma incontestable. El 7-1 de la eliminatoria lo dice todo.
Antonio Sánchez, el pichichi del Algeciras esta temporada, aclaró cualquier atisbo de duda poco antes del descanso, después de que la expulsión de Pablo de Castro hubiese dejado con diez a los albirrojos. Con uno menos salió el Algeciras más valiente, que pagó con el empate su único despiste de toda la eliminatoria, nada más comenzar la segunda parte, pero que desató a la bestia cuando más castiga el sol para abrochar el ascenso de la manera más bonita, con dos goles, uno del algecireño Benítez y la guinda del gordo Antonio.
El duelo de vuelta de la final por el ascenso a Segunda B arrancó en el Paquito Giménez a mil revoluciones. El Socuéllamos dejó claro que se aferraba al juego directo con sus dos torres arriba, Belencoso y Megías. Durante el primer cuarto de hora apenas se jugó: faltas, interrupciones y el termómetro cada vez más calentito. Apenas habían pasado cinco minutos cuando Garrido vio la primera amarilla por dejar la pierna ante la salida de Romero. Belencoso se encaró con el fondo algecirista y al mismo tiempo Cerpa caía al suelo lesionado y se llevaba las manos a un tobillo. El onubense se tuvo que retirar en camilla, entre lágrimas, y Fajardó metió a Josemi. No iban ni ocho minutos.
Un disparo alto de falta del exalbinegro Zurdo y un cabezazo de Megías fueron lo más parecido a las ocasiones del Socu en un arranque que también dejó un susto cuando el algecireño Tote se desplomó sobre el césped artificial de la caldera ciudadrealeña. Muy entero pese al empuje local, el Algeciras se asomó en el 19' con un disparo de Juanjo que sacó providencial Arellano. La primera llegada, veneno puro. En el minuto 27, otra complicación para los de Fajardo: segunda amarilla de Pablo de Castro y a la calle. El ascenso tenía que llegar con otro poquito de épica. El técnico algecirista, bravo al mantener a sus dos puntas, recompuso el once con la entrada del zaguero Álvaro Benítez.
Cuando se empezó a jugar más fue cuando más notorio se hizo el Algeciras. Antonio la tuvo en una doble ocasión que atajó Arellano en el 33', pero el ariete sevillano no perdonó en el minuto 39. Falta muy parecida a la que coló Ganet en Jaén. El internacional con Guinea Ecuatorial tiró de estrategia, la puso a Juanjo y éste la colgó en el área, en los dominios del depredador Antonio Sánchez. Gol y delirio en el fondo donde se apiñaban cientos de algeciristas. El tanto quebró la fe del Socuéllamos, que, sin embargo, estuvo a punto de marcar en el descuento por medio de Kike y Megías, pero es que Romero y Borja Vicent no estaban por la labor.
Quedaban 45 minutos. Estaba hecho pero nadie quería verlo así porque todos los algeciristas asumían el sufrimiento como propio, como la antesala de una gloria largo tiempo esperada. Tras el descanso, el Socu empató en un visto y no visto. Ni treinta segundos, un desbarajuste y gol del recién ingresado Borja. El capitán del Algeciras, Iván, sancionado en la grada, junto a los medios de comunicación, era el vivo reflejo de un algecirismo más sosegado que el primer tiempo. Los visitantes capearon con oficio esos diez minutos de empuje del rival, con más profesionalidad que fe, tratando de llegar a una portería que se les hacía cuesta arriba.
Era cuestión de tiempo que el Algeciras retomase la palabra. José Carlos se convirtió en una pesadilla desde la banda izquierda. Salió como una moto en un par de ocasiones en las que casi marcan los de Fajardo: en el 57' rozó el gol Antonio y en el 63', Ganet. Seguía siendo cuestión de tiempo, sobre todo cuanto más pegaba el calor y más corrían unos y otros. Y así llegó el minuto 78, un centro de Ganet y el remate de Alvarito Benítez para dentro para éxtasis de una afición que ya no cabía de gozo en el fondo. Benítez, que llevaba sin jugar más de dos meses, es el mismo Benítez que marcó aquel testarazo en Las Cabezas que probablemente salvó a Fajardo en un momento convulso de la temporada. ¿Se acuerdan? Parece que hace un año.
En medio del arreón final, con los suplentes del Algeciras preparando las camisetas conmemorativas y fundiéndose en abrazos, Romero le hizo un paradón a Ramón y Antonio Sánchez, que ganó todos los balones divididos por alto, todos, culminó la hazaña con un gol a la contra ante un rival absolutamente sometido delante de una parroquia que encajó el chasco con resignación y deportividad.
Lo que ocurrió tras el pitido final merece otra crónica. Ahora toca celebrar y celebrar hasta caer rendidos. Ahora toca ir a la Fuente del Milenio. Ahora toca, como algún aficionado apuntó después de lo de Jaén, montar el preceptivo besapies en la Plaza Alta a Emilio Fajardo, el técnico que un Día de Reyes tomó las riendas de un equipo deprimido en medio de un mar de zozobra y apenas seis meses ha obrado uno de los mayores milagros de la historia reciente del Algeciras. Ahora toca dejar atrás 1.141 días de penitencia en Tercera y empezar a creerse que el Algeciras es ya por fin de Segunda B.
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