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El Algeciras CF deambula, más inerte que vivo, no se sabe bien hacia dónde. El equipo de Emilio Fajardo bordó el ridículo en Coria y sufrió una derrota, la tercera seguida del técnico, que escenificó el hundimiento de un gigante con pies de barros que dice adiós a la liguilla. Las matemáticas podrán sostener lo contrario, pero la cabeza y el corazón coinciden: este Algeciras no da para jugar por el ascenso a Segunda B. El fracaso total, a falta de siete jornadas, se antoja irremediable y el divorcio entre directiva y aficionados se encuentra a punto de ebullición. El playoff se aleja a seis puntos de distancia.
El Algeciras está moralmente por los suelos. Si no ha tocado fondo, debe estar a un palmo, pero es difícil caer más bajo. El respetable se ha quedado ya sin calificativos para lo que está padeciendo. Hasta los más fieles tiran la toalla y desertan tras ver como su equipo se arrastra por los campos de la Tercera división y condena a una afición enorme a otro año de penitencia en el agujero.
Los albirrojos apenas comparecieron los primeros 20 minutos en el Guadalquivir de Coria. El resto fue un despropósito colectivo de un conjunto que ha pasado de ser el menos goleado en los dos primeros meses de 2019 a convertirse en un auténtico coladero. Los de Fajardo volvieron a regalar los goles: un penalti infantil de Pablo de Castro, un error de bulto de Benítez y un tanto en propia de Gallardo. Y gracias al Altísimo a que Jesús Romero se quitó la espina del Ciudad de Lucena y evitó una goleada de escándalo. El Gato, sobresaliente, fue el único que salvó la honra mancillada de la centenaria institución.
El gol de Antonio Sánchez, el 2-1 en el minuto 60, no llegó ni a espejismo. Cualquier equipo con personalidad se habría comido a su oponente con media hora por delante, habría echado el resto por una remontada vital. Sin embargo, el Algeciras de Fajardo se descompuso en cachitos, poco a poco, con unos futbolistas que no han podido dar la talla en el momento cumbre de la temporada.
Después de la semana más complicada de la era Fajardo (hasta la que viene), el Algeciras salió con un once más o menos esperado, con Gallardo, que no está, en lugar de José Carlos y Antoñito por Ganet, que este lunes juega un compromiso internacional con Guinea Ecuatorial en Arabia (y también estaba sancionado como José Carlos). Eric bancó a Karim arriba.
El Algeciras pudo y debió marcar en los primeros 25 minutos de juego, los que se sostuvo con cierta dignidad en Coria. Eric Samé demostró a los 8 minutos que no es un depredador del área y marró una clarísima oportunidad ante Isco. En el 11' Antoñito lanzó alto una falta en buena situación y en el 24' Antonio Sánchez cabeceó con peligro un centro al área. Hasta ahí llegó el coqueteo de los albirrojos.
El Coria, que ya había dado un aviso en botas de Espada, se topó con Romero en el minuto 25. Gran intervención del guardián del Algeciras. Ni un minuto después el algecireño Pablo de Castro cometió penalti al derribar a Pulet en la zona de castigo. Una acción totalmente evitable, un regalo más en las rebajas de marzo. Espada convirtió la pena máxima y congeló al Algeciras porque apenas se jugó a nada más el resto del primer tiempo... Aunque Keita casi hace el segundo al filo del descanso.
La esperada charla motivadora del intermedio cayó en saco roto porque el Coria comenzó el segundo acto con una ocasión del hiperactivo Keita. Ni dos minutos habían transcurrido cuando Álvaro Benítez se hizo un lío atrás con el balón (como Juanjo la semana anterior), Espada robó el cuero y lo cedió a Pulet para que marcarse el 2-0. Se confirmaba la tragedia.
Fajardo zarandeó el banquillo y removió a un equipo grogui, como pollo sin cabeza. El único atisbo surgió en una internada de Zafra por la derecha con un centro que Antonio Sánchez mandó a la red en el minuto 60. El pichichi recortó diferencias con media hora por delante, pero es que parecía como si el Algeciras no quisiese creer en el milagro. El Coria, con mucho más arrestos y ganas, dejó patente por qué lucha por la permanencia, pero en ningún momento se amilanó y fue directo a la yugular algecirista.
Con este plan, al Algeciras le pudo caer un saco, pero Romero se vistió de superhéroe ante Pulet, ante un Keita desquiciado y ante todo el que se pusiese por delante. Hubo una triple intervención del cancerbero antológica en el minuto 68. Por si alguien dudaba de este portero.
El partido murió con la expulsión de Pablo de Castro, que fue cazado por un asistente al golpear a un contrario y vio la roja directa en el minuto 85. Uno que se borra para lo que pueda acontecer el domingo ante el Puente Genil. El bochorno algecirista quedó completo en el tiempo añadido con un nuevo ataque del Coria acabó con un disparo de Pavón que terminó empujando en propia puerta Dani Gallardo en un día para olvidar... o para tener muy presente a la hora de tomar decisiones. Porque está claro que el Algeciras necesita tomar decisiones relevantes si no quiere finalizar solo esta temporada en el Nuevo Mirador.
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