Análisis
Santiago Carbó
Algunas reflexiones sobre las graves consecuencias de la DANA
Mérida AD - Algeciras CF | La crónica
El Algeciras CF se hunde inexorablemente. El peso de los resultados ha arrastrado al equipo de Emilio Fajardo al fondo de la tabla del grupo IV de la Segunda B. Se puede hablar de los tres penaltis pitados en contra (algo insólito), del que fallaron los albirrojos en un momento clave, del balón que se fue al larguero, de la cantada de Lopito, de la expulsión de un contrario, de cómo este equipo, después de lo visto, no fue capaz ni de sumar un solo punto en el estadio Romano de Mérida, en el campo de un colista que ni se creía que había logrado la victoria. Se puede hablar del todo y de la nada, de si el entrenador debe seguir o no (eso corresponde a la directiva), pero la realidad es que este Algeciras engancha yaocho jornadas sin ganar, comete fallos de parvulario y comparte la cola de la clasificación.
El Algeciras fue a Mérida a reivindicarse, a batirse en una plaza de gladiadores y a zanjar sus crisis y se vuelve con un boquete aún más grande y la moral de su afición por los suelos. Poco importa explicar a quien no vio el partido que los de Fajardo dominaron la mayor parte del encuentro y tuvieron buenos minutos de fútbol. Poco importa eso cuando la tarde estuvo marcada por la actuación de un árbitro que decretó hasta cuatro penaltis y expulsó a futbolista en decisiones cuando menos discutibles. Pero no pueden escudarse los visitantes en el trencilla porque algunos de los errores más capitales los provocó el propio Algeciras, que falló una pena máxima en botas de Antonio Domínguez (para el 2-2) y regaló un tanto (el 3-2) que pone un lunar más en el periplo de Lopito como guardián de la meta algecirista.
Así es imposible. Así el Algeciras no va a sumar fuera (donde continúa sin lograr un triunfo desde que regresó a Segunda B) ni seguramente en casa. Con Fajardo o con quien sea, este vestuario necesita recuperar la confianza, blindarse en defensa y reconquistar el respeto que está empezando a perder a marchas forzadas. Nadie duda ya de que los del Nuevo Mirador están resucitando a los ingresados en la UVI del grupo IV.
Fajardo intentó algo nuevo, probó con Cerpa y Caturla en el centro del campo, desdobló la banda derecha con Almenara por delante de Choco y fijó a Karim arriba, que se asoció y dio juego a Antoñito. Lo que más coraje da es que el Algeciras no mereció irse por detrás al descanso pero el fútbol y los penaltis no entienden de merecimientos. Los visitantes capearon los cinco primeros minutos de un Mérida intenso que puso a prueba a Lopito con un disparo de Mario Gómez y un remate de Mena. El conjunto de Fajardo se asentó y se hizo con el balón. Antoñito y Domínguez, alrededor del 20', intentaron sendos disparos que se marcharon fuera y el algecireño estuvo a punto de cazar de chilena el centro de una buena jugada colectiva en el 26'. Rondaba el Algeciras hasta que en el minuto 29 Karim abrió espacio y Antoñito conectó su remate a gol.
Poco dura la alegría en casa del pobre porque el Mérida se encontró con el primer penalti a su favor en el 34'. Un balón que Pablo de Castro no acertó a despejar en la banda izquierda deparó un saque de banda ejecutado rápido y una especie de forcejeo entre Cerpa y un atacante emeritense que Manuel González del Campo pitó a instancias de su asistente. De esas acciones que raramente se pitan. Santi Villa agarró el balón y engañó a Lopito para empatar.
Con el 1-1 llegó un zurdazo peligroso de Gaspar en el 36' y a renglón el Algeciras se pudo volver a adelantar con una internada de Almenara por la derecha que acabó con un disparo de Antoñito al larguero en el 38'. No dio tiempo ni a lamentarse porque en el minuto 43 el trencilla pitó mano en un córner en el que Karim despejó y el balón tocó en Almenara, que miraba al lado opuesto al balón. Difícil ver si le dio o no, salvo para González del Campo. Santi Villa agarró el balón y ajustó al otro lado. Lopito estuvo cerca. El árbitro no se había quedado contento y antes del descanso expulsó con roja directa al local Álex Jiménez por una dura entrada de esas que se suele despachar con una amarilla. El de negro estaba desatado.
Con medio tiempo por delante y un jugador más, el Algeciras tenía margen de maniobra para dar la vuelta a la tortilla. Los de Fajardo salieron en tromba en un césped muy encharcado en algunas zonas y que hacía que la pelota se frenase. Antonio Sánchez entró por Pablo de Castro para embotellar más al Mérida y el Algeciras se aplicó. Corría el minuto 55 cuando en un merodeo por el área, el árbitro vio penalti de Javi Chino en un derribo sobre Karim. Seguía el espectáculo. Antonio Domínguez, como la semana anterior ante el UCAM, se pidió el lanzamiento, pero esta vez erró. Javi Sánchez le adivinó un disparo raso y flojito a su derecha.
Fajardo metió más madera y, a pesar del nuevo mazazo, el equipo insistió e insistió hasta que llegó el 2-2. Domínguez se sacó un centro templado al corazón del área del Mérida y Antonio Sánchez lo cazó para igualar en el minuto 67. Vuelta a empezar y daba la sensación de que el Algeciras se podía llevar el partido en el Romano, ante un rival muy castigado y con un hombre menos, pero lo que ocurrió fue lo contrario. Los de casa dieron un paso al frente con la entrada de Pino y los visitantes bajaron el pistón o al menos eso parecía. Y entonces llegó el drama del minuto 76. En una jugada sin aparente peligro, un balón por alto más o menos manso se le escapó a Lopito, que lo entregó en bandeja a Pino para el 3-2. Inverosímil lo que estaba pasando en el Romano hasta para los anfitriones.
El Algeciras se prestó a recibir un rejonazo más en los instantes finales cuando un centro desde la izquierda del Mérida acabó en otro penalti, según el árbitro por mano de Caturla al volverse y saltar. Santi Villa ejecutó su particular hat-trick y rubricó el primer triunfo de la temporada del Mérida ante sus fieles, una derrota que manda para la cola al Algeciras en la decimotercera jornada del grupo IV. Queda un mundo y la salvación se avista a dos puntos, pero como este equipo no se levante pronto el sueño puede tornarse en pesadilla.
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