Iván Ania, entre las palmas y los pitos

Algeciras CF

La afición del Algeciras aguarda con sentimientos divididos el regreso del asturiano el sábado al frente del Córdoba

El técnico, de más a menos en su periplo de dos años, fiel defensor de su estilo

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Iván Ania: "Tengo la sensación de que no quieren que continúe"

Iván Ania, en su último partido con el Algeciras. / Erasmo Fenoy

Algeciras/El gran protagonista, hasta que empiece a rodar el balón, del duelo entre el Algeciras CF y el Córdoba CF del próximo sábado (18:00) en el Nuevo Mirador es, sin lugar a la duda, Iván Ania. El entrenador retorna a la que fue su casa durante dos años, durante dos temporadas contrapuestas en Primera Federación en las que dejó su huella marcada más allá de los resultados.

¿Cómo será recibido Ania por la afición del Algeciras? Es una cuestión que ronda la cabeza de muchos seguidores porque la realidad es que existe una opinión dividida tras la salida del asturiano el pasado verano. Ania rompió con el club en ese momento de transición final en la propiedad de la SAD, con la venta de Félix Sancho a Mac Lackey Ramón Robert. El técnico tenía dos años de contrato en vigor pero hizo valer una cláusula de salida para embarcarse en el proyecto del Córdoba después de que su relación, especialmente con Robert, se deteriorase en el tramo final de la campaña 2022-23. La rueda de prensa tras consumar la permanencia en la última jornada a pesar de perder con el Castilla fue la escenificación de una ruptura que no tenía vuelta atrás.

¿Pero por qué hay parte de la hinchada algecirista que acabó mal con Ania? El entrenador logró lo que muy pocos técnicos han conseguido en el club, sobre todo en los últimos tiempos: mantenerse en el banquillo del Nuevo Mirador dos temporadas seguidas. Muy pocos pueden alardear de haberlo logrado. Ania es un tipo peculiar que no deja indiferente a los mandos de un equipo y quedó demostrado en estos dos años. El míster consiguió que el Algeciras jugase por momentos de maravilla, sobre todo durante su primera campaña, cuando se quedó a las puertas del play-off de ascenso. Cuando los resultados no acompañaron, parte de la grada cargó contra el estilo futbolístico de los albirrojos, una filosofía que el asturiano defendió a muerte y rara vez trastocó. Se llegaron a escuchar pitos en el Mirador y cánticos de "Ania, vete ya". El fantasma del descenso planeaba aunque el vestuario hizo piña en torno a su entrenador.

Su periplo en La Menacha fue de más o menos y no solo por el devenir deportivo. La transformación interna de la entidad, los constantes cambios estructurales y la falta de ciertos recursos fueron influyendo en esta etapa guiada por la transición de poder y decisión del grupo del burgalés Sancho a la alianza Lackey-Robert, que fueron los verdaderamente mandaron el último ejercicio.

Al fin y al cabo, Ania llegó al Algeciras como una fuerte apuesta del proyecto de Sancho, que blindó al asturiano con un contrato de cuatro años. Según perdió influencia el de Burgos, la confianza del míster decreció hasta que por último -como él mismo expresó- tuvo la sensación de que no le querían a bordo.

Tras el fin del ciclo de Ania con el Algeciras, muy probablemente quienes le pitaron habrían zanjado esa disputa, sin embargo a muchos algeciristas les sentó mal que el entrenador no se despidiese de manera pública no ya del club, sino de la afición y de la ciudad.

Ania nunca fue de redes sociales aunque tampoco eligió a los medios (o algún medio) para poder dejar unas palabras de adiós y de agradecimiento. También desechó hacerlo el día de su presentación con el Córdoba en El Arcángel. En definitiva, dio la sensación de que quería zanjar del todo su etapa en el Nuevo Mirador.

El técnico de Oviedo recibirá aplausos el próximo sábado y seguramente también pitos de un algecirismo compuesto por más de 4.000 fieles, cada su de su padre y de su madre, y con un criterio propio. Palmas y pitos para un entrenador que no fue destituido, sino que se marchó por decisión propia. Es la rareza de este deporte llamado fútbol que mueve sentimientos inexplicables y que, mientras rueda el balón, no entiende de amistades.

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