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Algeciras/Ver el Nuevo Mirador con un ambientazo y escucharlo rugir de manera atronadora fue la alegría más grande que se pudo llevar el algecirismo en el estreno como local de la temporada en la Primera RFEF. El empate in extremis arañado por el Andorra amargó una fiesta que comenzó pronto la tarde del viernes, para algunos después del almuerzo, pero todos los aficionados que se reencontraron con el fútbol de verdad en su templo se marcharon a casa con una sensación que muchos incluso habían olvidado.
Vivir un partido de competición en el Nuevo Mirador con ese ambiente es un privilegio que no está al alcance de muchos en esta categoría. Después de un año muy duro, durísimo, para el público por la pandemia del coronavirus, el fútbol recupera poco a poco su esencia con el aumento progresivo de los aforos. Los albirrojos disfrutaron para su estreno de una capacidad de más de medio estadio lo que permitió que varios miles de espectadores se repartiesen por las cuatro gradas y diesen un colorido muy especial.
La hinchada tiñó el Mirador de rojo y blanco, convivió unas horas antes del encuentro, cantó el himno y, sobre todo, disfrutó como hacía tiempo que no lo hacía de la atmósfera que rodea a un partido grande, como casi todos los que se van a brindar en la nueva Primera RFEF.
El algecirismo, con la excepción del inolvidable día en Almendralejo, no se daba un baño de masas similar en el Nuevo Mirador desde la fase de ascenso a Segunda B que coronó al equipo de Emilio Fajardo en Socuéllamos. Aquellos tres envites ante L'Hospitalet, Real Jaén y Socuéllamos convirtieron La Menacha en una olla a presión y demostraron la fuerza que puede tener este club cuando afición y equipo van de la mano.
La gente, todo hay que decirlo, se comportó de manera ejemplar. La afición futbolera, en su mayoría, está acostumbrada ya a las restricciones obligadas por el Covid, algunas como la mascarilla o el gel que parece han venido a quedarse durante un tiempo. Ni el sofocante calor hizo que el público rechistase por tener que aguantar el bochorno con el tapabocas.
Faltó la guinda del triunfo, sí, y es algo que aún ronda las cabezas de los algeciristas, pero volver todos al Nuevo Mirador fue otra victoria, una seguramente más importante todavía.
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