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Nadie dijo que fuera fácil (2-1)

CE L'Hospitalet - Algeciras CF | Fase de ascenso a Segunda B | La crónica

El Algeciras se clasifica para la segunda ronda gracias al gol de Iván Turrillo en Hospitalet, donde los de Fajardo se adelantan y saben sufrir tras encajar dos goles, uno de discutido penalti

Los jugadores del Algeciras celebran la clasificación en Hospitalet con sus aficionados. / L. O. F.

El Algeciras CF sigue en la lucha por el ascenso. El equipo de Emilio Fajardo ya está en la segunda ronda, las semifinales, del sistema de eliminatorias que conduce a Segunda B. Un pasito más cerca de la cumbre. Todavía queda, pero nadie dijo que fuera fácil. Los albirrojos tuvieron que sufrir hasta el último suspiro de un descuento infinito para eliminar al CE L’Hospitalet, un rival que pasó de verse casi desahuciado tras el gol de Iván Turrillo a acariciar la remontada con dos tantos, el segundo tras un discutidísimo penalti. El zarpazo del capitán algecireño en terreno catalán hizo bueno el triunfo por 1-0 del partido de ida en el Nuevo Mirador (¡Qué valor tuvo aquel chicharro in extremis de Antonio Sánchez!).

El Algeciras fue al Municipal de L’Hospitalet a marcar y lo consiguió pronto. El gol del recuperado Iván en el minuto 17 cayó como un mazazo sobre el equipo de casa, que se vio con la obligación de tener que hacer tres dianas para voltear la eliminatoria ante un público mucho menos caliente que el de La Menacha. Los de Fajardo atenazaron a su oponente y se llevaron el partido a la trinchera que querían durante el primer tiempo. Sin embargo, este tipo de encuentros duran un mundo y el segundo tiempo lo demostró. El Hospi apeló a la valentía y al talento que posee arriba para marcar un golazo en botas de Cristian Alfonso en el minuto 60 e insuflar esperanzas. Los de casa se encontraron con un penalti más que polémico de Borja Vicent en lo que pareció una entrada contundente pero limpia. El ex de la Balona Canario ejecutó la pena máxima en el minuto 74 y desató un nuevo partido: salió a relucir entonces el Algeciras con más oficio de la temporada, el sufridor, el que se pone el mono de currante y no le tiembla el pulso, el que apenas dejó jugar y desquició a su oponente, que acabó con uno menos por la expulsión de Eudald por cortar una contra de manera salvaje.

El algecirismo ofreció la enésima muestra de su generosidad y los de Fajardo contaron con un destacamento de fieles aficionados en las gradas. Algunos se habían lanzado a la carretera la noche antes para afrontar la paliza de más de mil kilómetros, para ver y sufrir con su equipo sin dormir. Sólo importaba pasar. Sólo importaba el Algeciras. No hay una explicación lógica para esta locura.

El partido de vuelta entre el L’Hospitalet y el Algeciras echó a andar con la puesta en escena esperada. Fajardo devolvió a Iván al once, al centro del campo, para recuperar el esquema de juego habitual de las últimas jornadas ligueras con un solo punta. El técnico dio entrada al canterano Tote por Pipo y el algecireño dio el pase de gol a su capitán.

El Algeciras de la flechita para arriba se acercó a los dos minutos con un disparo de Antoñito que despejó Aliaga. La réplica llegó al instante tras un resbalón de Juanjo que propició un disparo cruzado peligroso de Ton. El Hospi llevó el peso del juego durante el primer cuarto de hora ante un Algeciras que se defendía sin alardes pero muy expeditivo. Cimentado sobre esa base llegó el contraataque letal que acabó con un pase de Tote al corazón del área que remató con todo el capitán algecireño, el insustituibleIván Turrillo. Fue un golpe directo al hígado del Hospi, que se desnortó y cayó en la telaraña diseñada con acierto por Fajardo.

El Algeciras hizo correr el reloj hasta el descanso sin sobresaltos ni acercamientos. Tampoco hacía falta exponerse demasiado porque con los dos goles de la eliminatoria al L’Hospitalet sólo le quedaba echarse con todo para buscar una remontada heroica.

Como era de esperar, tras el intermedio el conjunto local, con su entrenador Jonathan Risueño sancionado en la grada, apretó los dientes. El Hospi dio varios pasos al frente y comenzó a embotellar al Algeciras. Avisó a balón parado en el 50’ pero salvó un todoterreno Cerpa y poco después los arietes franjirrojos no acertaron a culminar una rápida contra. El cronómetro corría ahora muy despacio.

Llegó el 60’ y Cristian Alfonso se sacó un chutazo desde la frontal del área, tras una jugada rechazada, que sorprendió al Gato Romero. Un auténtico golazo. El Hospi daba señales de vida con media hora por delante. El arreón catalán casi encuentra premio en el 65’ en otro ataque en plan rebullasca pero apareció Romero con su aureola.

El partido estaba tenso y se endurecía por momentos. El colegiado balear López del Amo Franco dejó de pasar desapercibido cuando en el minuto 73 pitó un penalti a Borja Vicent en una entrada en la línea de fondo sobre un atacante franjirrojo. Los algeciristas se llevaron las manos a la cabeza entre protestas al tiempo que Canario –esta vez titular– agarró el balón y ejecutó con acierto la pena máxima.

Con un cuarto de hora y el añadido por delante tocaba sufrir, sufrir y sufrir. El Algeciras, que ya había movido el banquillo para sacar a Pipo y Josemi, exhibió su lado más canchero. El equipo de Fajardo se puso en modo oficio para detener al Hospi: faltas, balones fuera, me duele aquí, me duele acá, protestas, más protestas... El otro fútbol, que también vale. Los del Nuevo Mirador anestesiaron el tramo final del partido y amarraron la eliminatoria con la derrota más dulce de la temporada. Una derrota que nadie recordará. Y ahora, que pase el siguiente.

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