Clase magistral del Algeciras (0-3)

Master class del Algeciras en Villarreal. Las hipérboles se pueden quedar cortas para relatar el partido perfecto -esta vez sin el casi- del equipo de Fran Justo. El mejor Algeciras de la temporada ha llegado en el instante preciso, cuando más quema la pelota. Los rojiblancos rubricaron su tercera victoria seguida, un hito que el club llevaba más de dos años sin vivir en la Primera Federación. Otra vez una actuación coral y un plan sin fisuras; otra vez un banquillo decisivo encarnado en Manín, otra vez la genialidad de Alvarito Leiva; otra vez una defensa de diez, otra vez el colectivo por encima de las individualidades, el todo por encima de las partes.

El Algeciras protagonizó seguramente su partido más completo del curso para dar un paso gigantesco hacia su permanencia en la categoría. Desde el empate con el Ibiza, este equipo parece otro. Ahora se empieza a poner en perspectiva lo que sembró y lo que significó aquel punto con el entonces líder a mediados de marzo. Los algeciristas se han apuntado tres triunfos de una tacada (Antequera, Atlético de Madrid B y Villarreal B) que han catapultado a los de Fran Justo hasta los 40 puntos con un valiosísimo colchón de seis sobre el descenso. Quedan siete finales y lo mejor es que las dos siguientes se van a disputar en el Nuevo Mirador. Es increíble lo mucho que ha mutado el panorama en apenas un mes. De estar en el pozo hasta las cejas a levantar el vuelo como un cohete y sentirse capaz de hacer frente a cualquiera y en cualquier escenario.

El triunfo mayúsculo en el Mini Estadi de la Ciudad Deportiva José Manuel Llaneza se cocinó a fuego lento y removiendo constantemente el perol. El Algeciras se asentó en un primer tiempo que tuvo mucho de mantener atado en corto al filial del Villarreal. Los rojiblancos se sobrepusieron a un contratiempo importante justo antes del descanso con la lesión de Rodrigo Escudero, que sintió un pinchazo en un muslo y pidió el cambio de inmediato. Caprichos del fútbol, este percance aceleró la entrada en el campo de Manín, el encargado de abrir la lata con un cabezazo en un saque de esquina nada más empezar el segundo tiempo. Con el filial revuelto buscando el empate, el Algeciras soltó la correa a Leiva y el algecireño desbarató a los amarillos. El extremo hizo el 0-2 y metió el miedo en el cuerpo a una defensa que tembló. Leiva fue el torpedo en la línea de flotación del mini submarino, hundido por completo en el tiempo añadido con un zurdazo de Juan Hernández.

Tras un viaje bien orquestado -todo ayuda-, el Algeciras se presentó sin complejos en la casa de una de las mejores canteras de España. La realidad es que buena parte del algecirismo daba por bueno, buenísimo un puntito más, pero las inercias también juegan en este bendito deporte. El filial atraviesa un bache y el Algeciras ha forjado un núcleo duro que ahora desprende confianza. Ya lo avisó Fran Justo hace algunas semanas, que algunos de sus jugadores estaban alcanzado su pico de forma. Habrá que escuchar con más atención al gallego.

El técnico armó el once esperado. Marino regresó a la sala de máquinas por el sancionado Pablo Larrea. Esto permitió al entrenador mantener su apuesta por Leiva en esa segunda línea de ataque. La cuestión es qué habría hecho Justo de contar también con Larrea, pero cuando todo viene de cara, te encajan hasta las sanciones.

El Algeciras se encontró con un rival que salió apretando. Los rojiblancos enseñaron su presión alta en cuanto tuvieron oportunidad y el encuentro entró en un ritmo más pausado. Los algeciristas rondaron por primera vez el área del Villarreal al cuarto de hora con una acción que acabó con un disparo de Diego Esteban a las manos de Iker Álvarez. En defensa, Dani Merchán se la vio con Toni Tamarit y blindó su costado. Sigue creciendo el catalán desde que retornó a la titularidad.

El mini submarino tenía más la posesión aunque los visitantes apenas se sentían inquietados. El Algeciras seguía a lo suyo y al filo de la media hora se volvió a acercar con un centro de Paris Adot que cabeceó Diego Esteban, muy participativo. Los de rojo y blanco amasaban cada jugada, mientras que el filial se topaba contra un muro de piernas cada vez que intentaba buscar la meta de Lucho. La disciplina defensiva se sostenía infatigable en un partido que se libraba con guante blanco (apenas un par de tarjetas y una fue por perder tiempo, a Lucho). El sobresalto llegó justo antes del descanso cuando Rodri Escudero sintió un pinchazo en la disputa del balón, él solo sin contacto. El delantero se llevó las manos a un muslo y pidió el cambio. Desde ese mismo momento el algecirismo empezó a cruzar los dedos para que quede en un susto o una rotura mínima. Salió Manín, que había volado en los 20 minutos que tuvo en el triunfo contra el Atleti B.

A balón parado

Tras el paso por vestuarios, los amarillos quisieron meter una marcha más y Valverde buscó las cosquillas con un disparo cruzado que despejó Lucho. La réplica inmediata llegó con un chut de Leiva que se marchó alto muy cerquita del larguero. Sendas bengalas de aviso. El Algeciras armó otro buen ataque en el que Marino buscó portería pero sacó la defensa y luego Merchán se metió hasta la cocina para sacar el córner. Marino botó con su habitual guante el córner y allí voló más que nadie Manín para batir el portal grogueta.

Lo que sucedió a continuación fue la esperada respuesta de un filial que se lanzó como un potro encabritado. El Villarreal encimaba al Algeciras, que tuvo la templanza suficiente para revertir ese asedio en un contragolpe letal conducido por Alvarito Leiva. El algecireño agarró la pelota en campo propio y tiró como solo él sabe, rodeado de amarillos que parecían incapaces de meterle la pierna o derribarlo. Leiva se plantó en el área contraria y soltó un zapatazo para hacer el 0-2. El extremo sigue de dulce, cada vez más cerca de esa versión imparable que le debe llevar de vuelta al Real Madrid.

Con el partido patas arriba, la amenaza constante de Leiva y media hora por delante, el Villarreal B se la jugó a revolucionar desde los cambios. El Algeciras ni se inmutó. Los rojiblancos gestionaron el reloj y la ventaja, y también las sustituciones. Arnau Gaixas, imponente, se marchó con la barbilla ensangrentada tras un choque con Slavy. Juan Hernández entró por un Leiva que había vaciado el tanque de queroseno. Y salió también Neco Celorio. El cántabro tuvo para sentenciar tras un regalo de una defensa muy blandita, pero salvó Iker Álvarez. El filial achuchó y no arrojó la toalla, pero la sensación de superioridad del Algeciras era palpable, apabullante, y pasó lo que tenía que pasar, que Juan Hernández enganchó en la frontal un zurdazo y selló una victoria enorme, la más grande la temporada del Algeciras, un salto hacia adelante que debe ser recompensado el próximo domingo con un Nuevo Mirador que rebose confianza y alegría como ahora hace esta plantilla.

Master class del Algeciras de Fran Justo o, para que no se enfade la RAE, clase magistral.