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Algeciras/El enésimo gatillazo de la temporada del Algeciras CF acabó con las ilusiones de una hinchada que esperó al pitido final, que aguantó respetuosamente durante todo el partido, para expresar su decepción con este equipo, este cuerpo técnico y esta directiva. Los albirrojos empataron a cero con el Conil CF en un ejercicio de incapacidad que se ha visto representado varias veces este curso. Llegó la hora de la verdad y otra vez se escapó el tren hacia la liguilla. Y esta ocasión no hay incrédulo que se atreva a decir que todavía hay tiempo para coger otro. No se engañen. No nos engañemos.
El Algeciras se despidió este Domingo de Ramos del sueño de estar en la próxima fase de ascenso a Segunda B. Se acabaron las opciones reales aunque las matemáticas sostengan el chiringuito a más de uno por el momento. El equipo de Emilio Fajardo -otra vez pitado- se mantiene a cinco puntos de la cuarta plaza, pero ya con solo doce por jugarse y con otros candidatos mucho más decididos a pelear hasta el final. De nada valieron los tropiezos de Xerez DFC y Ceuta. De nada vale mirar los resultados en futbolme cuando en casa no se hacen los deberes con regularidad.
El Algeciras está donde está por algo. No va séptimo por casualidad ni por infortunio ni porque este domingo hiciese mucha calor. El Algeciras va en ese vagón de cola entre los aspirantes al ascenso porque sencillamente es el menos fiable de todos los que quieren subir en el grupo X de Tercera. Los nervios, la precipitación, el tembleque afloran cuando hay algo grande en juego. Hace falta algo más que buenos futbolistas para mantenerse firme y soportarse la presión de jugar con este escudo que a muchos viene grande.
El sueño algecirista se esfumó en un mediodía primaveral previo al derroche de incienso. Con los fieles como testigos, los de siempre, los que terminarán por volver la próxima temporada, el Algeciras se encontró con un hueso duro que no supo digerir. Los chicos de Fajardo se atragantaron ellos solos ante un Conil que vino a hacer su partido. Los de Alfonso Cortijo se bastaron de orden y pulmones para llevar la pelea al callejón que más les interesaba. Y terminó acorralado y angustiado todo el algecirismo, en una callejón sin salida.
Cuesta recordar un tiro a puerta en condiciones del Algeciras. Cuesta recordar diez minutos seguidos buenos de los locales, que jugaron demasiado tiempo al trantrán, como si ya estuvieran de vacaciones. Cuesta entender cómo el mismo conjunto que sometió al Betis Deportivo una semana antes puede caer en semejante bloqueo mental. Porque salieron al verde casi los mismos. Fajardo metió a Borja Vicent por el sancionado Cerpa y devolvió a Josemi al centro del campo por Tote. El técnico sacrificó al canterano para dar continuidad a Zafra, que en Sevilla se lo había ganado. A toro pasado es fácil decirlo, pero Tote fue de los pocos que corrió con el balón sin miedo en los últimos compases cuando entró como última bala en la recámara.
El partido, antes de llegar a su fase de angustia, comenzó como se esperaba, con dominio algecirista y un Conil bien fortificado. El primer acercamiento llegó a los 5 minutos con un disparo alto de Pablo Ganet, un futbolista que fue desapareciendo del mapa hasta que fue sustituido. Hasta el 19' no volvió a acercarse el Algeciras, con un saque de esquina que Pablo de Castro cabeceó por encima del larguero. De ahí hasta el descanso, apenas un remate desviado de Iván. El primer tiempo resultó un tostón, un monólogo de juego plano, carente de la más mínima chispa.
El Mirador esperaba un paso al frente del Algeciras en la segunda mitad, pero el que pudo adelantarse fue el Conil, peligrosísimo a balón parado. De hecho, el colegiado anuló un tanto a los conileños por fuera de juego tras una falta botada con precisión en el minuto 53 y en el 63' casi atinan los de Cortijo sobre el marco defendido por el debutante Pablo Barroso, que estuvo seguro por alto.
El Algeciras trató de abrir el campo y buscar las bandas. Fajardo metió a Karim junto a Antonio Sánchez, perdidos en esa maraña defensiva de un rival que sufrió poco en los centros laterales. Entró Pipo por un desactivado Ganet y nada. Y por último el algecireño Tote, por el costado derecho, de lo poquito salvable en una recta final de impotencia en la que apenas se pudo saltar del asiento con un disparo en segunda jugada de Pablo de Castro que salió cerca de un poste. El Conil jugó de maravilla con el reloj y el árbitro y dejó en anecdótico un tiempo de descuento de cinco minutos.
La afición creyó hasta el último momento. El problema es que los de abajo no creyeron lo suficiente. El pitido final desató una bronca más que comprensible hacia todos los responsables de que el Algeciras haya tirado la temporada antes de tiempo: palco, banquillo y césped. Uno de los proyectos más ambiciosos de la actual directiva, seguramente el que más, llega al parón de la Semana Santa con un mes de competición por delante que puede ser un auténtico calvario.
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