La exigencia del Algeciras
Algeciras CF | Análisis del comienzo liguero
El equipo de Fajardo, el mejor recién ascendido del grupo, está más cerca de la zona VIP que del descenso
Los albirrojos miran con lupa cada error para tratar de prolongar lo máximo la dinámica del ascenso
Algeciras/La irrupción del Algeciras CF en la Segunda B ha sido con tanta fuerza como exigencia. El vestuario que capitanea Emilio Fajardo ha hecho una autocrítica importante del empate del pasado sábado en El Rosal ante el Cádiz B, de cómo se escapó en el último minuto una victoria que estaba hecha. Esa lección, un peaje natural a lo largo de una temporada, marca el nivel de ambición de un Algeciras que no se conforma con ser el mejor equipo de los recién ascendidos al grupo IV tras las seis primeras jornadas.
El comienzo de los algeciristas mejora el del Yeclano (8 puntos, el primero que cayó en el Nuevo Mirador), el Cádiz B (7), el Villarrobledo (6), el Mérida (5, que logró su primera victoria la pasada jornada) y el Villarrubia (el único que aún no ha ganado en el grupo junto al Don Benito).
Los albirrojos siguen en cierta forma impulsados por la dinámica del ascenso -surfeando la ola, como dijo Nafti, el técnico del Badajoz- y el ambiente que se palpa en el Nuevo Mirador corrobora todas las buenas sensaciones que se desprenden de este proyecto. El Algeciras es séptimo con nueve puntos (los mismos que el Córdoba, el gran trasatlántico del grupo y próximo visitante en La Menacha) y está más cerca de la zona de privilegio (a dos) que del peligro (a cuatro).
Los de Fajardo han sacado siete puntos de nueve en casa (todavía se acuerdan muchos aficionados de ese empate con el Villarrubia) y sólo han perdido en uno de sus tres desplazamientos (en Badajoz). Los números respaldan un buen arranque, tirando a notable, pero el algecirismo se mira con lupa cada error, cada concesión, cada punto que parece haberse quedado por el camino.
Da la sensación de que no haya habido un salto de categoría tan grande como es el de competir en Tercera o Segunda B. O al menos da esa sensación cuando uno palpa el sentir de buena parte de un ilusionado algecirismo, de una hinchada que ha respondido con casi 2.500 abonados, una cifra inalcanzable desde el ascenso a Segunda división de 2003. Pero la realidad es que en el grupo IV existe una brecha importante entre clubes. Basta con buscar los presupuestos.
Dentro de la caseta del Nuevo Mirador, Fajardo y su plantilla quieren prolongar este idilio porque son conscientes de que habrá momentos bajos, habrá baches y cuanto mayor sea el colchón, menor será el impacto de los golpes. La directiva, por su parte, no pierde de visita el objetivo de la permanencia, el gran caballo de batalla de un club que las tres últimas veces que regresó a Segunda B acabó por perder la categoría que tanto cuesta obtener. Consolidarse sin renunciar a nada es el mensaje que los más optimistas se transmiten los unos a los otros.
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