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Algeciras CF | Primera Federación
Algeciras/Detrás de un penalti parado hay todo un mundo. Quienes piensan que se trata únicamente de azar no pueden estar más equivocados. El Algeciras CF tiene la suerte -nunca mejor dicho- de contar con un doctor en la materia. Luis Alberto García Pacheco, Lucho García, se ha convertido en uno de los grandes protagonistas del inicio de la temporada en la Primera Federación. La categoría está llena de grandes porteros, pero solo los elegidos logran dar puntos a sus equipos. El meta rojiblanco se vistió de superheroe el pasado domingo en Alicante para conquistar la primera victoria del curso y consiguió algo muy difícil de ver: detener su segundo penalti consecutivo en apenas cinco jornadas tras el que salvó en el empate contra el Sevilla Atlético. Lucho lleva un 100% de efectividad.
Con el 0-0 en el marcador a poco de comenzar el segundo tiempo, el Algeciras se encontró con la pena máxima en contra y el algecirismo se echó a temblar. ¿Qué se le pasó por la cabeza al portero en ese instante? "Al final son situaciones rápidas", empieza a explicar Lucho. "En ese momento miro qué lanzador viene. Con David (el preparador de porteros) y con Iker estudiamos a los posibles lanzadores durante la semana. Sabíamos que estaba Elady, que es un especialista, y su capitán, Álvaro, que era quien los solía tirar. Álvaro venía de una lesión, sin jugar hace tiempo, y lo estudiamos esa misma tarde. Sabíamos había tirado tres y los tres a la derecha. Es cierto que aguantó muchísimo, tanto que casi me caigo hacia delante", reconoce el albirrojo. "Yo intento no dar pistas y lo que hago es tirar todos los amagos posibles con mis rodillas y en el último momento me tiro a la derecha, pero el mérito lo tienen mis compañeros y mi entrenador de porteros que durante toda la semana lo estuvimos trabajando y analizando, eso también se practica", subraya.
Para Lucho cada detalle cuenta en un penalti: "Vemos todos los escenarios posibles. El día del Sevilla Atlético, por ejemplo, el punto de penalti estaba horroroso porque el riego no estaba bien. No lo iba a tirar cruzado porque tendría que haber un apoyo malo de la pierna", detalla el guardameta, que también otorga una dosis de "intución" a la hora de enfrentar al llamado punto fatídico: "Está esa intución, esa lectura y obviamente un instinto que uno tiene que en ese momento te dice que te tires a ese lado, llámalo divinidad, Dios, energía...".
El colombiano afincado en España desde pequeñito reconoce la dificultad de parar dos penaltis seguidos: "Yo creo que desde era pequeño... Como profesional nunca. Si es verdad que en los años anteriores paré algunos, con el Algeciras la pasada temporada contra el Antequera, por ejemplo", recuerda.
El cancerbero admite que esa primera victoria va a ayudar al vestuario a "trabajar sin esa ansiedad, sin esa necesidad" que empezaba a pesar. "Obviamente todos los findes buscamos ganar, pero ya podemos trabajar la semana de otra manera".
El duelo en Alicante marcaba un antes y un después para todos: "El míster nos lo dice mucho, que nosotros generamos muchas ocasiones de gol y los rivales nos estaban generando menos ocasiones pero muy claras. Había que igualar eso y creo que hicimos muchas cosas bien, sobre todo a nivel defensivo. El equipo estuvo siempre concentrado para competir en un campo que no estaba en condiciones", valoró Lucho, autocrítico con la acción que pudo costar los tres puntos. "Es cierto que se nos pudo escapar el partido y ahí tenemos que dar un pasito más en mejora todos para que no vuelva a ocurrir. Nos llegan a meter el penalti y el partido cambia... entonces no podemos conceder esas ocasiones".
Lucho resalta una de las virtudes de este Algeciras de Fran Justo: "Tenemos un punto muy positivo que es el balón parado. Lo trabajamos mucho y se nota. Habla mucho de la preparación del cuerpo técnico, eso te da puntos", sostiene.
El meta no descansa ni en su día libre. Ha aprovechado la mañana para ir al gimnasio y, tras su primer año de estancia, se ha mudado a la barriada La Granja para estar más cerca del Nuevo Mirador. Lucho y Algeciras se han entendido desde primera hora: "Estoy inmensamente feliz, estoy en paz en Algeciras, la considero ya mi casa", afirma. "Estoy con mi madre (se llama Lubys) y los dos estamos felices aquí. Desde el primer momento me he sentido muy querido por los niños y los aficionados mayores, conmigo siempre han tenido un respeto y un cariño especial. Eso te facilita mucho todo. La ciudad me encanta, voy a El Rinconcillo, a Getares y tengo amigos que me voy a llevar para toda la vida, gente que me han enseñado la cultura de aquí", confesó.
La historia de Lucho es como la de tantas familias migrantes que han encontrado un hogar en España: "Mi familia se vino de Colombia cuando yo tenía tres años. Mis padres buscaban una mejor vida y encontraron trabajo. Me he criado aquí y mis amigos de infancia son de Madrid".
Su carrera con el fútbol arrancó de niño en la Peña de Móstoles, en su barrio, desde donde fue captado por la Fundación del Real Madrid. Luego se unió al Juventud de Móstoles y volvió a pasar por la cantera del Real Madrid, ya como infantil. De la casa blanca se enroló en el Rayo Vallecano y después fichó por el Sevilla. En sus dos años en Nervión llegó a ser tercer portero con Pablo Machín y Julen Lopetegui. Se marchó al norte para jugar con el Deportivo -en La Coruña sigue siendo muy querido- y salió traspasado a la Ponferradina. Su vuelta a Madrid se produjo de la mano del Rayo Majadahonda para jugar en la Primera Federación. Hace dos veranos, el Algeciras, que se había prendado de él, aprovechó la oportunidad para traerlo al sur, a la que ahora considera su casa.
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