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(2-2) Un punto de amargura

Cádiz B - Algeciras CF | La crónica

El Algeciras encaja en una primera parte plana, remonta en un segundo tiempo de mérito y deja escapar la victoria en la última jugada del descuento cuando tenía un córner a su favor

Antonio Domínguez y Jardel marcan los tantos visitantes en un campo teñido de albirrojo

Borja Vicent pugna con Seth. / Fito Carreto

Lo que el Algeciras te da, el Algeciras te quita. Así fue en El Rosal. Y no es cuestión de señalar a nadie porque es cosa de todos. La última jugada lo resume todo: un equipo que va ganando y que tiene un córner a su favor en el minuto 93 y pico se encuentra con un contragolpe tan letal como evitable que le cuesta el empate. El 2-2 que los chicos de Emilio Fajardo cosecharon en el campo del Cádiz B reporta un punto, siempre valioso a domicilio, pero deja el regusto de que otros dos puntos se escaparon cuando no se pueden escapar de ninguna manera.

La Segunda B volvió a recordar este sábado al Algeciras cómo se las gasta. Esta categoría no pasa una y los del Nuevo Mirador parece que van a aprender a golpes, sobre todo fuera de casa. El balón parado castigó a los albirrojos pronto, pero el mayor castigo fue autoinfligido en ese último lance, más amargo aún tras haber hecho una meritoria remontada a un rival rocoso como una piedra.

El Algeciras salió del atolladero después de un primer tiempo muy poco rescatable. El Cádiz B golpeó pronto y llevó el partido a su trinchera. Pavón y sus niños estaban muy a gusto en el barro. El segundo tiempo, no obstante, dejó ver la cara más ambiciosa de un Algeciras que tuvo la tranquilidad para hacer lo que había venido a hacer desde un principio, para imponer su fútbol. La pronta réplica de Antonio Domínguez -quinto gol ya del pichichi del grupo IV- abrió un nuevo camino para los de Fajardo. En ese de tú a tú en el que entró el partido, el Algeciras maduró el escenario hasta que completó su número final con una falta lanzada por Ganet y cabeceada por Jardel en el minuto 88. Ahí debió morir la contienda. Pero no, este Algeciras no supo hacer gala de lo que se le presupone, proteger el balón, cuidar su tesoro, y en el 94’ concedió un resquicio a su rival que se metió hasta la cocina para asestar el 2-2.

Lo mejor del Algeciras, una jornada más, fue su afición. Casi medio millar de seguidores en la nueva grada de fondo del campo principal de El Rosal. Todo ese empuje no sirvió para que los ¿visitantes? entrasen con la mecha encendida. El Cádiz B mandó para dentro la primera ocasión que tuvo. Minuto 5, saque de esquina botado por Morillo y José Alonso remató prácticamente sin oposición de ningún zaguero. Por allí debían andar Choco y Pablo de Castro.

El gol amarillo hizo daño y el conjunto de Juanma Pavón anestesió el primer tiempo. Los de Fajardo perdieron el centro del campo y hasta pasada la media hora no gozaron de su primera oportunidad con un disparo de Antoñito que no cogió puerta porque fue repelido a córner. Fajardo había mantenido el once de la última jornada con un par de retoques al devolver a Cerpa a la medular y a Karim a la punta de lanza, pero el sistema no carburaba. Llegó el descanso como ansiado tiempo muerto.

Y surtió efecto porque el Algeciras del segundo tiempo se transformó en ese equipo que todo el mundo esperaba. Dos minutos tardaron los albirrojos en reponer las tablas tras una acción de Mario Martos con Antonio Domínguez y el de Punta Umbría sentó a un defensa y ajustó lejos del alcance de Cristian Arco. 1-1.

Comenzó otro partido. Los de Fajardo acariciaron el segundo en botas de Antoñito, ya en su salsa y siempre el más buscado por los stoppers cadistas. La declaración de intenciones de Fajardo llegó en el minuto 66 cuando dio entrada de un tirón a Antonio López y Pablo Ganet, dos revulsivos más para atacar. El duelo se niveló y entró en una fase abierta, de tú a tú. Daba la sensación de que ninguno de los dos se conformaba con el empate. Y fue refrendado desde el banquillo con la puesta en liza del local Javi Navarro y el algecirista Jardel. Los dos estaban llamados a ser protagonistas.

Fue a falta de un par de minutos para el 90’ cuando una falta lateral desde el lado derecho del ataque del Algeciras provocó el runrún. Pablo Ganetejecutó al centro del área y allí cabeceó con todo el portugués Jardel. El balón entró, dio en el larguero y salió escupido. No tuvo tiempo el Cádiz B a reclamar gol fantasma porque el colegiado Orellana Cid lo vio claro y corrió para el centro. Aquí aún no hay VAR.

El algecirismo se relamía ya con tres puntos, con una victoria de enorme trabajo, con un sábado noche entre los cuatro primeros del grupo IV de la Segunda B. Casi nada. Llegó el alargue con cuatro minutos. Era el 93 y pico cuando Ganet provocó un córner, pero el ecuatoguineano lo sacó en largo -no en corto como mandan los cánones para perder todo el tiempo del mundo- y el balón salió como una liebre a campo albirrojo, con Lino como una gamo escapando de fieras exhaustas. La contra acabó en botas de Javi Navarro. El cadista se topó con Lopito en su primer tiro a bocajarro, pero el guardameta poco pudo hacer para atajar el rechace. 2-2, pitido final y, como suele decirse, la cara de tonto.

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