Algeciras CF | Primera Federación
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Real Sociedad B - Algeciras CF | La crónica
Almendralejo/El cielo de la Segunda puede esperar, pero que a nadie le quepa duda de que el Algeciras volverá. Una y las veces que hagan falta, pero regresará a la división de plata del fútbol español más pronto que tarde. La gloria estuvo ahí, al alcance de las yemas de los dedos hasta que la Real Sociedad B arrebató el gran premio final al equipo de Salva Ballesta y a esos miles de aficionados algeciristas, locos y fieles al mismo tiempo, testigos en Almendralejo del orgullo y la honradez de un vestuario que llegó más lejos de lo que nadie podía imaginar. Pasará el tiempo, cerrará la herida y quedará cicatriz... sin embargo, por encima de todo, perdurará el recuerdo imborrable de la gesta -sí, gesta- cosechada por un Algeciras que ilusionó a miles de almas, hizo soñar a toda una ciudad y ayudó a llevar mejor las penas en el año de esta maldita pandemia.
Las lágrimas a veces pueden estar bañadas de orgullo y esta es una de esas contadas ocasiones. De orgullo y también de agradecimiento. No cabe otra respuesta ante una plantilla que se dejó la piel y el corazón hasta el último segundo, un grupo humano de amigos, una familia que rindió siempre un peldaño por encima de lo exigido, aunque se le apretasen las tuercas más allá de lo razonable.
El Algeciras, que no estaba invitado a esta fiesta del playoff, se quedó a un pasito del éxtasis ante un rival de grandísima calidad, un filial de Primera con chavales elegidos y criados para vivir del fútbol de élite. Muchos de los potrillos llegarán a Primera con la Real o algún otro club. Los legionarios de Salva Ballesta seguirán siendo currantes de esto, obreros del balón, pero se han ganado todo el respeto y también la posibilidad de competir en una categoría nueva y bonita como será la Primera RFEF. Porque el fútbol no se acaba este 22 de mayo en Extremadura, la rueda seguirá girando y por delante se abre un horizonte esperanzador con la transformación en Sociedad Anónima Deportiva de la mano del empresario Félix Sancho y una directiva que ha demostrado que va a por todas. Ahora es difícil verlo así, pero el futuro de este Algeciras promete y mucho.
La derrota sufrida en la prórroga ante la Real Sociedad B deja también la enésima demostración de grandeza y fidelidad de una afición de primera categoría. El algecirismo ganó por goleada fuera del campo. Tres mil y pico, cuatro mil o cinco mil. Cualquiera se ponía a contar en un Almendralejo vestido de rojo y blanco. El Algeciras hizo del Francisco de la Hera un pequeño Mirador durante dos horas de absoluta pasión, de sentimientos a flor de piel, de alegría y tristeza, de llantos incluso entre los más jóvenes y los más veteranos, los que no habían vivido nunca esto y los que se acordaban del ascenso de Montes en 2003. Ver a esa hinchada enorme aplaudir y animar a los suyos tras la derrota es el mayor logro que el Algeciras se lleva de este playoff para la próxima temporada. Ese patrimonio vale más que todo el oro del mundo.
El Algeciras estuvo a centímetros de subir a Segunda. A un regate de Alvarito Romero cuando enfiló el mano a mano ante Ayesa en el minuto 86 con el 1-1 en el marcador. El chiquitito trató de marcharse pero el guardameta vasco se lanzó como un felino a los pies. Ahí estuvo el triunfo y el ascenso.
Y pudo estar también poco después, ya en la prórroga, con una oportunidad de Canillas que se paseó cerca del poste, justo antes de que la Real B hiciese la contra que acabó con el gol del 2-1 y con las esperanzas algeciristas.
Los chicos de Salva Ballesta lo hicieron una vez más y encontraron la manera de competir sí o sí ante un oponente de muchísima talla, ante la que dicen es la mejor camada de la Real Sociedad en décadas. Los albirrojos se toparon un rival joven, técnico, físico y tremendo con el balón al pie, una Real B que dominó durante el primer tiempo. El Algeciras, no obstante, fue capaz de encontrar las debilidades del enemigo y puso contras las cuerdas a los potrillos. Y tanto que los puso.
Ballesta confió en el mismo once que tumbó al Sanse madrileño en la primera eliminatoria. No había motivos para cambiar lo que tan bien funcionó. Los albirrojos tardaron un minuto en colgar el primer centro peligroso por el costado de Almenara, pero el filial pronto impuso su elevada presión y se adueñó de la situación.
La escuadra de Xabi Alonso avisó con un zurriagazo de Lobete en el minuto 8. El atacante, el más brillante de los realistas, se marchó de Robin y tiró a la cruceta. De nuevo Lobete apareció en el 16' para cabecear un córner. El Algeciras salía cuando podía y Alcázar le robó la cartera a Arambarri y casi da un susto en el 17'. El duelo estaba vibrante aunque los tiempos corrían a cargo de los pupilos de Alonso.
El Algeciras lo intentó pasada la media hora con un disparo lejano de Raúl Hernández y poco después con un tiro de Llinares que tuvo que despejar Ayesa. Los albirrojos llegaban muy vivos al descanso a pesar del mayor dominio realista. Y quedaba un mundo.
A la vuelta del descanso, como ocurrió en Villanueva de la Serena, el Algeciras dio un acelerón y sorprendió a la Real. Corría el minuto 50 cuando un centro de Dani Espejo desde la izquierda acabó con un remate en propia de Ezkurdia que batió a su portero. El gol desató la locura algecirista en el Francisco de la Hera y llegaron unos minutos de zozobra de los favoritos.
Xabi Alonso movió el banquillo presto y encontró premio pronto, en el minuto 64, cuando un centro de Aldasoro tocó en Jordi Figueras y se coló en el marco de Vallejo, que casi la saca. Esta vez el infortunio cayó de lado contrario.
Con las tablas repuestas, se vio una última media hora muy abierta, con los dos equipos buscando el gol, aunque la Real Sociedad B ya le había visto las orejitas al lobo. La entrada de Edu Ubis dio muchísimo desahogo al Algeciras. El tramo final se jugó con el corazón de los aficionados en un puño: Garrido la tuvo para la Real en el 82', pero la gran ocasión recayó en las botas de Romero en un mano a mano que le desbarató Ayesa en el minuto 86 cuando el algecirismo ya casi celebraba el gol que valía un ascenso a Segunda.
Y llegó la prórroga y se vio a un Algeciras valiente que decidió quemar las naves para buscar ese gol que le separaba de la gloria. Los de Ballesta lo intentaron por todos los medios, arengados por las gradas. Canillas estuvo muy cerca de marcar, pero fue la Real B la que dio en el clavo en la siguiente jugada con un disparo cruzado de Karrikaburu. Un hachazo que cayó de golpe justo antes del descanso de la prórroga.
Los últimos quince minutos fueron el último arreón de orgullo de un equipo bravo como un toro, de un grupo de chavales que aún creía en la posibilidad de marcar dos goles para obrar el milagro. Y hubo tiempo para un posible penalti por manos de un realista dentro del área y hubo tiempo para un latigazo de Canillas al larguero. Quién sabe lo que habría pasado con 2-2 y unos minutos más de mecha.
El pitido final despertó a miles de algeciristas del sueño, de un sueño que era muy real. Tan real que estuvo a una jugada de convertirse en realidad. La Real Sociedad B, un señor equipazo, se quedó con la gloria, pero el orgullo se montó en todos esos coches y autobuses que acompañaron a su equipo en una gesta con mayúsculas.
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