El color del dinero
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La Balona cortocircuita al líder, pero malogra, otra vez, sus ocasiones y al Murcia le basta con rentabilizar su calidad con dos goles en tres disparos a puerta
El fútbol se comportó ayer con infinita crudeza con una Balona que se encontró de frente con la cruel realidad de esta Segunda B las más de las veces tan austera. Los albinegros se manejaron mejor sobre el césped, cortocircuitaron a un equipo acostumbrado a manejar bien la pelota que se vio forzado a reducir su juego al desplazamiento en largo... pero que mientras los de casa malograban -una vez más- las ocasiones de que disfrutaron para haber completado lo que hubiese sido una verdadera proeza, al líder le bastó con lanzar a puertas tres veces para irse con un engañoso 0-2. Para colmo el árbitro, que no estaba haciendo una mala labor, cometió un error de bulto y dejó de sancionar un clarísimo penalti de José Ruiz a Espinar en el 38' cuando el marcador iba cero-cero. Quién sabe lo que podría haber pasado con una Balompédica jugando a favor del resultado.
Los presupuestos están para algo. La diferencia entre el todopoderoso líder y una Balompédica que lucha por alejarse de manera definitiva de los puestos de miedo no estuvo en el juego colectivo, ni siquiera en la implicación de sus jugadores. Es más, en esos dos apartados posiblemente fueron mejores los de casa. La distancia entre el primero y el décimo se redujo a las individualidades y más en concreto al fondo de armario, porque los cambios de los pimentoneros resultaron decisivos para que la Balona encajase una derrota dolorosa, pero para nada humillante.
Que a los albinegros le cuesta un mundo hacer un gol no es precisamente una noticia de última hora. Más bien lleva sucediendo desde que empezó la temporada. Pero a veces, como ayer (o como sucedió en el intrascendente amistoso del pasado miércoles) resulta sencillamente frustrante ver lo poco que tienen que hacer los rivales para ganarle a un equipo, el de La Línea, que ofrece mucho para lo que conquista.
La Balona montó un equipo a sabiendas de cuál es su Talón de Aquiles. Se parapetó atrás con tres centrales (Olmo, Joe y Carlos Guerra) y dio mayor profundidad a sus costados. Algo que aprovechó a la perfección Manu Palancar, en buen momento.
No habían pasado cuatro minutos cuando José Ramón ganó por primera vez la línea de fondo y la puso atrás, Espinar le pegó con rabia, pero sin dirección y la espalda de un defensa se interpuso en el camino del éxito.
Entre las muchas cosas que hizo bien el Real Murcia en el Municipal la que más destacó fue su capacidad de saber sufrir. Al primero de la clase no le dolieron prendas en ponerse el mono de trabajo, asumir que estaba siendo peor y esperaba agazapado. Claro que a los diez minutos sacó las garras, pero al cabezazo de Javi López, que igual hasta se iba fuera, replicó Lolo Soler con una manopla.
El partido estaba siempre tumbado del lado de una Balona generosa en el esfuerzo, solidaria en acciones defensivas y profunda, pero sin ese último pase, sin ese gol que cuesta tanto dinero cuando llega el verano y que sólo está al alcance de equipos como el Real Murcia.
Con todo, en el 38' pudo cambiar la historia. Rebullasca en el área y el balón que quedó suelto. Espinar fue por él y José Ruiz no dudó primero en agarrarle sin tapujos y después en dejarse caer sobre él. Penalti incontestable que se fue al limbo.
Ante la trascendencia de la jugada sería muy sencillo escribir aquello de las clases sociales en el fútbol y de la mala intención... pero a veces es más fácil llegar a la conclusión de que los árbitros, sencillamente, se equivocan como lo hace todo hijo de vecino.
Tras el intermedio el decorado no cambió en exceso. El Murcia se retocó para hacerse fuerte en el centro de la retaguardia y aún así concedió una. En el 54'. Zapatazo de Ismael Chico al que replicó Fernando con un auténtico paradón producto de sus reflejos.
A partir de ahí llegaron los mejores minutos de una Balona que lo intentaba siempre con criterio, sabiendo a dónde quería llegar... y cómo quería hacerlo. En el 55' el público solicitó con insistencia un penalti sobre José Ramón en un forcejeo con Hostench que no merecía ser cobrado como pena máxima.
En el 66' estuvo la última clave. Espinar mandó a la espalda de la zaga y se la puso en ventaja a José Ramón pero entre que medio se dejó el balón atrás y que lo suyo no es precisamente el gol, la ocasión quedó en agua de borrajas.
Tanto perdonar no podía ser del todo bueno. El líder había sabido esperar su momento. Y llegó. En el 77' entró en el campo Fran Moreno. En una jugada absursa en la que ni Ismael Chico ni Carlos Guerra acertaron a sacar el balón éste le llegó al recién incorporado, que se la puso a Sergio García. Ni las imágenes de televisión aclaran si estaba o no en fuera de juego, así que cargar contra el auxiliar sería una aberración. El dieciséis lanzó, Lolo Soler trató de interceptar el disparo pero pecó de mano blanda y apenas consiguió variar la dirección del esférico, que se fue al 0-1.
Manolo Ruiz lo intentó con Gabriel y con Stoichkov, pero el líder es líder porque sabe nadar y guardar la ropa y en ventaja ya no concedió facilidades. Ximo Forner estuvo a punto de dar un golpe de mano, pero otra vez apareció Fernando.
En una acción similar, ya que en el 93' Fran Moreno sacó mal, pero el meta balono se resbaló y la pelota se cobijó mansamente en su portería.
Injusto, cruel epílogo para un partido en el que la Balona mereció más y en el que el Murcia dejó claro por qué es líder. Los balonos siguen a medio camino del abismo y la Copa después de una derrota que no sonroja.
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