España y Kazajistán divierten a La Línea (4-3)

La Línea, -que por fortuna está acostumbrada a grandes citas balompédicas hace muchísimo tiempo- no se volcó con la sub-21, pero al menos, se divirtió de lo lindo una vez más gracias al fútbol. El ambiente, por desgracia, no recordó a los añorados trofeos de verano. Y en eso nada tiene que ver que fuera necesaria la rebequita. Tampoco evocó -y por mucho- a los partidos de la absoluta a la sombra del Peñón, ni al de hace más de medio siglo ante Filandia en la inauguración del entonces denominado José Antonio ni al de 1983 frente a la ahora extinta Yugoslavia. Pero al menos fue una ocasión más para disfrutar de las prestaciones que ofrece el Ciudad de La Línea, un motivo de orgullo para los linenses. El jugador del Leed Mateo Joseph, que anotó un hat-trick, seguro que le coloca desde ahora entre sus templos sagrados.

No hubo colas en el acceso al estadio. Y dentro tampoco es que se produjesen apreturas. Unos 2.500 espectadores, así a ojo. Como en un partido de la Balona. Más o menos.

En las gradas, como era de esperar, camisetas de la selección. Sobre todo entre la chavalería. Alguna de la Balompédica, que hay quien no deja pasar la oportunidad de hacer patria. También del Real Madrid, del Sevilla, de la Real Sociedad... y un chico, ahí aisladito, con una bufanda de Kazajistán. Otro con una pancarta en catalán para llamar la atención de Marc Casadó, relegado al principio al banquillo. Se desconoce si el chavalín consiguió su objetivo de que le regalase su guayabera. Hasta una bandera del Málaga. Ah, también una pancarta de ¡Lim go home! Con un tufillo valencianista que tiraba de espaldas.

Con España ya clasificada para el Europeo de 2025 lo que sucediera en el terreno de juego tenía el valor de la diversión que los protagonistas supiesen proporcionar a los que habían pasado por taquilla que otra cosa. Y la verdad es que, en conjunto, mereció la pena.

No se había cumplido el primer cuarto de hora cuando llegó el sorprendente 0-1. Kenzhebek (Akritas Chlorakas, de la máxima categoría de Chipre), uno de los jugadores más prometedores del conjunto kazajo, batió al meta del Cartagena Pablo Cuñat.

Como en aquella legendaria frase que se atribuye al militar japonés Isoroku Yamamoto, el 0-1 despertó a la bestia, que dormida no es que estuviera, pero que se activó al verse por detrás en el marcador.

No habían pasado dos minutos cuando España ya había reestablecido las tablas, merced a un tanto del gran protagonista de la noche, Mateo Joseph (Leeds United) a pase de Robert Navarro (Real Mallorca).

El empate dejó KO a Kazajistán, que no había podido ni disfrutar de su ventaja. El conjunto que encabeza Santi Denia anotó dos goles más en apenas nueve minutos. Para disipar dudas. El primero fue obra de Beñat Turrientes (Real Sociedad) con un trallazo desde fuera del área (19'). Al 3-1 le puso otra vez firma ¿quién si no? Mateo Joseph, que rentabilizó la segunda asistencia de Robert Navarro tras un córner en el que colaboró todo lo que pudo el meta rival, Anarbekov.

A partir de ese momento, salvado el susto inicial y repuesta lógica, el supuesto duelo se convirtió en un monólogo de La Rojita, que ejercía de martillo pilón. Siempre tenía el balón y de vez en cuando se adentraba en el área rival con peligro. Pablo Torre (FC Barcelona) acarició el cuarto.

De Kazajistán solo había noticias orque el autor del gol, Kenzhebek, además de ver la amarilla coquetó con la expulsión, empeñado en pelearse con el mundo. La grada se lo recriminó. Da la sensación de que le va la marcha.

A poco del intermedio a España no le quedó otra que aprovechar tanta gentileza atrás del rival. Y fue, por tercera vez, Mateo Joseph, quien cabeceó sin apenas oposición un centro súper preciso de Raúl Moro (Real Valladolid).

España se fue al descanso con los deberes hechos y después de demostrar una incontestable reacción al gol inicial de Kazajistán. Como en el ciclismo, llegó el momento del avituallamiento. Para los espectadores. El que más o el que menos traía manjares de casa. Había para hacer un máster sobre bocadillos de todo tipo.

Altibajos tras el descanso

De manera un tanto sorprendente, los dos conjuntos regresaron de los vestidores con los mismos once hombres que habían iniciado las hostilidades.

En el 58' y sin que hubiesen ocirrido grandes cosas comenzó el carrusel de cambios. Hasta tres en España en la primera tacada. Hugo Álvarez, Yeremay y Samu ocuparon las plazas de Raúl Moro, Mateo Joseph y Diego López.

Como suele suceder las sustituciones implicaron desajustes. El orden que había demostrado España se fue al limbo. El orden, la contundencia y la concentración.

Esas desatenciones propiciaron que Kazajistán no ya regresase al encuentro, sino que pusiese en peligro el triunfo local. En el 67' volvió a anotar Kenzhebek, que atinó entre las piernas de Cuñat. Y en el 77' lo hizo Ankudinov, que juega en el Mensajero de La Palma de Tercera Federación y que culminó una jugada muy trenzada. Lo asiáticos le daban, contra pronóstico, emoción al sprint final del choque.

Samuel Omorodion, el jugador del Oporto tuvo por dos veces la posibilidad de acabar con la incertidumbre. Pero toda la puntería que demuestra en la liga portuguesa le faltó para poner la sentencia.

No hubo para mucho más. España ganó, los chiquillos pidieron sus camiseta. Uno de ellos, con una camiseta del Real Betis, logró burlar a la vigilancia, saltó al césped y se llevó en su celular algún selfie que casi seguro le privará del sueño.

El Nuevo Mirador de Algeciras, será, el martes, la siguiente parada. Entonces el rival de España será Malta.