El fútbol en Gibraltar: cuando a los llanitos les compensaba jugar en España

Fútbol

Lo habitual ahora es que la Roca reclute a los españoles con los atractivos de las libras y Europa, pero no hace tanto eran los futbolistas gibraltareños los que se abrían paso al otro lado de la Verja

El Chino, Carlos Anes, Goodman, Colin, Joseph Chipolina, George Cabrera o Liam Walker dejaron su huella en la comarca

Joseph Chipolina (i) y George Cabrera festejan con la Balona y el Algeciras, respectivamente.

El fútbol ha sido desde casi que se inventó un vehículo conductor entre el Campo de Gibraltar y el Peñón. El esférico de cuero desembarcó bajo el brazo de los ingleses que trabajaron en aquel pretérito ferrocarril para la bahía. La fiebre por el balón pasó de la Roca a La Línea y Algeciras hasta extenderse por toda la comarca y la Costa del Sol, como sucedió en otros enclaves singulares de aquella España que empezaba a entrar en la era industrial.

En los tiempos modernos del siglo XXI el balompié ha reforzado los lazos de unión a los dos lados de una Verja que continúa con su día a día cotidiano sin perder de vista la negociación para un acuerdo que permita la integración de Gibraltar en el espacio Schengen tras el Brexit de 2021.

Si ahora lo habitual es que Gibraltar reclute a los españoles para su liga con el gran atractivo de las libras y de disfrutar de Europa, no hace tantos años que el viaje era a la inversa con numerosos llanitos abriéndose camino como futbolistas en los clubes de la comarca. Nombres como los de Colin Ramírez, Al Green, Joseph Chipolina, George Cabrera o Liam Walker son algunos de los más destacados entre los futbolistas gibraltareños que dejaron su huella en el Campo de Gibraltar.

Colin Ramírez, en su etapa con la Real Balompédica Linense.

Algunos ejercieron de pioneros como el actual jefe de bomberos del Peñón, Colin Ramírez -que llegó junto a Kevin- a la Real Balompédica Linense, el club referente de La Línea que indudablemente ha sido la principal puerta de entrada para los jugadores de Gibraltar. Colin ayudó a subir a Segunda B a los albinegros en 1999, en aquella andadura que finalizó con la inolvidable empate ante el Hellín Deportivo.

Junto a él, otro de los que dejó impronta para siempre entre los linenses, fue Joseph Chipolina. Joseph, perteneciente a su saga futbolera -compartió internacionalidad con su primo Roy-, tocó el cielo como artífice directo del ascenso a Segunda División B de la Balona en Miranda de Ebro en 2008.

Salvo error u omisión, el último llanito en sentarse en entrar en una convocatoria del primer equipo albinegro -otra cosa muy diferentes es su cantera, en la que abundan los jugadores de la Roca- fue el meta Jamie Robba, quecomo consecuencia de la sanción impuesta al jimenato Francisco Javier Mateo ocupó plaza en el banquillo en el duelo del febrero de 2013 que midió a los de La Línea con el Arroyo entremeño en el Municipal.

Los aficionados más añejos del conjunto linense desempolvan nombres imborrables cuando se les habla de futbolistas nacidos en el Peñón, como los de Duarte El Chino, Carlos Anes o Goodman, quienes también cruzaron la frontera en épocas mucho menos glamurosas que la actual y sobre todo, mucho peor compensadas económicamente.

Bien es cierto que esta relación futbolística entre el territorio británico y el municipio más cercano al otro lado de la Verja no se circunscribía al terreno de juego. De inmediato surge el nombre del siempre recordado Francis Negrón, que dejó tanto poso en su marcha que durante años la sala de trofeos del ahora extinto Municipal llevó su nombre. Pero también lo hicieron Luis Guío y José Luis Bonavia, en épocas en las que, además, no era precisamente fácil formar parte de una entidad aprisionada por las deudas.

Al otro lado de la bahía, el Algeciras CF también se ha nutrido en distintas etapas de savia gibraltareña. Uno de los más recordados fue George Cabrera. El peculiar delantero salió a hombros del campo de Conil en aquel ascenso en 2009 que devolvió al club del Nuevo Mirador a la categoría nacional tras su paso por los infiernos del barro.

Mención especial merece Liam Walker, seguramente el futbolista llanito referente de la última década. Liam puede presumir de haber jugado con los cuatro equipos de la comarca que alcanzaron categoría nacional en el presente siglo: los mencionados Algeciras y Balona, y también la Unión Deportiva Los Barrios y el Club Deportivo San Roque, club humilde en el que participó en un histórico ascenso a Tercera en 2011. Sus años más brillantes, no obstante, llegaron de vuelta al Peñón como uno de los estandartes de su selección con Lee Casciaro y los Chipolina.

No es que los gibraltareños en aquel entonces hicieran gran dinero jugando al fútbol en este lado de la Verja, pero en algunos casos les daba para vivir y por supuesto gozaban de mejores ofertas y de la posibilidad de competir a un nivel muy por encima de la liga del Peñón.

Liam Walker (d) celebra el histórico ascenso del San Roque a Tercera.

La irrupción UEFA

Tras la explosión del fútbol en la Roca a consecuencia del reconocimiento de la UEFA en 2013, la presencia de llanitos en la comarca y España se ha visto reducida a las categorías inferiores. El trasiego de niños en la Verja ha ido a más, sobre todo en el fútbol base de La Línea y San Roque, desde donde a menudo saltan a clubes de la categoría del Cádiz, el Sevilla, el Betis o el Málaga. Sin embargo, cuando los jóvenes entran en edad juvenil y despuntan reciben la suculenta llamada de las libras. Los equipos punteros como el Lincoln, el St. Joseph's, el Bruno o el Europa FC manejan cantidades económicas importantes y un escaparate continental con las previas de la Champions, la Europa League y la Conference ante el que no se puede competir.

Uno de los ejemplos más recientes de esta transición es el caso de Pozo, hijo de un músico célebre del Peñón como el batería de Melón Diesel y su inolvidable La cuesta de Mister Bond. El futbolista gibraltareño se crio en la base del Cádiz y llegó a las puertas del primer equipo hasta que el Lincoln fue a buscarlo este verano y lo trajo de regreso a golpe de talonario.

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