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El genio que cambió el golf

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Seve Ballesteros, capitán del equipo europeo que disputó en 1997 la Ryder Cup de Valderrama, fallece a los 54 años, en su casa de Pedreña, rodeado de los suyosSeve fue uno de esos pocos elegidos que hacen virar la vida deportiva de un país · Fue un ídolo en el mundo anglosajón

madrid 1980. El 23 de abril Seve se proclamó campeón del Open disputado en la capital de España. Tenía 23 años.
D. G. Marco (Dpa) / Madrid / Sebastián Fest (Dpa) / Madrid

08 de mayo 2011 - 05:02

Severiano Ballesteros, leyenda del golf mundial, murió en la madrugada de ayer en su casa de Pedreña a los 54 años.

"A las 02:10 horas, Seve Ballesteros, acompañado de su familia, falleció a consecuencia de una insuficiencia respiratoria", comunicó la familia en la página web del ex jugador.

"La familia agradece todas las muestras de apoyo y cariño que se vienen recibiendo desde que Seve ingresó el 5 de octubre de 2008 en el Hospital Universitario la Paz de Madrid. Al mismo tiempo ruegan respeto a la intimidad en momentos tan dolorosos", se agregó en el escueto comunicado.

El ex número uno del mundo había sido operado en el año 2008 de dos tumores cerebrales "como dos pelotas de golf" detectados tras sufrir un desmayo. Aunque parecía recuperado, su salud empeoró gravemente en los últimos días.

Nacido el 9 de abril de 1957 en Pedreña, localidad cántabra ubicada en el norte de España, Ballesteros ganó tres Abiertos Británicos (1979, 1984 y 1988) y dos Masters de Augusta (1980 y 1983). Fue además un jugador de enorme éxito en la Copa Ryder, que conquistó en la temporada 1997 como capitán europeo, en las instalaciones del club Valderrama de San Roque.

El británico Lee Westwood, número uno del ranking mundial de golf actual, lamentó vía twitter la muerte del ex jugador. "Hemos perdido a un genio, un modelo, un héroe y un amigo", dijo el inglés.

Los dolores de espalda obligaron a Ballesteros a poner fin paulatinamente a una carrera en la que conquistó cinco Majors y un total de 50 torneos en el circuito europeo.

Número uno del mundo durante 61 semanas, fue el primer jugador de la Europa continental en incorporarse al equipo de la Copa Ryder. La decadencia como golfista llegó en la última década: su último título fue el Abierto de España de 1995, y el último corte clasificatorio que logró superar se remontaba a 2003. El final oficial de su trayectoria fue en 2007.

Luego llegó su "hoyo" más difícil: superar la enfermedad. "En toda mi carrera fui uno de los mejores en el campo. Ahora que estoy ante el partido más difícil de mi vida, me gustaría también ser el mejor", dijo entonces antes de someterse a cuatro operaciones en dos semanas y comenzar una tortuosa rehabilitación. En marzo de 2010 todo parecía ir por buen camino: "Me siento extraordinario".

Con 87 triunfos desde 1974, Ballesteros fue uno de los jugadores más determinantes en la historia del golf. "Siempre me he visto más como un artista que como un jugador. Puedo decir que he logrado golpes que no ha conseguido hasta ahora ningún otro golfista".

Ballesteros, conocido dentro del circuito por su audacia, su gusto por el riesgo y el ataque, dominaba todos los golpes desde todas las posiciones imaginables. Eso le llevó al título no oficial Car Park Champion: en su triunfo en el British Open de 1979 puso desde un aparcamiento la pelota en el green y acabó el hoyo con un birdie.

Quizás su mejor golpe fue tras la enfermedad: en junio de 2009 creó una fundación para ayudar a combatir el cáncer: "Quiero aportar algo a la lucha contra esta enfermedad".

El escocés Colin Montgomerie consideró que la contribución de Ballesteros al golf en Europa es "incuantificable".

"Este es un día muy triste para todos aquellos que aman el golf. El legado único de Severiano debe ser la inspiración que dio a todos para ver, apoyar, y jugar al golf, y finalmente para luchar contra una cruel enfermedad con igual facilidad y gran determinación", dijo el director ejecutivo del circuito europeo, George O'Grady.

Fue el mayor obstáculo de su vida, mucho más poderoso que los bunkers que eludía magistralmente en sus años de gloria. Luchó, como siempre lo hizo, pero Severiano Ballesteros se rindió ayer finalmente, a los 54 años, ante las consecuencias de un tumor cerebral.

Ballesteros fue uno de esos escasos elegidos que cambian la vida deportiva de un país; uno de los cuatro o cinco nombres fundamentales que reescribieron la historia y le dieron peso mundial del deporte español.

Su sorprendente éxito en el Abierto Británico de 1979 y al año siguiente en Augusta lo convirtieron en un personaje altamente influyente en el "planeta golf". Tanto, que cambió la historia de su deporte.

"Ballesteros tiene serio derecho a ser considerado el golfista de mayor talento natural que haya jugado este deporte", aseguró en su momento The Sydney Morning Herald, que recuerda al español jugando alguna vez nueve hoyos en La Manga para terminar uno bajo par. Con un detalle importante: Seve había hecho el recorrido de rodillas.

El golf profesional se convirtió para él en pasado definitivo desde julio de 2007, cuando se convenció definitivamente de que no podía volver a lanzar la pelota con la maestría con que lo hizo en su juventud.

"En los 80, para jugadores potentes como Ballesteros el búnker era una irrelevancia. Hoy lo sigue siendo, porque ni siquiera llega a él", escribió con cierta crueldad The Observer acerca de la trampa de arena ubicada a mitad de camino del hoyo 1 en el Augusta National, un búnker que marcó las diferencias entre el Ballesteros pletórico y el de la decadencia.

Porque el golf moderno y el tiempo no perdonaron ni siquiera a una gloria como Seve, que en abril de 2007 se despidió del Augusta National con una tarjeta de 80 golpes. Sumados a los 86 de la primera vuelta terminó último, 96 entre 96 participantes.

Indigno final para un genio del golf moderno al que los dolores de espalda arruinaron el tramo final de una carrera en la que conquistó cinco Majors y un total de 50 torneos en el circuito europeo.

La decadencia llegó impiadosa y definitiva en la última década: su último título fue el Abierto de España de 1995, y el último corte clasificatorio que logró superar se remontaba a 2003. "Mi victoria es haber vuelto", alegó Ballesteros en 2007, cuando aún soñaba con mantenerse en el circuito.

Pero todo le estaba saliendo mal. En marzo de 2007 murió Fátima, su novia, en un accidente de tráfico. Tenía 29 años. Separado desde 2005 de Carmen Botín, hija del poderoso banquero español, Ballesteros estaba rehaciendo su vida, y creía que también su golf.

Sus dos Masters y tres Abiertos Británicos le dieron un aura de ganador, tan sólida como su carácter no precisamente afable, que lo llevó a ser más ídolo en el mundo anglosajón que en España.

El proyecto de jugar en el circuito de veteranos fracasó, debió cerrar su empresa de construcción de campos de golf y se ganó nuevos enemigos con la publicación, en abril de 2007, de su autobiografía.

"El golfista más creativo que he visto", dijo de Seve alguna vez Tiger Woods, por entonces número uno del mundo. Una creatividad imprescindible para un hombre que surgió de un entorno muy humilde, se hizo caddie en el exclusivo club de golf de Pedreña -una pequeña villa al sur de Santander- y, gracias al hierro tres que le regaló su hermano, amó al golf como pocos.

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